Esculturas funcionales, art design o diseño de colección son algunos de los nombres con los que nos referimos a esas piezas cuya estética y propósito se salen de la norma, escapan de la producción en serie y atienden a nuevos procesos artesanales. En este escenario creativo, los galeristas —metidos también en la imprescindible piel de editores— desempeñan un papel fundamental acercándonos a los “clásicos del mañana”. Su labor implica, por un lado, descubrir talentos ejerciendo a veces como mecenas de los autores; y, por otro, dinamizar el mercado asesorando a coleccionistas, a los que ofrecen nuevas narrativas y otras formas de interactuar con los objetos. Hemos conversado con algunos de los nombres más relevantes para que nos hablen de esta disciplina en la que se renueva la tradición a la búsqueda de nuevos cánones.
Carpenters Workshop Gallery. Excitación por el proceso
“Ser galerista es un baile bastante intrincado y se trata, sobre todo, de forjar conexiones reales y duraderas entre esta vibrante comunidad de artistas y coleccionistas. La colaboración es clave”, nos dice Julien Lombrail quien, junto a Loïc Le Gaillard, dirige desde hace 18 años la Carpenters Workshop Gallery. Un espacio mental —y casi espiritual— amplificado en cuatro sedes: Londres, París, Nueva York y Los Ángeles (West Hollywood).
Ellos son un ejemplo de crecimiento. Rompieron con el molde tradicional de las galerías al abrir Ladbroke Hall en Londres, donde dan cabida a exposiciones, estudios fotográficos, oferta gastronómica, jardín y rincones para teatro, danza o música. Este afán por construir un ecosistema creativo ya se inició cuando inauguraron en 2016 su taller a las afueras de París: “una guarida oculta” para que artesanos de élite apoyen a sus creadores. 8000 m² dedicados a la artesanía, la investigación y al desarrollo de futuribles. Como galeristas, les atrae el proceso y “ese momento —continúa Lombrail— en que el diseño se convierte en arte”.
Cuando Ron Arad, Zaha Hadid o Marc Newson no quisieron trabajar con ellos porque eran jóvenes y novatos, volcaron su búsqueda en lo que luego sería —aunque no exclusivamente—, su fuente más generosa en talentos: la Design Academy Eindhoven y el Royal College of Art en Londres. Trazaron así su estrategia curatorial basada en la manufactura y en la perfecta ejecución. “Las piezas que exponemos suelen conjugar técnicas ancestrales y tecnologías avanzadas para que ambas puedan fusionarse y encenderse mutuamente”, nos dice nuestro entrevistado. Enfocados en generar un cosmos de iconos de nuestro tiempo, Le Gaillard y Lombrail potencian miradas desprovistas de prejuicios con las que invertir “en emoción y placer, y no en meros objetos y mobiliario. Detrás hay una narrativa arriesgada y de excelencia dirigida a coleccionistas exigentes, deseosos de explorar nuevas vías para descubrir a los artistas y sus obras”, señala Lombrail.
En su amplio catálogo de autores, encontramos nombres como Studio Drift, Vincenzo De Cotiis, Nacho Carbonell, Ingrid Donat o Maarten Baas, que destacan por mezclar naturaleza y tecnología, por la combinación de materias primas y elementos arquitectónicos y, en algunos casos, por la capacidad de hacer que la metodología o la idea sean más importantes que el propio diseño. “Es un honor trabajar estrechamente con artistas durante un largo periodo y ser testigos de la expansión de su práctica”.
Su último desafío ha sido la exhibición Turning Tides: Designing a Modern Brazil. Un recorrido de 75 años por el rico patrimonio brasileño y su relevancia contemporánea. Un planteamiento que confirma que hay vida más allá de Europa y Estados Unidos.
Nilufar. El nuevo lujo italiano
Sus más de 40 años de experiencia y su agenda personal han convertido a Nina Yashar en una especie de gurú; en toda una institución en el ámbito internacional. Como galerista, ha sabido combinar el talento imperturbable de los grandes maestros con las propuestas de cambio que aportan los talentos emergentes. Y todo ello desde las dos ubicaciones de Nilufar, su galería milanesa. Por un lado, Depot —una nave industrial de 1500 m2—; y por otro, la sede de la calle della Spiga: un laberinto de salas distribuidas en tres plantas.
De origen iraní, Nina siguió la tradición de su padre, comerciante de alfombras, e inauguró su primera galería a los 21 años en 1979. Pero un fortuito viaje a Nueva York puso ante sus narices textiles suecos que llamaron tanto su atención que no dudó en visitar Estocolmo. Allí descubrió el imaginario estético que marcó su rumbo. No solo regresó a Italia con alfombras, sino con mobiliario de Alvar Aalto, Bruno Mathsson y Hans J. Wegner. El inicio en aquel campo se completó posteriormente con muebles franceses, americanos e italianos de mediados de siglo para arribar, una década después, al insondable universo del diseño contemporáneo. “Lo que singulariza a Nilufar es nuestro compromiso inquebrantable de apostar por un diseño que hable e inspire, porque el vínculo con objetos va más allá de la oportunidad de una compra o una venta. Se trata de percibir algo especial”, nos dice.
En este sentido, está convencida de que los coleccionistas de hoy tienen buenos ojos para la belleza, la sostenibilidad y el potencial de inversión. “Están ávidos de creaciones únicas que amplíen los límites. Y a medida que se difumina la línea que separa el diseño del arte, dichas creaciones alcanzan precios nunca vistos en un mercado dinámico que bulle de entusiasmo y posibilidades”, afirma categórica.
Un mercado que, según nos traslada Yashar, tiene sus puntos calientes en Asia, Oriente Medio y Sudamérica. Por este motivo está difundiendo por todo el mundo su Nilufar Open Edition, una manera de acercar la edición limitada a un público más amplio. Para ello, colabora con la tienda Geko de Estocolmo, con Studio 84 en Ciudad de México, con Lane Crawford en Hong Kong y con The Future Perfect en Nueva York.
La galería no se detiene en el abanico expositivo. Hace unos años implementó Picked by Nina, una iniciativa de venta onlinepara despertar la curiosidad de los más jóvenes. “Queremos mostrar a una nueva generación de coleccionistas que el diseño no es solo estética, sino también imaginación, innovación y relato”, nos cuenta. ¿Sus creadores de referencia? Martino Gamper por el proyecto Gio Ponti translated by Martino Gamper; B.B.P.R y Filippo Carandini.
David Gill. La funcionalidad velada
En los años 80 París era una fiesta, pero Londres también estaba en ebullición. Se abría un mundo de oportunidades y ahí estaba el joven David Gill, que tras haber dejado su Zaragoza natal y haberse iniciado en el mercado del coleccionismo en la ciudad francesa, abrió en 1987 una galería dedicada a las artes decorativas del siglo XX. Su fundamental paso previo por Christie’s alimentó la inteligencia emocional que le permite captar la atmósfera del momento y tener una actitud visionaria del presente y del futuro. Y gracias a su curiosidad y su coraje, se animó a asumir el rol de editor y productor de ese nuevo género de mobiliario híbrido.
Desafiar el entorno con nuevas ideas y superar los límites materiales siempre han sido sus motores. “He querido conformar un legado de buenas obras que se mantengan por sí solas y que, en algunos casos, se conviertan en clásicos de la historia”, señala. “No voy tras las tendencias; busco un lenguaje propio, aquel que pueda fortalecerse con el tiempo. Sigo apostando por lo diferente”, confiesa como editor. “Siempre hay una inversión muy fuerte, y hacer un mueble puede llevar un año o más. Mejor calidad que cantidad”. Por eso organiza exhibiciones puntuales y no trabaja con muchos autores.
Su mirada es seguida con atención por coleccionistas de todo el mundo, a quienes orienta e introduce en su pasión por los objetos insólitos y no convencionales. “Lo que propongo es fuerte, difícil y duro de digerir”, cuenta entre risas. “Mis piezas no se venden a la primera. Los interesados siempre se acercan varias veces para saber más, porque lo que atrae a un comprador es la emoción que surge con el tiempo”. Abierto a lo que pueden aportar las nuevas tecnologías, insiste, sin embargo, en que la creación artesanal siempre se mantendrá como una escultura hecha a mano, y ese es un valor cada vez más en alza. “Por eso yo busco el mueble en la escultura”, afirma. Claramente, lo suyo es la funcionalidad velada.
Entre sus logros, destaca la productiva colaboración con Zaha Hadid, cristalizada en proyectos como Dune Formations o Liquid Glacial; su conexión con el dúo Fredrikson Stallard o el descubrimiento de la sensibilidad expresiva de Sebastian Brajkovic. Aunque probablemente su relación más fructífera sea con Mattia Bonetti y su elegancia surrealista, plagada de trabajos que han determinado el itinerario del art design durante más de 30 años. Actualmente, prepara una exposición dedicada a Sebastián Errázuriz y concluye nuestra charla con un deseo: “Hay que buscar en España a los mecenas poderosos, que los hay, para organizar en Londres una muestra de diseño español. En España se está moviendo una energía muy interesante”.
Friedman Benda. Entre la investigación y el mercado
La galería neoyorquina Friedman Benda lleva casi dos décadas potenciando la vanguardia, posicionando talentos y abriendo mercado. Es un espacio para favorecer diálogos y contextos cuya principal función es la edición, tanto en lo que respecta a las obras como a su narrativa, ya que es difícil —como nos comenta Marc Benda— que un artista tenga perspectiva sobre su propio trabajo. Su catálogo muestra de sus dos puntos fuertes: un gran ojo para el descubrimiento y un lugar para fomentar la masa crítica. Esto último lo han puesto en marcha con diferentes publicaciones o a través del ciclo Design in Dialogue, un evento nacido durante la pandemia que se ha convertido en una referencia.
En los años 60, Barry Friedman —socio fundador hoy retirado— se interesó por el art decó y el art nouveau viajando por Europa y lo introdujo en Estados Unidos, aunque por aquel entonces no había compradores. En los 90 conoció a Ron Arad y prestó atención a Marc Newson y Ettore Sottsass, entre otros, asomándose ya de modo comprometido al diseño de autor conceptual y formalmente disruptivo. Marc Benda, de origen suizo, era un veinteañero avispado y curioso que visitaba con sus padres coleccionistas los mercados de antigüedades. A su paso por Nueva York, donde pensaba que estaba toda la energía del mundo, se unió a Benda como aprendiz y asistente. Juntos fundaron la galería en 2007, que hoy tiene sedes en Nueva York y Los Ángeles.
Desde sus dos ubicaciones, animan a los creadores a que desarrollen sus propuestas sin apresurarse a lanzarlas al circuito comercial. “Necesitan tiempo para dar cuerpo a sus proyectos y encontrar la mejor manera de materializarlos”, nos explica Benda. “Nos gusta tender un puente entre la investigación de un estudio y la relevancia del producto en el mercado. Es fundamental que la oferta y la demanda coincidan, ya que es la única forma de que un estudio funcione con éxito a largo plazo”.
En este sentido, es esencial asumir riesgos y seguir el propio instinto, “sobre todo cuando eso significa ir contra la corriente —momentánea— del mercado”, agrega. El galerista es consciente de que muchas de estas ideas necesitan importantes fondos para hacerse realidad, y de que a menudo tienen que ser validadas casi instantáneamente por los compradores para ser sostenibles. “Esto supone una presión para los artistas y para quienes los apoyan. La red está creciendo, pero sigue siendo relativamente pequeña en comparación con las artes visuales”. Wendell Castle, Faye Toogood, Oki Sato o Misha Kahn son algunos de los nombres con los que colaboran y con los que confirman que el diseño se ha hecho más libre, más diverso y más amplio.
FUMI Gallery. Cuando la tradición artesanal se hace vanguardia
“Integridad y fuerte compromiso con el artista son parte de los pilares que ponemos en valor como galeristas. El éxito y la reputación llegan con el tiempo. El resto es mucho trabajo duro y dedicación a la coherencia curatorial”, nos dicen Sam Pratt y Valerio Capo, los artífices de FUMI. Ellos han ido esbozando un criterio que se ha consolidado y ha atravesado fronteras a base de decisiones en las que el gesto, el trazo lúdico y provocador y la experimentación material son una constante.
Ambos, socios profesionales y pareja sentimental, se iniciaron de manera muy ingenua en el sector, movidos por su pasión de coleccionar objetos modernos y posmodernos. Tanto Valerio —consultor de estudios de mercado— como Sam —agente de bolsa— necesitaban un cambio, y encontraron ese aire nuevo en el campo del mueble contemporáneo. En 2008, en plena recesión económica, se tiraron a la piscina con una primera muestra del rotundo Max Lamb. Y la invitación de Rossana Orlandi a exponer en su espacio de Cerdeña los motivó aún más a asumir el riesgo de su nueva etapa vital.
En FUMI defienden que el diseño artístico sea un terreno libre y salvaje para una imaginación sin límites. “Las tendencias pueden ir y venir, pero el desafío de los nuevos creadores consiste en forjar su propio camino en medio de este vasto paisaje”. Con esta visión, la galería apoya a quienes utilizan principalmente métodos artesanales, a los que aportan su propio giro personal. Es el caso de Glithero —Tim Simpson y Sarah van Gameren—, que han empleado técnicas como el goteo de tinta, el dibujo con luz y la fotograbación para investigar la relación entre el tiempo, el movimiento y la materialidad.
FUMI ha sido premiada como Best Stand en la Art Basel Design Miami 2023, cerrando el ciclo de celebraciones de su 15º aniversario. Un logro que justifica todo el esfuerzo de años. Para conmemorar ese cumpleaños, organizaron Growth + Form, una exhibición comisariada por Libby Sellers que resumía su deseo de mostrar piezas ligadas a la artesanía. “La estética es una consecuencia de la fabricación. No se trata de diseño: se trata de cómo se hace”, han señalado más de una vez.
Ejemplo de este enfoque son los gabinetes del finlandés, afincado en Países Bajos, Kustaa Saksi. También destacan la serie Urushi de Max Lamb —“una de las colecciones más bellas que hemos expuesto en la galería hasta la fecha”— y la Copper Roots Chandelier, firmada por JAMESPLUMB, “que refleja las ingeniosas posibilidades del reciclaje para generar objetos hermosos y poéticos fuera de toda ortodoxia”.
Side Gallery. Compromiso intelectual
Con dos sedes, una en el espacio industrial de una antigua fábrica del siglo XIX en Poblenou (Barcelona) y otra en Casavells, en la costa norte catalana, Side Gallery sigue dos ejes de trabajo. Por un lado, el diseño histórico latinoamericano —Oscar Niemeyer, Lina Bo Bardi, Luis Barragán, Clara Porset, Antonio Bonet o Joaquim Tenreiro—; y, por otro, las obras de figuras contemporáneas como Tadeas Podracky, Muller Van Severen o Sabine Marcelis.
“Desde 2015, Side Gallery ha luchado contra una visión eurocéntrica —y a menudo heteropatriarcal— de las artes decorativas que pasa, irremediablemente, por Francia e Italia”, señala Luis Sendino, su director, que siempre quiso ampliar ese panorama y profundizar en otros países como Brasil, México o territorios menos explorados como Venezuela, Colombia o Cuba. “Recientemente, la inauguración de la exposición Crafting Modernity sobre diseño latinoamericano en el MoMA de Nueva York ha venido a refrendar esa línea que empezamos a abrir hace casi diez años, cuando introdujimos muchos de los autores ahora expuestos en el mercado internacional”, confirma.
Abogado especializado en propiedad intelectual, Sendino entiende el ejercicio de un galerista como un compromiso de investigación que distingue entre nombres históricos y contemporáneos. Con los primeros, privilegia un afán de rigurosa documentación; con los segundos, la aproximación es más intuitiva. “Aquí ya no se trata de interpretar una realidad que no he vivido, sino de canalizar corrientes que existen dentro de mis coetáneos”, afirma. Básicamente, “ofrecer espacios de libertad a los diseñadores para desarrollar proyectos que de otra manera no serían posibles”.
Muchas han sido sus certezas, como cuando en 2014 descubrió en Dinamarca a Sabine Marcelis, que acababa de terminar su carrera en la Design Academy Eindhoven. “Las primeras piezas que vi eran pequeños objetos que, bajo una aparente simplicidad, tenían algo diferente. Vi claro que había una voz allí que podría conectar con la gente”. Con estas referencias, ¿cómo se conjuga la atracción por la belleza de una pieza y el afán inversor? “Dentro del diseño histórico, el brasileño ha sido el movimiento más relevante de los últimos 20 años, con una fuerte revalorización. Al principio, ideamos algunas colecciones importantes con un desembolso moderado por parte de los clientes que, sin embargo, hoy en día tienen un gran valor. Entiendo esto como una consecuencia de haber hecho bien nuestra labor, motivado por el interés intelectual o político y no por el dinero”, responde.
Su próximo reto: amplificar su alcance como puente entre Europa y América Latina instalándose en Madrid. Para ello, Side Gallery ha adquirido La Macarrona, el emblemático edificio situado en Somosaguas, construido entre 1971 y 1976 por el arquitecto Fernando Higueras; un entorno significativo para conversar con el mejor diseño.
I·llacions. Crear legado es emocionante
Xavier Franquesa, impulsor y director de Il•lacions, se enorgullece de haber dado el paso para promover el fértil territorio creativo de Barcelona, ciudad desde la que mueve hilos para detectar talentos, apoyarlos e introducirlos en el creciente mundo del coleccionismo. La galería, ubicada en un piso de 400 m2 en la populosa Rambla de la Ciudad Condal, es un espacio que se ha erigido en nodo cultural y punto de encuentro de ideas, pensamiento y debate de la cultura del proyecto.
Con su experiencia en el campo del interiorismo, Franquesa sabía a dónde apuntaba. A su capacidad de identificar y respaldar a artistas emergentes se suman un conocimiento profundo de las tendencias del mercado y el entusiasmo necesario para organizar eventos que atraigan tanto a espectadores como a compradores. Especialmente, para establecer un círculo de oportunidades y valores compartidos. “Il·lacions es una propuesta pionera, inédita y sin precedentes. Surge del convencimiento de que Barcelona merece un lugar destacado en el panorama del diseño coleccionable o, como a mí me gusta denominarlo: ‘diseño de galería’. Y no podía ser para menos, ya que alberga 18 escuelas, lo que ha resultado en una gran cantidad de diseñadores altamente capacitados y con un notable potencial. Consideramos que nuestra mayor fortaleza radica en esa conexión única con la ciudad y la calidad de sus creadores”, nos dice Xavier.
Es el caso de unos de sus grandes descubrimientos, Sanna Völker, y de su relación con Josep Vila Capdevila /Aparentment, de la que Xavier destaca su atrevimiento rompedor. En esta línea, hay que llamar la atención sobre la Barcelona Lamp de Antoni Arola, una luminaria de pie encargada para la Design Miami 2023 que ha dado a la galería una especial satisfacción —está nominada para los premios Delta de este año— porque, subraya Franquesa, “también nos reivindicamos como generadores de ideas que pueden acabar industrializadas”. Un movimiento muy interesante y, por qué no, factible, que puede cambiar el rumbo de una pieza única.
Según su experiencia, hoy se invierte en diseño. “Es el mercado del momento, del presente”, asegura. “Invertir en diseño contemporáneo representa una gran oportunidad para comprar obras de arte de nuestra época, con las que nos identificamos de forma natural y que podemos disfrutar de inmediato. Su valor aumenta con el tiempo y, por lo tanto, son irrepetibles. Crear legado es emocionante. Nos gusta mucho esa perspectiva porque es lo que adquirimos como un signo de nuestro tiempo y queremos que perdure como testimonio para el futuro”, concluye.