“¿Es el museo un campo de batalla?”. Hito Steyerl reactiva su clásica provocación en el MAK de Viena con un díptico de instalaciones que condensa los dilemas éticos y políticos de nuestra actualidad tecnomilitarizada. Bajo el título elocuente Der Menschheit ist die Kugel bei einem Ohr hinein und beim anderen herausgeflogen (“A la humanidad le ha entrado la bala por un oído y le ha salido por el otro”), la artista, teórica y cineasta alemana presenta esta exposición, abierta hasta el 11 de enero.
Hell Yeah Fuck Die: ficción como método crítico en la era de la IA
Hito Steyerl (1966) analiza los procesos sociales provocados por las tecnologías más recientes y desarrolla obras interdisciplinares centradas en las artes visuales. Su primer solo show en Austria se compone de dos piezas: Hell Yeah We Fuck Die (2016) y Mechanical Kurds (2025). Ambas se articulan como ensayos visuales sobre el vínculo entre inteligencia artificial, lenguaje, control territorial y memoria de la guerra. La escenografía es comedida, incluso sobria, pero cada una irradia una complejidad que exige al visitante atención activa sin llegar a la saturación.

Hell Yeah We Fuck Die toma su nombre de las cinco palabras más frecuentes en los títulos de canciones de los años 2010 según Billboard. Convertidas aquí en letras luminosas y monumentales, se integran en una intervención que remite a un circuito de entrenamiento militar. Este entorno funciona como prólogo a dos vídeos: uno documenta experimentos con robots diseñados para operar en zonas de desastre, y en él vemos cómo los científicos someten a los androides a agresiones físicas para testar su resistencia.

En el segundo, llamado Robots Today, la voz de una Siri clonada recita, desde las calles de Diyarbakır —ciudad kurda asediada entre 2015 y 2016— una letanía de datos, historias y gestos de resistencia. Steyerl entrelaza esta voz con referencias a Ismail al-Jazari, ingeniero del siglo XII que trabajó en ese mismo lugar y cuya figura es considerada precursora de la robótica. Aunque no hay un vínculo directo entre el conflicto reciente y la memoria de al-Jazari, la artista construye una genealogía crítica que superpone invención y violencia estatal para mostrar cómo las promesas de avance se inscriben en territorios históricamente oprimidos.

Mechanichal Kurds: la cara oculta del entrenamiento automático
En la segunda instalación, Steyerl reinterpreta un mito tecnológico: el autómata ajedrecista de von Kempelen, que en el siglo XVIII simulaba jugar al ajedrez frente a la corte vienesa. Lo que parecía un ingenio mecánico era, en realidad, manipulado por un operador oculto. Steyerl actualiza esa ilusión: el cuerpo escondido ya no es un técnico europeo, sino una mujer kurda, imagen simbólica del trabajo precarizado e invisible que sostiene la inteligencia artificial actual, especialmente en su dimensión militar. Es también la representación desplazada, racializada, feminizada: una presencia estructuralmente excluida del relato oficial sobre el progreso.

El dispositivo alegórico se despliega con fuerza. La partida de ajedrez se transforma en estrategia de guerra; el tablero, en un campamento de refugiados mapeado por drones; y los peones, en desplazados reales. Steyerl entrevistó a refugiados sirios en el norte de Irak contratados por empresas internacionales para etiquetar fotografías —persona, coche, edificio— que servirían para entrenar algoritmos aplicados a drones armados y vehículos autónomos. No sabían quién les pagaba ni para qué. Eran clicworkers, microempleados digitales precarios que realizan tareas fundamentales para el crecimiento y entrenamiento de la IA, insertos en una cadena de explotación cognitiva.

La proyección alterna esas voces con secuencias de archivo y cartografías generadas por inteligencia artificial, configurando un escenario donde los campos de refugiados se sobreponen con tableros de ajedrez. La metáfora resuena en múltiples dimensiones: en ese juego geopolítico, ya no son solo víctimas; también son el engranaje oculto que hace avanzar la partida. Steyerl coloca ese cuerpo —el de la mujer kurda— en el centro mismo de la máquina, como punto ciego de una historia que se muestra como neutra mientras reproduce lógicas coloniales.

Las ficciones especulativas de Hito Steyerl
Como en muchas de sus creaciones, Steyerl no impone una lectura única; ofrece una coreografía de signos que apela a la mirada crítica del espectador. Ambas instalaciones combinan materiales documentales, entrevistas e imágenes de archivo con elementos de ficción especulativa, una fórmula narrativa que Steyerl utiliza como herramienta para desactivar los discursos dominantes sobre tecnología y poder.

Además, las dos obras comparten una economía de medios común. La claridad formal —estructuras limpias, lógica modular y montaje lúcido— convierte la densidad teórica en una invitación al pensamiento, sin levantar barreras. Frente al fetichismo tecnológico y la estetización de la catástrofe, la exposición desarrolla una pedagogía crítica de notable sofisticación narrativa que no requiere erudición previa. En conjunto, demuestra cómo el arte contemporáneo puede generar conocimientos profundamente situados, sensibles y con un compromiso político evidente.

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