La rehabilitación de edificios antiguos conlleva una transformación de lo construido para destinarlo a nuevos usos, pero a veces implica también una metamorfosis de su imagen. En el caso de la antigua prisión provincial de Palencia, el proyecto suponía además dinamizar la zona sur de la ciudad y borrar más de cien años de vida penitenciaria marcada, entre otras cosas, por el encarcelamiento del poeta Miguel Hernández. Existe un debate sobre estos lugares que fueron antaño recintos de represión política. ¿Hay que recordar su función primitiva? ¿Hay que borrar el estigma de un pasado que se fundió con un régimen autoritario?
La estrategia de EXIT Architects junto a Eduardo Delgado Orusco para esta cárcel de estilo neomudéjar se entiende como un giro hacia el futuro en todos los ámbitos. Ya no se trata de aislar a la gente del resto de la sociedad, sino por el contrario de ser un punto de encuentro y de enriquecimiento personal a través del manejo de la información y el conocimiento de las artes.
Los cuatro pabellones originales del nuevo Centro Cívico y Cultural de Palencia soportan una superestructura metálica que facilita la entrada de luz natural a través de grandes lucernarios corridos y dibuja una nueva circulación en todo el conjunto. Además, se ha añadido un amplio vestíbulo que une los pabellones entre sí creando un espacio diáfano que se sustenta solo con unos patios cilíndricos de vidrio. Por su parte, la biblioteca ocupa ahora el área antiguamente habitada por los presos, pero con una distribución cambiada. Todo se articula en torno a un volumen central dominado por una linterna octogonal que actúa como distribuidor. Y como guiño tal vez a las vallas de seguridad, los accesos se realizan mediante un perímetro acristalado, ligero y luminoso, que en realidad es un filtro entre la ciudad y la actividad del interior.
El exterior se protege con un envoltorio que usa el zinc para la cubierta, y el vidrio y el aluminio para las fachadas. El ladrillo original queda en un segundo plano frente a los nuevos materiales que apuestan por la luz y la transparencia como símbolos de apertura e intercambio. En fin, un trabajo que combina emoción y racionalidad técnica, y que libera a este edificio de su antigua función represora, para ponerlo en una dirección mucho más social y mucho más abierta. En definitiva, lo que el estudio madrileño EXIT Architects denomina arquitectura social enfocada a las personas.