El estudio japonés Nendo inaugura Culvert Guesthouse, un showroom-vivienda que alberga algunas de sus piezas más importantes y que, además, sirve de alojamiento a sus clientes más distinguidos. Oki Sato, fundador del estudio, ha diseñado un edificio brutalista concebido como una obra de artesanía con la que desvestir de solemnidad la arquitectura.
El peso de las ideas de Oki Sato
Oki Sato podría ser para Nendo lo que Steve Jobs era para Apple: el genio detrás de su propia marca. Podría pasar por un líder creativo de los que resumen su discurso en frases motivacionales de charlas TED. Parece sentirse cómodo en el papel de creador todoterreno, y con este perfil dirige la compañía que fundó hace 20 años con un propósito claro: buscar la emoción en el diseño. El estudio japonés —con sede en Tokio y Milán— está especializado en producto, branding, instalaciones temporales, exposiciones, interiorismo y escaparatismo. Siguiendo esa misma actitud, acaban de inaugurar en Miyota-Machi (prefectura de Nagano, Japón) Culvert Guesthouse, un emplazamiento donde exponer su trabajo y alojar a los clientes más exclusivos: el reto de erigir el cofre de sus bienes más preciados.
Arquitecto de formación y cabeza visible de Nendo, Sato elabora sus propuestas a partir de la conexión que lo cotidiano mantiene con el presente: un lugar en el que todo el mundo puede reconocerse y desde el que resulta mucho más fácil sorprender. De hecho, él mismo lo ha dicho en más de una ocasión: “La vida diaria es la mejor fuente de inspiración”. Pero, eso sí, siempre desde la contemporaneidad y la ruptura de códigos.
La idea de este proyecto entre showroom y casa de invitados intenta repetir el espíritu de las piezas que se muestran y, a la vez, generar un diálogo entre continente y contenido. Aquí, la monumentalidad con la que los arquitectos suelen plantear los espacios expositivos pierde importancia. Encontramos un ambiente elegantemente sobrio, que adquiere una escala más humana gracias a la funcionalidad que sugieren los objetos exhibidos. Este punto de partida conecta directamente con la filosofía con la que Sato fundó Nendo y que le ha valido numerosos reconocimientos a nivel internacional: la capacidad de las pequeñas ideas para influir en conceptos más amplios. En este caso, en la creación —y percepción— de un showroom-vivienda.
Arquitectura blanda. El diseño slow de Nendo
Nendo es una palabra japonesa que se emplea para describir un tipo de arcilla similar a la plastilina con la que juegan los niños. Se trata de un material moldeable y lúdico, dos rasgos que sirven para explicar el pensamiento de Oki Sato. Estas cualidades se aprecian en su extensa producción desarrollada en este siglo, donde se percibe fácilmente un vínculo entre usos contemporáneos y técnicas tradicionales, entre el presente y el arraigo de una cultura milenaria.
Sato considera que el proceso creativo que aprendió en su formación como arquitecto no puede limitarse a solucionar un problema concreto —espacial, funcional o urbanístico—: debe dejarse embaucar por las mismas sensaciones que despierta un diseño. Y desde esta perspectiva, nace Culvert Guesthouse, que ha sido concebida con un marcado sesgo poético no exento de extrañeza e incluso de ironía. Algo habitual en la escasa actividad constructiva del estudio que, a pesar de limitada, no deja de ser exquisita. Por ejemplo, en la escalera de Stairway House (Tokio, 2019), donde Sato se ríe de quien entra por primera vez y piensa en subir por ese frente hasta el segundo piso sin caer en la cuenta de que el verdadero acceso se encuentra oculto, detrás de la fachada de escalones. Igualmente, lo observamos en las topografías de la plaza de la estación de Tenri, que ofrecen un dinamismo de volúmenes cóncavos y convexos a partir de un elemento rígido de hormigón prefabricado. Nunca nada es lo que parece. Sato lo tiene claro: lo inesperado surge de lo cotidiano.
Culvert Guesthouse se propone como un ejercicio de repetición que podría continuarse hasta el infinito. Largos tubos, ciegos en su longitud y abiertos en los extremos, se apilan como en el juego de la yenka y dan lugar a un edificio de dos alturas que abraza el patio. Para darles esa apariencia, Sato comienza el proyecto desde una unidad básica: una dovela de hormigón prefabricada con la dimensión interior de las estancias. Estos pequeños prismas se colocan uno detrás del otro hasta conformar las cuatro galerías. Estas, a su vez, se ubican dejando un hueco en medio, que acaba por cubrirse para conseguir la magnitud final de toda la obra.
Las dovelas de hormigón se tratan de la misma manera que las uniones de cartón de los pabellones de Shigeru Ban o que los tatamis, que servían para medir y modular las habitaciones de las típicas viviendas japonesas. Con este ejercicio inverso de cambio de escala —del detalle al conjunto—, Nendo sigue el enfoque tradicional del diseño japonés, que entiende el todo a través de la parte. Las hojas hacen al árbol, las piedras a la montaña y el ladrillo a la arquitectura. Sus construcciones pierden así la solemnidad que les aporta la estructura, el cerramiento o la cubierta. El arquitecto ha dado paso al artesano.
La fuerza de un edificio silencioso de hormigón
Disponer todas las áreas bajo el mismo patrón podría provocar monotonía y confusión. No se detecta ningún cambio de escala, no hay hitos a los que dirigirse. Y, sin embargo, viendo la Culvert Guesthouse se hace evidente un discurso en su recorrido que ayuda a entender si estamos en las zonas expositivas o en las de alojamiento, en las de contemplación interior o en las que miran hacia el paisaje. La neutralidad de estos espacios invita al usuario a experimentar con su versatilidad. Algo muy nipón. Las estancias vidriadas de la House NA (Tokio, 2008) o los intersticiales entre las cajas de la N House (Oita, 2008) —ambas de Sou Fujimoto— no plantean ninguna función concreta porque pueden albergar todas las que el usuario esté dispuesto a darles. La línea de pensamiento de estos japoneses siempre se ha adelantado al funcionalismo occidental; la exaltación del individuo oriental se sobrepone a la máquina de habitar europea.
Esa neutralidad se hace extensible al tratamiento de los materiales. Si antiguamente se empleaba la honestidad de la madera o el papel sin tratar, muchos arquitectos y diseñadores de la nueva generación nipona utilizan esa virtud de una forma más directa, contrastándola con volúmenes perfectamente blancos. Para este showroom-vivienda, Nendo recurre únicamente a la textura de un techo de madera que, junto al suelo de gravilla, enmarca la zona menos tangible de todas: el gran patio que se genera en medio de los tubos apilados.
La naturaleza a microescala en Culvert Guesthouse
El jardín japonés ha representado siempre una alegoría de la naturaleza: los bonsáis replican la frondosidad de un bosque en miniatura; los jardines secos, la materialidad de las montañas. Además, históricamente se ha asociado a la residencia clásica hasta el punto de albergar sitios propios, como las casas para las ceremonias del té. No parece que en Culvert Guesthouse se haya hecho un esfuerzo grande por incorporar estas cualidades al proyecto, pero sí encontramos ciertas trazas de ideas que beben directamente de este contexto.
El showroom-vivienda se posa sobre un óvalo de piedras. La analogía con el jardín zen parece clara. No obstante, este pavimento también sirve para delimitar visualmente el paso del interior al jardín, y del jardín al bosque. El hormigón abraza al patio y la cubierta —entre las distintas alas— arroja la sombra que define el límite respecto al resto de la zona exterior. La explanada se completa con un número reducido de árboles desperdigados de manera un tanto arbitraria y que, al lado de los dos grandes volúmenes, pueden parecer bonsáis. Fuera del óvalo, la vegetación más salvaje sirve como telón de fondo como el perímetro que recoge la mirada de la construcción.
De nuevo Oki Sato vuelve a jugar con los elementos compositivos más esenciales. Los espacios exteriores apenas se delimitan: se definen por los componentes inmóviles —los árboles del jardín, los muros— y por los elementos móviles —una sombra arrojada, el mobiliario—. Sato continúa con ese diálogo entre continente y contenido también fuera. El bosque en relación con el edificio, el edificio en relación con la exposición.
El espejismo hecho de arcilla, hecho de Nendo
Culvert Guesthouse tiene la escala y la función de un museo, pero no pone el centro de atención en la belleza del lugar o en la composición de los materiales. Es demasiado sobria incluso para la poesía del minimalismo japonés y demasiado arbitraria para el funcionalismo. Culvert Guesthouse se plantea como una gran pieza de artesanía que se resuelve con técnicas de ingeniería, como si lo más interesante de todo el proceso fuera el propio proceso.
Oki Sato se siente cómodo diseñando objetos que reniegan de la propia esencia del diseño. Su showroom-vivienda, igual que La traición de las imágenes de René Magritte, es un ejercicio que nos invita a reflexionar sobre los límites de la arquitectura a partir de un proyecto que se viste de arquitectura. Como si la realidad estuviera hecha de un material moldeable, de una arcilla juguetona pensada para modelar trampantojos. Como si el mundo entero pudiera fabricarse de nendo.
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Nendo es una estudio de diseño japonés fundado en 2002 por Oki Sato, que trabaja en proyectos de diseño a nivel mundial. La primera oficina estaba situada en Tokio y en 2005 abrió una segunda oficina en Milán.
Es un showroom-vivienda que alberga la colección de productos, muebles y piezas artísticas de Nendo junto con una casa de huéspedes adjunta.