Alejandro Haiek —fundador del estudio Lab.Pro.Fab— es conocido por su arquitectura lenta de ensamblaje rápido a la que habitualmente integra los avances científicos y las tradiciones locales con un enfoque sostenible de los recursos humanos, ambientales y materiales. Este año ganó la segunda edición del WOJR/Civitella Ranieri Architecture Prize y, como resultado, pasó seis semanas de residencia en un castillo medieval de la Umbría italiana desarrollando el proyecto Industries of Nature.
Arte povera como motor sostenible
Las bases de este galardón establecen que el arquitecto emergente ganador debe realizar una instalación temporal sin ayuda de software para su concepción o fabricación. Se requiere el uso de medios sencillos y elementos autóctonos accesibles. En otras palabras: arquitectura efímera a la manera del arte povera, ese movimiento artístico avant-garde tan convenientemente originario de la zona, y que se apoya en el empleo de materiales modestos y recursos cotidianos.
Bajo la premisa de ensamblaje rápido y arquitectura lenta (Fast Assemblage, Slow Architecture), Alejandro Haiek estuvo un mes familiarizándose con el entorno y conociendo a sus artífices y habitantes. Estudió con los campesinos los avances técnicos que la mecánica ha traído a la agricultura y, más concretamente, a la recogida y almacenaje de la paja. Cómo se ha pasado de amontonarla en parvas —con una gran estaca clavada en el centro— a los fardos prismáticos de diversos tamaños y, de ahí, a las actuales balas cilíndricas ahora envueltas en plástico que, paradójicamente, preservan los nutrientes mejor.
Ha encontrado expertos en hormigón seco y herreros que trabajan prefabricados con maquinaria agrícola. Ha entablado relación con otros residentes del castillo medieval Civitella, cuya fundación acoge numerosos becados de premios literarios y artísticos, y los ha embarcado en su proyecto. Uno basado en la reinterpretación participativa de los sistemas industriales y agrarios que han conformado y cambiado el panorama del campo de Umbría durante el último siglo. Su principal desafío ha sido crear un proceso de cooperación comunitaria tejiendo la sabiduría local de la geología y la topografía junto a la producción técnica, con el objetivo de generar una obra de land art refinada y povera.
Land art o arquitectura paisajística. Por Alejandro Haiek
Industries of Nature de Haiek se despliega en tres actos tremendamente corales. El primero plantea una búsqueda de talentos y tradiciones. No tiene desperdicio ver el retrato humanista que hace de los agentes regionales y cómo encuentra en ellos conocimientos heredados que después plasmará en las siguientes intervenciones. Materializado en forma de ensayo fotográfico —en colaboración con la fotógrafa Giorgia Fanelli— documenta el desarrollo de inmersión en el lugar —paisaje y paisanaje— tan necesario a la hora de abordar una propuesta como esta. Con contribuciones de la poeta Alexandra Teague, convierte a la gente y sus detalladas descripciones, tanto objetivas como subjetivas, en hitos de una cartografía personal, una perfecta apropiación del territorio en estudio.
La segunda pieza es puro paisajismo moderno y ejercicio de land art propiamente dicho. Con la ayuda de Pauselli Farmsy el acompañamiento musical del compositor Texu Kim, sitúa balas de paja en terrenos adyacentes al castillo y las hace entrar hasta el mismo patio siguiendo una coreografía ad hoc de Giorgia Fanelli. Resulta bello, pero poco reseñable in situ. Los inmensos cilindros en suelo de cultivo nada tienen de excepcional. Un paseo por los campos de Castilla nos regala lienzos aleatorios procedentes de la lógica agrícola industrial, que en la mayoría de casos igualan en belleza a la que aquí se presenta en un inconsciente readymade land art povera —si es que esto existe— conseguido por una empacadora.
Y el acto final, la escenografía de tectónicas, según su autor, es una instalación inmersiva y sonora con la compositora Nina Yung. Se resuelve el concepto con las balas de pajas desenrollándose en estructuras metálicas, a modo de cadenas de ADN entrelazadas en las que el público puede sumergirse. Incluye el conjunto el compromiso de los jardineros del Civitella, Ennio Santini y Maurizio Bastianoni, de ir colonizándolas con vegetación en una periodicidad determinada, pero siempre bajo su criterio profesional. Insinúa ingenuamente Alejandro Haiek que quizá se pueda plantar en ellas calabacines para que luego los use la chef de la fundación. Tiene una pega esta idea hortícola, y es que casa un poco mal con la premisa del premio de hacer algo temporal para desmontar una vez terminado el plazo.
En este enlace puedes ver otro proyecto land art: GROW, la intervención artística en el paisaje agrícola por Studio Roosegaarde.
Es un premio de arquitectura que ofrece una residencia de seis semanas en el Castillo de Civitella durante la cual el ganador del premio debe diseñar, construir y luego desarmar una instalación arquitectónica temporal en los terrenos de Civitella utilizando materiales disponibles localmente.
Tres actos: Cartografía de talentos, Coreografía de paisajes y Escenografía de tectónicas.
