Hay veces que, a pesar de todos nuestros esfuerzos, la ciudad nos supera. Aunque sepamos lo imprescindible que resulta vivir en sociedad, hay días que necesitamos huir a la selva más cercana y buscar un refugio en la naturaleza. Un cobijo básico que nos proteja de todo menos de ese nuevo entorno. Diana Salvador y Javier Mera han construido Huaira cabin, una cabaña prefabricada para los náufragos de la urbe, para los aventureros del fin de semana.
Huaira Cabin. Fuera lo innecesario
El proyecto de cabaña prefabricada Huaira Cabin saca provecho de un ambiente con recursos limitados para eliminar las cosas menos importantes de nuestras vidas. El aquelarre de las comodidades. Quizá lo más interesante de todo el proceso sea que, después de la purga, el resultado funcione y nos haga dejar de reclamar metros cuadrados de salón o el baño de un dormitorio en suite.
Esta cabaña prefabricada apuesta por la sostenibilidad y la huella de carbono negativa. La materialidad o la morfología de la estructura nos hablan de cuál ha sido el objetivo desde el primer minuto de trabajo. En el exterior detectamos las estrategias pasivas ─protección solar, plataformas elevadas contra las escorrentías o techos que aseguren una evacuación adecuada de las lluvias tropicales─ y se adivinan los componentes que permitirían replicar el modelo en otro lugar.
Una cabaña prefabricada básica y confortable diseñada por Dianamanzana
El interior de Dianamanzana agrada con la combinación de maderas del suelo y las paredes, los detalles casi de marquetería de los orificios para la ventilación o de los muebles de la cocina y el negro intenso de los elementos metálicos. Resguarda por fuera y deleita por dentro, un auténtico invernadero para humanos.
La cabaña prefabricada Huaira Cabin juguetea con las ideas de casa y refugio a la vez. Nos presenta una cabaña prefabricada perfectamente habitable que aporta confort con muy poca tecnología. Una propuesta con premisas para aplicarse en los problemas del hogar colectivo, donde parece más necesario desprenderse de espacio de zonas privadas para ocuparlos con usos comunitarios más versátiles. Un prototipo que apenas logra salir del alquiler vacacional, pero que nos pone en la pista para pensar cada vez más en refugios y menos en viviendas.