A veces el espacio más anodino puede adquirir forma y significado si es transformado por las manos adecuadas. Un oscuro y olvidado rincón en la entreplanta de un edificio de oficinas en Recoletos (Madrid), es el protagonista de este post. Un proyecto de Noviembre Estudio que recientemente ha visto la luz.
Descontextualizar objetos. Esa es uno de los principios sobre los que el estudio basa sus diseños y el pilar que una vez más lo sustenta todo. Para ello han acomodado esta sala multiusos (que bien sirve para un café entre compañeros, una reunión improvisada o un break de la jornada laboral) con muebles de jardín de Vodom y las mesas transparentes “Invisible Side” de Kartell que descansan sobre un suelo de moqueta vinílica de Bolon. Muebles de estilo minimalista y políticamente cómodos, aunque no en exceso para evitar así largas estancias en un área que no ha sido concebido para ello.
Pero sin duda, el objeto que acapara toda nuestra atención es la luminaria “Botanic Rain”, de Ross Lovegrove, diseñador galés apasionado por cambiar nuestro punto de vista sobre la tridimensionalidad de las cosas. Esta lámpara ha sido estratégicamente colocada por parte de Noviembre Estudio sobre los ventanales a modo de cortina, con la intención de hacer de un paisaje aburrido (con vistas a un garaje de coches) un lugar donde mirar y quedarse embelesado entre la sinuosidad de sus curvas.
Asistimos pues a un ejercicio de interiorismo mediante el cual una sala diáfana y sin utilidad puede ser reconvertida en un punto de encuentro, en casilla de salida y llegada de la jornada laboral. Ese sitio donde las ideas atascadas salen del atolladero y donde una pausa carga de energía al más agotado de los trabajadores.