Que un artista sea considerado fotógrafo no significa que solo haga fotografía. Siempre hay muchas más disciplinas atrapadas en la unidimensionalidad de la imagen. En Filippo Minelli, sin ir más lejos, hay composición, hay escenografía, hay paisaje; por lo que se podría decir que es, además, un cazador de espacios, un escenógrafo y un diseñador de paisajes improvisados.
Esculturas de humo para congelar el instante
Leído de esta manera, podría parecer que su trabajo requiere de detalle y organización, pero Filippo Minelli trabaja con una técnica mucho más salvaje: “Es más como correr por estos diferentes lugares y tratar de congelar la nube en la composición que a esta se le antoje”.
Lugares que no son elegidos fortuitamente. Por supuesto, dice, tienen que estar repletos de significado o, al menos, de una fuerte sensación que hable, que tenga capacidad de transformación “como las fuerzas del medio ambiente, que cobran una mayor presencia y juegan un papel más impredecible en el proceso”.
De ahí que reciba numerosas invitaciones para trabajar en sitios que llevan consigo una carga de conflicto: unas veces armados —Colombia— y, otras, internos —entornos religiosos—. Filippo Minelli estudia cada emplazamiento para ver cómo puede sumar y repercutir en la composición y cómo puede moldear al elemento protagonista: el humo.
Hay que pensar en la 27ª cumbre del G8 en Génova para llegar al punto de inspiración desde el que nace el concepto del humo como elemento escultórico. Lejos de hablar de lo que a primera vista nos transmite —color, festividad, alegría—, nos acerca a la manifestación política, donde, como en una escena de película, se puede ver a la policía por un lado y los manifestantes por otro.
Los últimos gritando sus ideales y los primeros acallándolos con gas lacrimógeno. “Nadie puede respirar, por lo que toda la situación se vuelve muy silenciosa. Me dio la impresión de que el humo en sí era el silencio que llegaba a la escena. Así que decidí descontextualizar las bombas de humo y colocarlas en paisajes donde pudiera dar esta impresión a otras personas”,cuenta en una de las entrevistas que Filippo Minelli concedió en 2019 en Madrid con motivo de su exposición en la Feria Urbanity.
Dicen que es mejor pedir perdón que pedir permiso; Minelli lo ha tomado como ley de vida y eso es lo que proyecta. Y lo que gusta: la sensación de libertad, de ausencia de límites, el libre albedrío del color y de las formas.
Las piezas de Filippo Minelli son apetecibles porque él no encierra en un objeto abstracciones propias y universales, sino que las deja sueltas, fluyendo en su hábitat y a su propio ritmo.
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