La idea de For forest – The unending attraction of nature tiene su origen en un dibujo de Max Peintner de los años 70. Ahora, Klaus Littmann hace tangible este proyecto transformando un estadio olímpico en un auténtico reducto de naturaleza salvaje.
For forest – The unending attraction of nature comenzó como un dibujo. En un coliseo abarrotado, un trozo de bosque actuaba como la superestrella de una gira mundial. El fondo se completaba con la vista de una ciudad repleta de edificios y fábricas, ajena a la realidad expuesta en el centro de ese estadio.
El artista Max Peintner utilizaba este recurso en 1970 para señalar la fragilidad de los protagonistas frente al crecimiento cada vez más desmesurado de la urbe posindustrial. Casi 50 años más tarde, su colega Klaus Littmann extrae esa imagen del papel y nos presenta la magnitud real de ese espectáculo silencioso.
Los árboles de Klaus Littmann
El campo de fútbol del equipo local de Klagenfurt (Austria) es el sitio elegido para llevar a cabo el experimento. Los árboles toman el control del espacio escénico desde que nos asomamos a las gradas. El tamaño, las especies y la disposición se han seleccionado para que dialoguen directamente con las dimensiones de la caja, como si todo fuese una coraza construida para proteger la última arboleda del planeta.
Repetir un mensaje gastado hace medio siglo en un dibujo no habría merecido el esfuerzo de plantar 300 árboles en el césped de un estadio olímpico. Pero el propio discurso ecologista ha evolucionado durante este tiempo lo suficiente como para abandonar el tono paternal. Si la viñeta que esbozaba Peintner lanzaba una advertencia, el trabajo de Littmann plantea una visión más esperanzadora. En el camino del dicho al hecho se demuestra que bosque y ciudad pueden compartir un mismo lugar, y el resultado cautiva tanto como para cobrar entrada.
For Forest. The unending attraction of nature
El título de la imagen ya nos prometía la seducción infinita que supondría la escena. La espesura mantiene una distancia medida con el público y permanece elegantemente inalcanzable, como quien guarda un secreto. La proliferación de la vida y de la muerte: en hormigueros o nidos, por esporas o rizomas. La absorción y evapotranspiración del agua. Los colores y las formas, las luces y las sombras. Lo pintoresco o lo sublime. Cualquier análisis artístico, científico o urbanístico que queramos hacer nos sirve para explicar que estamos ante algo que sencillamente no podemos dejar de mirar.
