Del 9 al 12 de marzo tuvo lugar la nueva edición de la Collectible Fair: un evento internacional que, desde 2018, convoca a diseñadores, makers y galeristas en torno a ese espacio ambiguo que toma cuerpo a través de la pieza única.
Art design sonoro y espacial
Con sede en Bruselas, la nueva convocatoria de la feria Collectible Design se celebró en el edificio fabril Tour & Taxis. Bajo sus techumbres industriales, pudimos ver una selección de obras en las que convergían arte y diseño, concepto e ingeniería y artesanía e innovación tecnológica. Un escaparate de ruptura normativa en favor de la experimentación. Hablamos, por ejemplo, de muebles capaces de hacer música desde sus entrañas. Hemmo Honkonen nos lo mostraba en sus Audible Chairs, en las que une su formación como arquitecto y artesano de instrumentos. Acostumbrados a eliminar hasta el crujir de las puertas, Honkonen, sin embargo, reivindica el sonido de los objetos por medio de la interacción mecánica, logrando un canto que emana desde el interior de un volumen inerte.
Tan inerte como aquellos cuerpos que orbitan alrededor de la Tierra y que Collin Velkoff aterriza en Foreign Bodies. En esta colección, mármol y acero actúan como dos sujetos que parecen estar destinados a emparejarse a ciegas en el silencio del espacio. Elementos terrestres y celestes que se mestizan en una lámpara rover: ingrávida, robótica, cósmica. Seguro que en sus posibles incursiones por atmósferas extraterrestres podría encontrarse con la extraña Table Lamp IC-6 de Studio Josha. Una especie de escritorio híbrido que nace a partir del primer boceto a mano, y que en sus contornos naífs y marcianos esconde una carta de amor a Nacho Carbonell y Maarten Baas.
La humanización del objeto en Collectible Design Fair
Y lo contrario al amor, siempre es una declaración de guerra. Igual que Baas quemaba iconos del diseño al principio de su carrera, Thibeau Scarcériaux sugiere una violencia similar en War Chair, su asiento hecho de vidrio a prueba de balas. Este creador belga plantea una protesta visceral contra los conflictos bélicos y su devastadora cicatriz. Una pieza que vale más que mil disparos para exteriorizar una visión del mundo.
Isabella Lobkwicz se suma a esa tendencia de exteriorizar, pero proyectando distintas personalidades a través de un mismo objeto. Primero, en su libro ilustrado Almost 100 chairs for 100 people y ahora también de manera corpórea: 7 sillas con 7 identidades reflejadas directamente en sus contornos. Un conjunto que nos invita a replantearnos la atracción hacia lo inanimado. Ya sea por la rareza o la familiaridad exhibida. ¿Puede la lógica humana sentir pasión ante el diseño? O, mejor dicho, ¿puede una persona acabar teniendo un verdadero crush con un mueble?
En este enlace puedes leer sobre otras ediciones de Collectible Design Fair.
Del 9 al 12 de marzo en el edificio fabril Tour & Taxis de Bruselas.