Christopher Stuart es un artista americano del estado de Indiana que insiste en encasillar al diseñador/artista en el mueble/obra. Movido por galerías, exposiciones y blogs, Stuart es un sastre en cuyos cajones podremos encontrar al artesano, al diseñador, al artista. Muchos en uno solo.
Diseñador americano, artesano o artista
Dentro de una historia siempre hay una estructura: principio, nudo y desenlace. Puede ser la mejor, la más sólida y, aun así, no tener contenido. Por eso, a veces, es más sencillo disertar sobre arte que sobre diseño. Es decir, sobre lo que todo el mundo ha comprendido desde su subjetividad. Lo mejor del arte es que hay que explicarlo mucho menos. Y en Estados Unidos, los diseñadores americanos, esto lo tienen claro.
Hablemos de Christopher Stuart
Hablemos de Christopher Stuart, un diseñador americano del estado de Indiana que insiste en encasillar al diseñador/artista en el mueble/obra. Movido por galerías, exposiciones y blogs, Stuart es un sastre en cuyos cajones podremos encontrar al artesano, al diseñador, al artista. Muchos en uno solo. Como sus propias creaciones. Unidades únicas como Boolean Chair —ese homenaje al matemático George Boole— nos recuerdan la superposición de modelos fusionados de manera directa. Algo así como si la silla Masters de Eugeni Quitllet pudiera ser la mariposa que desata un macizo de madera al otro lado del Atlántico.
La fusión llega a la confusión en Drape Chair, donde una base moldeada en fibra de vidrio y pintada de forma magistral es el tunning de lo que sería una colección con mucho potencial. Pese a estar buscando su verdadera identidad, es una de las piezas más sugestivas de este diseñador americano. En bonanza económica y con medios, Ron Arad la estamparía sobre metal, no vendería ninguna, pero lo alzaría a los altares. Ahora, sin embargo, al éxito no se llega fácilmente.
Sigamos. A pesar de su falta de contundencia, la silla Glitch 8 le encantaría al Starck de los ochenta. Base robusta y armazón ligero, aunque lo que entra en contacto con el cuerpo es aterciopelado y acolchado. Las sutiles telas colgantes de Suspended Structure serían muy interesantes si no pareciesen un ejercicio de escaparatismo.
En su trabajo, Christopher Stuart alterna delicadeza, solidez y ligereza. Pero, en esta historia, más que desenlace, se echa en falta continuidad. Vemos que su obra a veces carece de estructura y contenido. Las propuestas de Stuart son de Indiana, pero podrían ser de cualquier sitio. Interpretar la aproximación a un estilo y hacerlo personal, como hizo Walter Dorwin Teague con el art decó —abuelo del diseño industrial y también de Indiana— no es tan fácil. Esperemos que Stuart consiga sobreponerse a lo global. Si logra liberar su potencial, entonces será imparable.
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