¿Qué sucedería si los objetos de la era digital fueran descubiertos dentro de mil años? ¿Si aparecieran insinuados como fantasmas en las paredes de nuestros descendientes? Las obras de Daniel Arsham son como un viaje al futuro. Montañas de objetos envejecidos y polvorientos plantean un conflicto temporal en instalaciones como Remember the Future o bajo el suelo del espacio Locust Proyect de Miami donde se alojaría Welcome to the Future.
Arsham es un visionario, un loco que desde el arte vaticina el final de todo esto. Su trabajo oscila desde la escultura hacia la arquitectura, del dibujo a la escenografía, introduciendo con frecuencia su imaginario en las representaciones de la compañía de danza Merce Cunnigham. Con un lenguaje construido mediante objetos manipulados, ceniza, cristal, metal y escayola, nos propone un paisaje plagados de piezas extrañas, como si la tridimensionalidad de su técnica permitiera atravesar la pantalla de una película de Lars Von Trier: el film Melancholia también contiene ese surrealismo impuesto por la convivencia de dos espacios temporales diferentes (y allí también se avecina una catástrofe que acabará con todo).