Izaskun Chinchilla diseña para Finsa Connective Nature en el Madrid Design Festival. Una instalación que interactúa con los materiales y aprovecha sus connotaciones expresivas, evocadoras o simbólicas. Hay que celebrar el compromiso de esta empresa especializada en madera y siempre inquieta con un planteamiento experimental que, por su propia naturaleza, está destinado a levantar controversias.
Una de las tendencias de fondo de la arquitectura y el interiorismo en el siglo XXI es la exploración de los elementos intangibles como instrumentos para la cualificación del espacio. Se trata más de diseñar experiencias perceptivas que de configurar artefactos tectónicos o delimitar y caracterizar ámbitos por medio de superficies reales. En suma, construir lugares empíricos más que lugares topográficos. Evidentemente, esa corriente interactúa con los materiales y aprovecha sus connotaciones expresivas, evocadoras o simbólicas.
Izaskun Chinchilla —como suele— ensaya con atrevimiento esa vía en la instalación que presenta de la mano de Finsa en el Madrid Design Festival de este año. Hay que celebrar el compromiso de esta empresa especializada en madera y siempre inquieta con un planteamiento experimental que, por su propia naturaleza, está destinado a levantar controversias. No hay tantas en España que lo hagan. La propuesta de Connective Nature se resume en una suerte de bosque o parque virtual, a modo de oasis urbano, fragmentado en ocho episodios que demandan la colaboración del visitante.
Se requiere de este que se siente en unos sillones envolventes a escuchar el trino de un pájaro, que se concentre en el peso separado de cada una de las partes de su cuerpo sobre un sofá de módulos hinchables, que componga una imagen en el agua con una especie de triángulos tangram, que lea un haiku y sonría a quien se sienta enfrente para compartir el momento, que se columpie con los ojos cerrados, que escriba un recuerdo en unas tablillas de pizarra, que se tienda sobre esferas neumáticas para evocar la sensación de tumbarse en la hierba, que revele un secreto.
Cada episodio tiene un hashtag asignado para que el público dé cuenta de su experiencia en las redes sociales, añadiendo así una dimensión virtual más. Izaskun se apoya en referencias al mindfulness y a narrativas psicofísicas de ese jaez que lindan peligrosamente con cierto coaching. El mobiliario diseñado al efecto se ha realizado con chapados de madera de la casa, con un aire a medio camino del DIY y, digamos, Piet Hein Eek. Sobre el mismo material se troquelan las singulares tipografías que identifican cada ambiente, muy del estilo de Chinchilla. Las soluciones funcionan desigualmente, pero recrearse en ello sería tapar el bosque con los árboles. Es el precio de la audacia, y quien guste de mirar hacia delante debe pagarlo siempre con gusto.
En el siguiente enlace puedes ver más proyectos realizados con los materiales de Finsa.
