“Los diseñadores están situados entre la revolución y la vida cotidiana. Tienen la capacidad de detectar cambios trascendentales en la tecnología, en la ciencia y en las costumbres sociales y los convierten en objetos e ideas que los individuos pueden usar y comprender. Dan vida y voz a los objetos, y en paralelo expresan cuáles son nuestras visiones y aspiraciones para el futuro, incluyendo aquellas que aún ignoramos que tenemos”.
Paola Antonelli escribía estas reflexiones como introducción a Design and the Elastic Mind, una exposición que el MoMA acogió hace poco más de una década. Curadora del Departamento de Arquitectura y Diseño en aquel momento, Antonelli propuso con esta muestra una mirada absolutamente audaz sobre la vertiente más experimental del diseño, la que anticipaba nuevas estéticas, procesos de conceptualización y materialización y usos. Citaba a Anthony Dunne, docente del Royal College of Art, para señalar la importancia de lo que éste denominaba diseño para el debate: un diseño cuya finalidad no ha de ser la de producir productos “útiles” en el sentido convencional, sino “útiles” por su capacidad para inducirnos a pensar cómo queremos que los objetos encajen como parte de nuestra vida.
El concepto de identidad y packaging Honeygreen+ elaborado por el equipo multidisciplinar de diseño valenciano Cul de Sac para aparece como un claro ejemplo de esas ideas acerca de un diseño que encapsula el futuro. La evocación a Stanley Kubrick y 2001: Una odisea en el espacio intensifica la atractiva yuxtaposición que se sintetiza en estos frascos futuristas para contener miel, una de las materias comestibles más antiguas del mundo y capaz de preservarse intacta por miles de años.
Sugiriendo también la imagen limpia y científica de los portaobjetos para microscopio, la miel queda envasada entre dos bloques de metacrilato transparente, sellados internamente con una junta tórica y cerrados con un tornillo visible, que transmite la impresión de un sellado hermético. La transparencia, así como la burbuja interna que recalca el concepto de cierre al vacío, permite comprobar la específica textura, color y densidad de cada uno de los tipos de miel.
El proyecto de identidad y packaging de Cul de Sac incluye también unas grandes cajas, inspiradas en la estética de un maletín retroiluminado, y en cuyo interior se disponen ordenadamente todos los recipientes. Cuando la caja se abre, emerge un juego de luz, convirtiéndola en una gran lámpara de miel. Un concepto de carácter casi aséptico y estricto, pero en el que se contiene y expresa claramente el significado del lema de Cul de Sac: «La razón ama la emoción.»
