EteroLukumas, el nuevo proyecto de 314 Architecture Studio, se presenta como un delirio modernista en pleno centro de Atenas: una pastelería envuelta en curvas oníricas y siluetas ondulantes. Arquitectura orgánica que sirve como puerta de entrada al asombro.
Una pastelería como delirio escultórico
En el cruce de una calle céntrica de Atenas, parece que un local minúsculo ha adquirido proporciones mitológicas. EteroLukumas se esconde tras una fachada escultórica que despierta ecos de otra época, como si alguien hubiera decidido construir una pastelería a partir del sueño de un artista del Art Nouveau. Las oquedades y las formas orgánicas que serpentean por su frente de azulejos cerámicos recuerdan a las arcadas de Antoni Gaudí, a las texturas biomórficas de Víctor Horta o a los mundos interiores de Héctor Guimard. Aunque en este caso no ha hecho falta utilizar la técnica de la vidriera o el hierro forjado: simplemente una piel continua de baldosas que brillan y se ondulan como si la propia gravedad fuera el ingrediente secreto de la receta arquitectónica.
El estudio griego 314 Architecture Studio, dirigido por Pavlos Chatziangelidis, ha sido el encargado de cincelar este local repostero. De hecho, la apariencia desvela los años que el equipo lleva flirteando con una estética que desafía la lógica constructiva más tradicional. En sus proyectos, hay una pasión innegociable por las superficies líquidas, los volúmenes suaves y la sinuosidad como lenguaje estructural. Pero lo que en otros trabajos suyos —como The Chrysalis o el Golden Beach Hotel— aparece diluido en el contexto residencial o paisajístico, aquí estalla con descaro en el sutil barrio de Psyrri.
El Art Nouveau aterriza en Atenas
En apenas 24 m², los arquitectos han orquestado el interior de EteroLukumas con una enorme columna integrada en techo y paredes, un mostrador insertado en la propia masa arquitectónica, una envoltura cerámica y el uso de cristal Changhong. Una propuesta que brota de los muros como hongos albinos, haciendo que todo simule ser parte de un mismo organismo. Los colores dominantes que se aprecian son los blancos rotos, los beiges y los reflejos nacarados; estos últimos provocados por una luz difusa que acentúa los pliegues del revestimiento, generando una atmósfera que convierte al lugar en un laboratorio pastelero de otra línea temporal.
El resultado creativo está pensado para que el visitante se sienta dentro de un entorno a medio camino entre el Art Nouveau y la ciencia ficción. Con ello, 314 Architecture Studio ha sabido convertir las limitaciones dimensionales en una experiencia completamente inmersiva, a pesar de que la principal tarea del establecimiento sea la de vender lukumas: esas famosas rosquillas griegas. Frente a los ambientes comerciales que tienden a la neutralidad anodina, EteroLukumas se planta como una anomalía en el espacio-tiempo. Un diminuto artefacto que con materiales humildes rememora una época en que las ciudades se pensaban como escenarios de fantasía. Paisajes donde la arquitectura se quería morder.
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