En un tiempo donde la vivienda se presenta como producto, inversión y símbolo de estatus, hacer buena arquitectura doméstica es casi un acto de resistencia. Y en medio de esta confusión entre consumo y existencia, conviene recordar que un hogar no solo es una propiedad: es una forma de estar en el mundo. Frente a esa lógica, Casa Magarola de Raúl Sánchez Architects ensaya una alternativa más compleja y comprometida con un marco para habitar con naturalidad.
Verticalidad íntima y cotidiana
Proyectada por Raúl Sánchez Architects en Sant Cugat del Vallès (Barcelona), Casa Magarola se planta en una parcela particularmente exigente: estrecha, alargada, encajada entre medianeras y con una pendiente extrema del 100%. La estrategia no fue forzar aperturas espectaculares ni recurrir a soluciones llamativas, sino asumir las limitaciones como punto de partida para desarrollar una arquitectura densa, vertical e introspectiva.


Lejos de incidir sobre el terreno, la propuesta opta por respetarlo, evitando grandes excavaciones en la roca de pizarra y conservando su perfil natural. De este modo apenas toca el suelo gracias a unas pocas pantallas de hormigón, que sirven de apoyo y elevan la residencia casi como si flotara sobre el paisaje. Desde la cota superior, se presenta como un volumen sobrio y hermético; pero a medida que se desciende, el edificio se despliega y revela su carácter más abierto y receptivo.


Apoyándose con ligereza sobre la pendiente, busca estabilidad en sus fachadas laterales y en su núcleo central, sin perder en ningún momento su autonomía. Esta estrategia de niveles recuerda a algunas de las inquietudes del porfolio de Raúl Sánchez, que en otras obras domésticas ha explorado esta línea donde el vacío se convierte en estructura y los recorridos internos en lenguaje arquitectónico.


Un espacio que se habita en movimiento
El corazón de este cubo es una escalera de caracol que articula el ambiente como un eje dinámico, enroscando la vivienda desde dentro hacia fuera. Este gesto centrífugo se percibe tanto en la organización interna como en la conexión visual con el exterior. Inspirado ese primer peldaño de piedra en los detalles de Carlo Scarpa, la escalera adopta una forma helicoidal que introduce una dimensión escultórica, dando lugar a vistas diagonales, transiciones suaves y fragmentaciones inesperadas.


Asimismo, una de las acciones más valientes del proyecto está en la cromática de su fachada. El rojo terroso, de ecos mediterráneos, se aleja tanto del blanco genérico y se sitúa en un punto intermedio entre lo que pertenece al enclave y lo que afirma una identidad propia. Este uso expresivo del color no es nuevo en la obra del estudio, en su trabajo, Raúl Sánchez reivindica el color como parte del sistema constructivo en sus obras. De ese modo se genera un diálogo silencioso con el entorno: con la tierra, con los pinos, con la luz rasante del atardecer. Le da carácter al conjunto, unifica las decisiones materiales y refuerza la atmósfera cálida que recorre toda la vivienda.

En la planta baja, junto al comedor, la chimenea ocupa un sitio discreto pero significativo. No se trata de un guiño nostálgico ni de un recurso decorativo, pues se concibe como el punto de reunión, foco de calor real y símbolo del fuego del hogar. La elección de la icónica pieza en chapa de acero de Coderch pone esa nota de diseño extra en el espacio doméstico a la vez que ata la casa a su paisaje: la tierra catalana.


En este enlace puedes leer más proyectos de Raúl Sánchez Arquitectos.
Casa Magarola se ubica en Montgat, una localidad costera del área metropolitana de Barcelona. El proyecto se adapta a una parcela estrecha y con pendiente, insertándose con precisión en su entorno urbano y topográfico.
El proyecto ha sido realizado por Raúl Sánchez Architects, un estudio con sede en Barcelona conocido por su aproximación experimental a la vivienda, el uso expresivo del color y el trabajo con la luz y la materia.