Firme defensor de la curiosidad y la imaginación, Bruno Munari consagró su vida a explorar los límites de las cosas, desde el tiempo a la percepción del entorno que nos rodea. Hasta el 22 de mayo, la Fundación Juan March acoge la retrospectiva más amplia del artista fuera de Italia, donde podemos captar la esencia de un creador tan incansable como irreverente.
Bruno Munari o “El Miguel Ángel de nuestra era”
Una exposición colectiva de Bruno Munari fue un título descartado como nombre para la retrospectiva de Munari que acoge hasta el 22 de mayo la Fundación Juan March. No querían confundir al público asistente, ya que todas las piezas eran del propio autor, pero lo cierto es que Bruno Munari fue e hizo muchas cosas. Artista, diseñador, editor, pedagogo, teórico… Poco se dejó por hacer el italiano al que se han referido como el “Miguel Ángel de nuestra era” o “la mezcla perfecta entre Leonardo Da Vinci y Peter Pan”. Un verso del poeta americano Walt Whitman en su Canto a mí mismo lo definiría absolutamente: “Yo soy inmenso… y contengo multitudes”.
La exposición supone la retrospectiva más amplia del artista fuera de Italia, y en ella podemos captar la esencia de un creador tan incansable como irreverente. Hasta este momento en España, muchos habíamos llegado a Munari a través de sus libros —editados por G. Gili—. Resulta llamativo cómo su labor teórica llegó mucho antes que su trabajo como artista, diseñador industrial, gráfico, editorial, autor de libros infantiles o pedagogo. Firme defensor de la curiosidad y la imaginación, consagró su vida a explorar los límites de las cosas, desde el tiempo a la percepción del entorno que nos rodea. Consideraba que esta experimentación con los límites ampliaba la visión y con ella, el mundo.
Un recorrido único por la Fundación Juan March
Munari transitó por corrientes, proyectos y materiales sin establecer prioridades ni jerarquías, todo era digno de ser explorado. Su obra admite un recorrido por muchos de los movimientos del siglo XX: en la primera parte vemos creaciones que podrían ser un cruce de pinturas entre Fernand Léger y Paul Klee, para pasar a formas más orgánicas como podrían ser las de Miró o Jean Arp. Aportó un toque personal e insolente nada gratuito; y con esa base reflexiva tan apabullante podía permitirse el lujo de incluir en sus propuestas el humor, el juego y la ironía. Casi como el artista del circo que, con un dominio absoluto de la técnica, puede hacer piruetas y saltos mortales a varios metros de altura.
Como ejemplo de su fina ironía encontramos su Silla para visitas breves, la maravillosa colección de tenedores parlantes que transforma una simple cubertería en una serie de artefactos de una expresividad pasmosa, los fósiles del año 2000 (realizada en 1959) con los que desafió la idea de tiempo o su Reconstrucción teórica de objetos imaginarios. El secreto de Munari parece estar constituido por una combinación de rigor y levedad, esa misma levedad de la que Italo Calvino nos hablaría décadas más tarde en su ensayo Seis propuestas para el nuevo milenio.
Porque Munari fue precursor de muchas cosas, se empeñó no solo en mirar, sino en ver; animaba al público a recuperar la mirada infantil impulsada por la curiosidad y la libertad de descubrir. Siguiendo estos preceptos desarrolló su propio método pedagógico y creativo en un momento en el que los grandes museos y las galerías no eran un espacio abierto a los niños.
En una charla disponible en la web de la Fundación Juan March, con motivo de la retrospectiva, Juli Capella recuerda su primer encuentro con el creador y diseñador como estudiante en la escuela Massana; cuenta en esta anécdota que se topó con la siguiente afirmación de Munari: “El huevo es una silueta perfecta, aunque esté hecha con el culo”. Y es que el mayor logro de este hombre inabarcable fue, precisamente, el reto más difícil al que se puede enfrentar una persona: mantenerse niño mientras era adulto.
En este enlace puedes puede conocer otras exposiciones actuales en Madrid.
Bruno Munari (Milán, 24 de octubre de 1907 – 30 de septiembre de 1998) fue diseñador, poeta, escultor, pedagogo y autor de libros. Es considerado uno de los mejores diseñadores industriales y gráficos del siglo XX.