La gravedad de la problemática ambiental dibuja un paisaje productivo y vertiginoso, donde aparecen nuevos horizontes y territorios para investigar y nuevas praxis, como la de Coco Ree Lemery. Fundadora de Studio Kloak, la diseñadora explora alternativas matéricas sostenibles, confiriendo a colecciones de mobiliario una belleza que entrelaza ética y estética.
Una incubadora genuina de diseño orgánico
Ante el carácter limitado de la biosfera y las consiguientes cuestiones sobre la compatibilidad ecológica del modelo industrial, somos testigos de un periodo de transición. Y evolucionar siempre ha requerido un esfuerzo adaptativo que nuestra especie —envuelta en el confort— se resiste a asumir. A pesar de la urgencia climática, la producción incontrolada persiste, conviviendo ahora con el aumento de la contaminación semiótica.

En un océano alejado del greenwashing, algunos tratan de configurar un arrecife genuino hacia el objeto sostenible; como Andrea S. Ling y sus alucinantes estructuras biocompuestas o la arquitectura viviente y fotosintética de ecoLogic Studio. Y en esta línea paradigmática se mueve Coco Ree Lemery, quien tras varios años liderando el desarrollo de importantes marcas estadounidenses, dejó su puesto para dedicarse a la docencia y a articular su propio espacio de creación experimental. Con sede en Chicago, su Studio Kloak desafía las definiciones consolidadas de lo desechable; de hecho, se gestó como un semillero sin residuos, que muestra abiertamente sus innovadores métodos.


Su propuesta de mobiliario corporeiza una belleza matérica tan ética como estética, con biomateriales, recolección residual y tintes orgánicos. Imperfectas y coleccionables, las piezas de Studio Kloak recontextualizan la escultura a través del prisma de la utilidad. El imaginario de la creadora se esculpe a mano, adoptando así una forma poco fabril, que lo eleva a una dimensión artística-emocional y catalizadora de la conservación activa. Una senda transparente y sustentable, que incuba nuevos parámetros mientras imprime con intención una funcionalidad profundamente perdurable.


La naturaleza del micelio en los muebles de madera de Studio Kloak
Incluso envueltas en esa aura escultural, las ideas de Coco Ree Lemery resaltan por su materialidad peculiar, muchas veces de origen residual. Reconocida en distintos certámenes, su Cypress Collection está hecha a partir de un techo doméstico abandonado con más de cien años. Residuos de demolición acumulados que se han limpiado y estabilizado meticulosamente, convirtiéndose en una estantería y una serie de luminarias. Las siluetas vegetales del conjunto conforman un imponente bosque alumbrado, donde los escombros constructivos resurgen a la vez que relucen.


Dicha inspiración biótica también se da en su análisis del micelio: un campo de exploración que le ha permitido desarrollar su Mycelium Collection, cuyas mesas adquieren el aspecto de un verdadero níscalo. Su pie en roble blanco posee un acabado perforado que ha sido tallado a mano y lijado. Las virutas que surgen de este proceso son clave para fabricar la base: empaquetadas en un molde, este es inoculado con hongos que crecen lentamente durante unas semanas. Una acción que le confiere al mueble una textura singular como consecuencia del devenir orgánico.

Y rompiendo con la tradición neutral en su paleta, recientemente ha presentado la Blueprint Collection. En ella revisita los patrones de la naturaleza por medio de la onda y el goteo, ideas elementales que recorren el contorno de todas y cada una de los diseños: banco, mesa, luminaria y espejos. Pero este universo derretido en la terrenalidad de la madera se halla tanto en su forma como en el efecto descolorido que se dibuja desde abajo. De cenizas caídas y pigmento elaborado a partir de la flor del guisante azul. Un encanto que nace de una alquimia responsable, de una serendipia genuina y fabulosa que impulsa la transición ecológica.

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