DAAZ Office recibió el encargo de erigir una escuela en el Irán rural con un presupuesto muy bajo. El estudio iraní contó con el apoyo, implicación y trabajo de toda la comunidad para desarrollar el programa social, definir los espacios, financiar costes y, literalmente, levantar el edificio. Un proyecto sostenible tanto material como social y económicamente que nos reconcilia con el ser humano.
Una propuesta colaborativa para una escuela rural
Los jóvenes de la pequeña aldea de Jadgal —Seyyed-Bar, al sur del país y cercana a Afganistán— contactaron con la ONG Iran-e-Man, dedicada a erigir escuelas en áreas desfavorecidas, para que les ayudasen a levantar una escuela rural en su localidad. Iran-e-Man organizó un concurso con los condicionantes de ser un proyecto participativo, así como de tener un enfoque de desarrollo sostenible.
El equipo ganador, DAAZ Office, del iraní Arash Aliabadi, logró con creces estas premisas, tanto que se convirtió en un hito material y cultural para el pueblo, acelerando la colaboración de los residentes. La gran movilización transformó la construcción del edificio en una metáfora representativa de la comunidad. Pronto se vio la necesidad de incorporar un lugar de reunión donde ver películas o fútbol todos juntos, así como una biblioteca.
La distribución de los volúmenes en esta arquitectura circular —cuatro para las clases y tres para los otros servicios— se hizo en torno a un gran atrio circular. Las aulas se dividieron por parejas, grande y pequeña, tocándose en una esquina y liberando pequeños patios en cuña entre ellas. Estos sirven tanto para la movilidad del aire como para la extensión del aula grande cuando sea necesario, en caso de que falte un profesor o se quieran unir distintas edades. Efecto colateral ha sido una suerte de empoderamiento de las mujeres jóvenes, que se pusieron de acuerdo para vender trabajos de costura y así financiar la obra, resultando a los ojos de sus compañeros aún más útiles de lo que ellos se pensaban. Tienen su propio Instagram con casi 36 mil seguidores.
Arquitectura circular con un muro perforado
Todo el complejo está rodeado de una barrera, pero no una típica. Esta escuela rural tenía que ser un elemento emancipador en una sociedad acostumbrada a la tiranía. Por ello el muro es totalmente permeable a la luz, a las vistas y, lo más importante, a la gente. Perforado con grandes huecos de formas redondeadas, supone un límite que proporciona sombras y control térmico, crea un pasillo tras las aulas para juegos y reuniones de los niños y en la zona de acceso principal, la que mira al pueblo, se ensancha y alberga usos de conserjería, almacén y cocina, además de la entrada más monumental. Los orificios en esta parte se transforman, asimismo, en espacios lúdicos.
El edificio está realizado en hormigón con bloques de encofrado de poliestireno o ICF por sus siglas en inglés (insulated concrete formwork), un sistema eficiente posteriormente revestido. Para ello se utiliza sigmel, una mezcla de cemento y arena local que previene la oxidación por inundación o grandes lluvias, es de fácil reparación y genera una armonía visual y táctil con los colores y las texturas del entorno.
Muy en esta línea sostenible también se encuentra la arquitectura de Anna Heringer.
Hormigón con encofrado aislante revestido con mortero de arena local (sigmel).
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