No fueron ni las cotorras argentinas ni las mimosas ni los mosquitos tigre ni los ailantos. La primera especie invasora que colonizó toda España fueron unas alegres cebras que pastaban en las afueras de las ciudades. A lo largo de todo el territorio de la península brotaban y se reproducían cada vez a más velocidad ante la complicidad de unos y la indiferencia de otros. Hasta que el colectivo @Bloque_cebra decidió sublevarse para señalar el fenómeno y abrir el debate sobre la calidad de esta plaga de productos inmobiliarios en su cuenta de Instagram. ¿Estamos condenados a un futuro de arquitectura homogénea?
¿Qué es una cebra?
Los edificios cebra no comparten un estilo, sino un proceso. Es arquitectura que no se piensa, se tramita. Reúnen una serie de características que los convierten en un producto capaz de venderse en cualquier lugar donde haya espacio, adaptando el enclave a sus exigencias cuando se posan. Manzanas cerradas a lo que sucede dentro, tamaño inabarcable para el peatón, colores y formas neutras, materiales desvinculados de la producción local. Y el colectivo de arquitectos Bloque Cebra habla de ellos como “una suma de elementos prestablecidos desde el interior —acabados, distribuciones, tamaños— que se cubren por una piel que lo iguala todo. Representan la ausencia total de decisiones. Decisiones que se ven como un incordio más que como una reflexión”.

Y para generar debate han abierto la cuenta @Bloque_cebra en Instagram, con el fin de analizar este fenómeno cada vez más presente por todo nuestro país. “Las cebras son posibles por una falta de sensibilidad que se retroalimenta y que nos impide valorar la calidad de nuestros edificios. Creemos que hablar sobre ello puede ayudar a desactivar este bucle. No es que se trate de edificios feos es que es mala arquitectura”, nos cuentan. Desde esta plataforma están promoviendo la elaboración de un mapa para incitar que los usuarios de la red pueden identificar y señalar las cebras de su entorno. Una especie de Pokemon Go de mala arquitectura con el que alargar la conversación y poder comprobar in situ cómo se reproducen estos estereotipos. Un auténtico safari en la puerta de casa.

Las cebras no solo están en Instagram
¿Existen distintos niveles de cebrismo? ¿Esta estructura es tan mala como parece? ¿Puede ser una solución a la crisis de vivienda? ¿Han aumentado la calidad constructiva de los inmuebles? ¿Hay alguna ventaja en asumir que las ciudades del futuro serán demasiado parecidas? Este tipo de cuestiones son las que Bloque Cebra trata de descomponer en el fenómeno que pone en jaque el valor del diseño. Cuando esta clase de edificación prolifera por todo nuestro territorio, lo que se suele poner en duda es el papel de la profesión. No obstante, las cebras no se rebelan contra las propuestas frívolas o el ego creador de algunos arquitectos: aumentan la velocidad de producción bajando la calidad del resultado. Y esta optimización se puede ver como un avance.

Quizá un alto ritmo de desarrollo no baje demasiado la calidad, por lo que sería importante cuantificar en qué medida un aumento de una cosa afecta al detrimento de la otra. Sin embargo, hay premisas que hay que tener en cuenta antes de sacar esa balanza de la caja. Luchar contra la ausencia de un esquema no significa renunciar a viviendas asequibles; significa que la singularidad en los edificios tendría que acercase más a cómo se adaptan al sitio, al paisaje o al modo de vida más que con una imagen icónica. Significa que cualquier optimización debería originar más tiempo para pormenorizar el producto más que para estandarizarlo.

Cualquier progreso tiene que enfocarse en lograr una arquitectura con más calidad. Hablar sobre diseño es igual de importante que hablar sobre su ausencia. Las cebras seguirán pastando por nuestras llanuras, pero gracias a Bloque Cebra seremos capaces de mirarlas con otros ojos.
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Bloque cebra es una cuenta de Instagram abierta por un colectivo de arquitectos que se dedican a señalar las cebras: un tipo de arquitectura estandarizada que prolifera por muchas de las ciudades españolas.
Las cebras reciben ese nombre por las franjas negras y blancas de sus fachadas, pero son el resultado de la estandarización de un proceso que no mira por las condiciones particulares del lugar donde se está construyendo.