Lejos estamos de los años 90, cuando el diseño holandés abrió una ventana de aire fresco e irreverente y creó un ideario: la conciencia de que el pensamiento disruptivo —con un trasfondo poético— descubre caminos insospechados. Hoy, algunas de las ciudades de Países Bajos nos ofrecen un paisaje en ebullición, con pluralidad de voces consagradas y nombres emergentes tras los que se halla un concepto: diseñar el diseñar.
El origen del diseño en Países Bajos fue Ámsterdam
Droog es un colectivo con sede en Ámsterdam que a principios de los 90 reunió a un importante número de diseñadores con un pensamiento radical y una visión artística. De esa asociación experimental surgieron nombres como Marcel Wanders, Tejo Remy, Hella Jongerius, Richard Hutten, Ed Annink o Jurgen Bey, entre otros. Como grupo duró solo seis años, pero los objetos metáfora que nacieron de ese brainstorming prodigioso siguen en el archivo de Droog, en museos y en colecciones. Fueron la punta de lanza de la vida profesional de grandes figuras.
Lo significativo es que esa libertad conceptual y esa inclinación por abordar nuevas formas y nuevos materiales se transformaron en un legado que las siguientes generaciones han ido incorporando a su manera de crear. En nuestra visita a su espacio —galería, hotel, café y zona de eventos—, Renny Ramakers —cofundadora junto a Gijs Bakker— insiste en que “todas las propuestas y las exposiciones que hicimos estaban basadas en procesos más que en proyectos. Nuestro afán era investigar el non sense para dar lugar a piezas simples de una gran belleza, pero una belleza alejada de lo convencional. Para nosotros el diseño era —y es— un sentimiento y una intuición”, concluye.
Romper la disciplina
No podemos acercarnos a las iniciativas contemporáneas nacidas en los Países Bajos sin reconocer el papel inspirador que las propias ciudades y sus instituciones ejercen en estudiantes y diseñadores emergentes. Y tampoco hay que olvidar que empresas nacionales e internacionales ayudan a configurar ese marco de oportunidades.
La aclamada Design Academy Eindhoven (DAE) es uno de esos nodos que fomentan libertad de pensamiento partiendo de tres preguntas básicas: ¿Quién eres? ¿Quién quieres ser? ¿En qué mundo quieres vivir? Casi nada. El centro, que cuenta con casi 600 estudiantes de 47 nacionalidades, se ufana y se afana en ser un acompañante en la etapa formativa y en potenciar las más variadas ideas en los trabajos de graduación. “No les decimos a los alumnos cómo debe hacerse una silla. Los animamos a pensar en cómo hay que sentarse. Diría que es un diseñar el diseñar”, explica muy gráficamente Tessa Blokland, responsable de Relaciones y Proyectos Educativos de DAE. Para Raf De Keninck, su director, “debemos escanear qué sucede alrededor, romper la disciplina y guiar a los estudiantes para que cada uno encuentre su camino”.
Confrontar ideas, propiciar el debate e impulsar nuevas perspectivas. Esas son algunas de las motivaciones de la Dutch Design Foundation y de uno de sus más consolidados eventos, la Dutch Design Week. Ambas organizaciones han puesto en el mapa del diseño a Eindhoven, a sus creadores y a las empresas vinculadas. “Abrimos nuestro lugar para que vean qué hacemos. Estamos orientados hacia el futuro, no hacia el presente: prototipos, experimentos y nuevas metodologías que muestran la ruta de la siguiente generación. Apoyamos las soluciones que vendrán”, señala Martijn Paulen, su director. “Empujar la innovación tecnológica no es suficiente, hay que pensar en qué necesita realmente la gente y sus contextos”.
“Eindhoven y la academia me llevaron a proyectar quién soy, a no tener miedo de abrir ciertos pestillos que me llevan a lo desconocido”
Nacho Carbonell
En esa intención de abordar lo complejo y repensar la profesión, el Nieuwe Instituut es la voz del legado y del porvenir: un centro con base en Róterdam que favorece la interconexión entre los usuarios y las diferentes áreas de experiencia. Aric Chen, su director y comisario, enfatiza que hay que proponer nuevas narrativas: otros relatos ligados a la antropología, a las relaciones sociales y a la naturaleza, con los que profundizar en las contradicciones de la vida para influir en la manufactura y el consumo. “Libertad es innovación. Róterdam es ejemplo de cómo se expanden y convergen las ideas”, sostiene. En realidad, esta capital es en sí misma un hub de pensamiento en constante transición. Como ocurre en Eindhoven, da la sensación de que todo puede ocurrir en sus espacios creativos. Ambas son urbes sociables, amables, accesibles, en donde se fomenta vivir y trabajar en áreas industriales reconvertidas y en donde late el sentimiento de comunidad.
Eindhoven. Creación de nuevos escenarios
En una ciudad donde la cultura del proceso es mucho más que un nodo conceptual, Annemoon Geurts es un ejemplo de valentía y empeño. Su gran emprendimiento es Home of Design Kazerne —galería, hotel, restaurante, sala de reuniones y tienda—, con el que propicia encuentros entre la industria creativa y otros sectores económicos. Se ubica en un antiguo depósito de bomberos de 2000 m2, y desde ahí se potencia la circularidad y el diseño inclusivo con exposiciones semestrales que ponen en valor los nuevos talentos. Esta temporada, Evolving Harmony incluye, entre otras, las lámparas e instalaciones textiles de Grietje Schepers, que no temen a la escala ni a los lugares amplios. Realizadas a mano y con patrones en 3D, juegan con estructuras, nudos, formas y colores.
Nuestro admirado Nacho Carbonell, mediterráneo aterrizado en Eindhoven, halló su eureka en la DAE y, desde ese momento, no ha parado de perfilar mundos oníricos con materiales experimentales y de desecho. Un universo que se retroalimenta y que, con trabajos como la colección Light Mesh, sigue conquistando museos, coleccionistas y galerías. Entre ellas, la Carpenters Workshop Gallery, para quien prepara una gran exhibición. “Esta ciudad y la Academia me llevaron a proyectar quién soy, a no tener miedo de abrir ciertos pestillos que me lleven a lo desconocido”, nos cuenta mientras recorremos la gran nave de su estudio en Sectie C, en donde se crean piezas que pueden llevar entre 200 a 2000 horas de producción. Para él, el diseño holandés es una metodología más que un estilo: “Una demostración de que tienes libertad para ser original, ser tú mismo y dar un paso más de lo que has aprendido. Puedes pegar una patada en la puerta y decir ‘esto existe’”.
Cruzando la calle, nos encontramos con el estudio del italiano Corradino Garofalo, otro profeta lejos de su tierra. Interesado en metáforas materiales, investiga su historia y su entorno para dar con la forma y la relevancia física del objeto hecho concepto. Esa fuerza y sensibilidad trazuman en Dorico y Partenopea, en donde la piedra y los tallos de junco adquieren una sugerente voz propia.
En una línea de reflexión afín, Atelier NL muestra “el valor de los materiales locales convirtiendo elementos de la tierra en creaciones tangibles y cotidianas”. Arcilla, arena, madera o cristal orientados a una artesanía de producción responsable construyen narrativas enigmáticas. Con una visión transformadora, Nadine Sterk y Lonny van Ryswyck, sus fundadoras, representan esa actitud que en Países Bajos es todo un manifiesto: el diseño ha de hacer preguntas.
“Como OS &OOS nos sentimos atraídos por quienes empujan los límites y no temen añadir una nota extraña”, confesaron a ROOM hace unos años Oskar Peet y Sophie Mensen. Otra clara seña de identidad Made in Netherlands es el atrevimiento, la interacción con el usuario y la manipulación de la materialidad en unos trabajos que conversan con el arte y la industria. Frente a esto, tenemos la organicidad del jovencísimo Tim Teven. Sus piezas hechas a mano en una mezcla de manufactura y tecnología saben imponerse en el espacio con un toque de ironía. Lucas Maassen también nos invita a pensar de manera lúdica. Para moldear su ideario propone otros equilibrios, y nadie puede quedar indiferente ante sus obras conceptuales y, a veces, subversivas.
Róterdam. La urbe como hub
Llegamos a Róterdam. Su maravillo skyline es trasunto de modernidad y bienestar económico. Una magnificencia no ostentosa que impacta. “Hay que preparar el diseño para el tiempo que viene”, nos dice Jurgen Bey, voz autorizada como creador y crítico. Desde su WaterSchool reivindica el interés común, los trabajos colaborativos y los nuevos escenarios del diseño y la arquitectura en relación con la economía y los modelos de educación: “Toma el talento y hazlo dialogar con la complejidad”. El Studio Makkink & Bey, dirigido junto a Rianne Makkink y ubicado —como no podía ser de otro modo— en un antiguo edificio fabril, se especializa desde sus inicios en proyectos urbanos y muebles con una fuerte carga poética conectada con el reciclaje, la ecología y la ciencia.
En ese ecosistema, nos acercamos a uno de los puertos más antiguos de la ciudad. En una de sus viejas fábricas, transformadas en confortables coworkings, encontramos a Merle Flügge y Job Mouwen, los arquitectos fundadores de Supertoys Supertoys. Sus muebles y objetos sencillos, coloridos y de siluetas redondeadas y rotundas tienen un cierto aire pop que ellos llaman radical cuteness. Hechos a mano y con herramientas digitales en madera, arena, resina, porcelana o bronce, tienen un fuerte carácter lúdico y emocional. “Nos gusta crear un mundo paralelo, disfrutón, ligero, que mantenga nuestra inocencia. Por eso nos atrae el diseño radical italiano de los 70”, explican. Sus próximos pasos: esculturas públicas y desarrollar una pieza para un coleccionista de arte. En la puerta contigua nos encontramos con Jonas Lutz. Este joven finlandés formado en Estocolmo y Eindhoven y afincado en Róterdam se define como maker. Con un aire nórdico, sus creaciones son utilitarias, pero esculturales. Stay Chair es un buen ejemplo de ello.
Bajo una inclemente lluvia del norte, nos trasladamos a Voorhaven 57: una nave de amplios ventanales en la que conviven varios estudios. Allí conversamos con David Derksen, figura destacada de su generación. En él se unen habilidad tecnológica e inclinación creativa. “Los graduados en los años 2000 nos volvimos más hacia lo escultural. A mí me gusta usar materiales leves, flexibles, que permiten jugar con las formas y llevarlos al límite”, nos cuenta. Además de ser director creativo de WL Ceramics, una empresa de cerámica china, ha fundado ARRAY, una línea de iluminación. “Crear objetos es como jugar con las fuerzas de la naturaleza a escala”, señala. Junto con otros socios, en 2022 lanzó Atelier Artiforte, una nueva marca holandesa de luminarias
Blue City es un hub de emprendimientos para potenciar la economía circular y azul. En una antigua piscina instalada en un inmueble de tres plantas, compañías, laboratorios y estudios desarrollan propuestas relacionadas con el impacto de los residuos. Desde ese cosmos, Better Future Factory quiere incidir en el mundo ayudando a empresas y diseñadores a tomar las decisiones correctas. “Hemos sido los primeros en imprimir en plástico reciclado. Nuestra labor consiste en fabricar prototipos y ofrecer la tecnología y los samplers de lo que se puede hacer”, nos dice Bart Bleijerveld, uno de sus fundadores.
De Róterdam al mundo es el recorrido del Studio Wieki Somers. Sus obras e instalaciones para museos, galerías y clientes como Hermès, Kvadrat o Moroso son lúcidos y sensibles poemas visuales. Detrás de ellos, ingenio tecnológico y la intención de sus autores de “ofrecer una lectura ilustrada del entorno cotidiano”. Y qué decir del emporio de Piet Hein Eek. Taller, tienda, hotel, restaurante, lugar de encuentro y nuevas naves de trabajo. La vista no alcanza para abarcar ni el espacio ni esa producción ingente de mobiliario. El reúso y el reciclado convertidos en piezas únicas artesanales siguen siendo, en palabras de Eek, un canto de amor a la naturaleza. Y casi un homenaje a la arquitectura es la mesa-lámpara Low Table de MVRDV, que aprovecha perfiles de aluminio sobrantes de la empresa belga Delta Light para elaborar una joya de orfebrería, tal vez una reminiscencia de los rascacielos de la ciudad.
“No les decimos a los alumnos cómo debe hacerse una silla. Los animamos a pensar en cómo hay que sentarse. Diría que es un diseñar el diseñar”
Tessa Blokland
Ya fuera de Róterdam, en Bolduque —cuna de El Bosco—Maarten Baas ha instalado su casa creativa, taller y showroom, y está construyendo un edificio para impulsar un foco de nuevos talentos. Su catálogo — muy reconocible— ha crecido a golpe de trazos desfigurados, dibujos escultóricos y objetos imposibles. “Mi lugar es el de las utopías”, afirma. Un discurso desbordado que se mueve entre lo funcional y el art design. Mientras prepara nuevas creaciones y una retrospectiva de su trabajo, planta 500 árboles en Amela, un pueblo a una hora de Lisboa. Allí está rehabilitando casas en ruinas para hacer residencias de diseñadores, artesanos y artistas.
“Replantea, diseña, cambia” son las claves de Studio MOM, un equipo de diseño industrial ubicado en Arnhem, a hora y media de Róterdam. PHEN 1.0, para Royal Gazelle, es la bicicleta del futuro fruto de innumerables cuestionamientos sobre ciclismo, naturaleza y ergonomía. También han creado MyHelmet, un casco de ciclista —“seguro para la cabeza, bueno para el medio ambiente”—, biofabricado con micelio que reemplaza la espuma nociva de los cascos convencionales.
Para cerrar este recorrido en torno a Róterdam, focalizamos en Breda, donde nació Marre Moerel. En un largo viaje de dentro a fuera, esta diseñadora y artesana ha hecho un recorrido por el mundo para acabar en Madrid. Desde allí, da forma a un organicismo exquisito con objetos que son el resultado de una continua negociación entre concepto y funcionalidad.
La elocuencia del textil
Claudy Jongstra y Christien Meindertsma son dos voces indiscutibles de la escena holandesa contemporánea. La primera es un ejemplo de cómo desde el respeto a la biodiversidad y la agricultura se pueden lograr obras de arte e instalaciones ecosensatas a gran escala. Sus piezas evidencian el dominio innovador de Jongstra en la técnica ancestral de hacer fieltro de lana, nacidas de una cadena de producción local vinculada a su granja biodinámica y su jardín de investigación botánica.
En esta línea de investigación, la diseñadora Christien Meindertsma explora la vida de los productos, utilizando los recursos naturales y los residuos para realizar aplicaciones creativas de linóleo. En los últimos años, trabaja el 3D con dos robots colaborativos — Wobot y Block wool— que elaboran estructuras tridimensionales solo con lana. Su trabajo se muestra hasta el 24 de octubre en la exposición Re-forming Waste, en el Victoria & Albert Museum.
Nacido de una amplitud de miras y de un nicho de oportunidades, el diseño de Países Bajos se refuerza en su autoconfianza y en la conciencia de su misión. Observación, tolerancia formal, empatía con la vida, una buena cuota de determinación y empuje colaborativo constituyen su ADN. Un diseño que, más allá de la provocación conceptual y material, es una estimulante manera de pensar y una forma de configurar la memoria del futuro.