En el proyecto Casa Pavilniai llevado a cabo por el estudio de Gintautas Natkevicius, la edificación histórica se ha convertido en el centro de la nueva residencia, integrándose en la superestructura de cristal y acero, y ampliando la vivienda familiar de acuerdo con las expectativas de los clientes.
Poco conocidos en España, los países bálticos son una caja de sorpresas en cuanto nos interesamos por algún detalle. A medio camino entre Escandinavia, Rusia y Polonia, han recibido las influencias culturales de pueblos y religiones diversas que se plasman en una identidad nacional plural negada por los regímenes autoritarios que los ocuparon a lo largo de su historia. De ahí les proviene tal vez un afán encomiable por recuperar cualquier detalle de su memoria histórica como nación.
En Lituania, por ejemplo, el casco antiguo de la capital, Vilnius, es Patrimonio Universal de la Humanidad desde 1994 tan sólo tres años después de la emancipación de la Unión Soviética. A pocos kilómetros de esta ciudad, se encuentra el Parque Regional de Pavilniai. Allí compró una parcela una familia formada por una banquera y un librero de obras antiguas con sus dos hijos. La idea era construir una vivienda amplia y moderna a medida para la familia y la colección de libros.
En medio del terreno había una antigua casa amarilla sin mucho atractivo. En un principio, se emprendió una restauración sencilla. Pero al eliminar el emplaste y la pintura, se descubrió que la construcción había sido una fundición de cañones realizada con ladrillos procedentes de una antigua fábrica de Vilnius. De ocurrir en algunos puntos de España, todos estos hallazgos no hubieran sido relevantes o hubieran sido mera anécdota para usar el inmueble como anexo de una estructura reluciente.
En el proyecto llevado a cabo por el estudio de Gintautas Natkevicius, la edificación histórica se ha convertido en el centro de la nueva residencia, integrándose en la superestructura de cristal y acero, y ampliando la vivienda familiar de acuerdo con las expectativas de los clientes.
Sorprendente e inesperada en el entorno, la propuesta se resuelve como una casa dentro de una casa. Del elemento original se usan los espacios interiores que albergan, en el sótano, la sauna y el garaje para dos vehículos; y en la planta baja, la habitación de los niños. La cara exterior sirve para distribuir las distintas áreas públicas (cocina, comedor y salón), y actúa como lo haría un patio interior en nuestras latitudes. Por otra parte, el armazón transparente proporciona una visión de 360º sobre el paisaje con su pradera y su bosque al fondo. Las imágenes que nos han llegado nos enseñan el lugar en primavera, pero en invierno el domicilio tiene que proporcionar una experiencia impresionante con toda la nieve a pie de salón. Como otro rasgo de esta escenografía más propia de un centro de interpretación que de una residencia unifamiliar, una escalera de metal negro facilita el acceso al ático reservado a los padres.
El tratamiento dado a esta construcción histórica es, sin duda, la forma más hábil de respetar el patrimonio arquitectónico y también la más innovadora por tratar la mole de ladrillo como un componente estructural dentro de una caja de cristal que lo realza y le devuelve su protagonismo.