A través del vidrio han pasado siglos de formas, manos y deseos. Y la nueva botella de Piero Lissoni para la marca de ginebra Ginarte nos enseña una síntesis de historia y racionalismo, en una pieza que contiene un destilado y una reflexión sobre el diseño mismo.
Piero Lissoni escribe el diseño en vidrio
La historia del vidrio siempre ha estado entrelazada con la del diseño. En las ánforas sopladas del Imperio romano ya vibraba la voluntad de permanencia, y en los decantadores venecianos, siglos después, el deseo de alcanzar la perfección formal. Recipientes que han contenido agua, perfume, medicina o silencio.

Además de su papel significativo como material en las producciones del Art Nouveau, en el siglo XX algunas piezas se volvieron hitos. El jarrón Savoy de Alvar Aalto, con sus curvas fluidas y su rechazo a la simetría rígida, es quizá el emblema más citado de este componente convertido en forma sensible. Y más radical fue la serie Smoke que Joe Colombo diseñó para Arnolfo di Cambio: vasos con una base excéntrica que permitían apoyar un cigarro, concebidos para un estilo de vida cosmopolita y hedonista.


Pero si Aalto deformaba el cristal para hacer fluir la luz y Colombo lo densificaba con humo y hábito, Piero Lissoni ha elegido la vía contraria: la reducción. Su botella para Ginarte es un volumen puro, un ejercicio de rigor que actualiza ese linaje de conceptos destilados. Una edición limitada transparente, densa y geométrica donde un cuerpo translúcido que traduce la ética minimalista de Lissoni.
Ginarte y su botella de precisión radical
Esta colaboración entre Ginarte y Piero Lissoni parte de una afinidad común: ambas identidades creativas cultivan un ideal de refinamiento que se sostiene en el tiempo. Lissoni, con una trayectoria de cuatro décadas entre arquitectura, interiores y producto, ha desarrollado una botella que prescinde de la retórica del lujo. Sin florituras o detalles superfluos —salvo por esa especie de ojo de buey que nos invita a asomarnos— aterriza el vidrio pulido con una silueta de bloque en contornos nítidos. De esa manera, se permite contemplar el gin, pero también el propio diseño.


El único elemento que interrumpe la pureza morfológica es una inscripción grabada directamente en la superficie: THE SPIRIT OF ART, una consigna que funde contenido y continente. En principio, la botella no busca parecerse a una escultura, pero podría ocupar el mismo espacio que una. Y en ella se observa la proporción exacta entre peso visual y escala humana; una acción que se asemeja al diseño industrial y a la joyería austera. En el interior, el líquido de Ginarte aguarda una mezcla de botánicos —entre ellos la nepetella, el cártamo, la rubia o el glasto de Montefeltro— que fueron utilizados por los artistas del Renacimiento para fabricar los pigmentos de sus pinturas.


La experiencia de uso resultante —cogerla, servir, observar la refracción del líquido sobre el cristal espeso— está concebida como una prolongación del diseño. La nota especial de Ginarte se vuelca en cada aspecto de la botella, convirtiéndola en una pieza de colección que activa un ritual. Esta propuesta presentada en la Milano Design Week 2025 reafirma esa idea de que los objetos cotidianos pueden ser también manifestaciones de pensamiento. Y que el vidrio, con su doble condición de presencia y ausencia, sigue siendo uno de los materiales más elocuentes para decirlo.

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