Suzuko Yamada ha realizado una casa japonesa muy viva en una pequeña zona residencial de Tokio. Una casa japonesa inspirada en un viaje que la arquitecta tokiota hizo a un bosque en los volcanes Virunga en el Congo. Allí vio cómo los gorilas se relacionaban entre ellos y cómo la vegetación se mostraba ante su mirada como una vivienda compartida, sin paredes ni techos. Los árboles, los pastos altos, la hiedra enredada y la superposición de líneas creaban una densidad cómoda, habitable y, de hecho, habitada.
Este concepto lo ha trasladado a la residencia de una pareja con hijos que conviven con los abuelos. Y la traducción ha sido bastante literal. La mitad sudoeste del solar se convierte en un jardín vertical de estructura metálica cuajada de plantas, pasarelas y plataformas que filtran la luz y las vistas a la otra mitad, al noreste: tres niveles -uno de ellos semisótano- que se abren -todo cristal y carpintería metálica- al exterior construido y selvático, que crea una cierta intimidad para la familia, cuyos miembros se van distribuyendo independientemente en cada tramo de escalera. La estructura de madera interior queda expuesta. Pilares y tirantes diagonales se unen visualmente a las vigas de la escalera central y en continuidad con las líneas exteriores crean la misma sensación de densidad habitable en la que viven los gorilas.
Así, no hay paredes entre la casa y el jardín. Todo son marcos de ventanas, elementos tubulares de acero, tirantes, escaleras y pasamanos, muebles, cortinas, libros, ropa, árboles y plantas en macetas, bicicletas, palas… Incluso la gran cantidad de libros, cintas de vídeo y DVD del propietario -productor audiovisual- se desbordan creando escenarios para la vida con una calidez que abruma. Desde el exterior hasta el interior del edificio, se tejen muchas conexiones para que cada residente pueda vivir libremente y encontrar un entorno donde poder establecerse.
La elección de los materiales está hecha en función del coste, el mantenimiento y la posibilidad de una futura renovación. También, parte de los tubos se pueden conectar y desconectar fácilmente con abrazaderas -como un andamio- para hacer cambios de acuerdo con las demandas de la vida diaria: pasamanos, soportes de plantas, nuevos accesos… No en vano no hay una entrada general como tal.
Estos días de confinamiento tengo un filtro nuevo cuando visito virtualmente arquitecturas remotas: imaginar que paso allí temporadas como esta. Debo decir que la casa Daita 2019, de Yamada Suzuko, cumple con creces todos mis requisitos. Si el próximo estado de emergencia me pilla de visita, no me quejaré en absoluto: muchas de las plantas del jardín son comestibles.