Casa Gallareta es un hotel boutique en mitad de un bosque de la Patagonia argentina. Un proyecto con el que estudio OJA ha materializado el sueño de su fundador por volver al sur después de marcharse a estudiar arquitectura a Buenos Aires.
Una cabaña de madera para el retiro
Las cabañas de Casa Gallareta se ubican en un claro para evitar la tala innecesaria de árboles, mientras que la pendiente facilita las vistas al lago por encima de las copas verdes salpicadas de nieve. Tres cabañas estratégicamente situadas se erigen en medio del lugar. Estamos en la Patagonia: uno de los extremos menos transitados del mundo. Y el juego de fundir interior y exterior —al que ya estamos más que acostumbrados— cobra aquí una nueva dimensión ante la imposición sobrecogedora del vasto paisaje. Describir Casa Gallareta no es simple, difícilmente un texto puede hacer justicia a un proyecto que, más allá de su faceta arquitectónica, apela al sueño de retirarse para siempre en el bosque.
El color elegido para la fachada denota una declaración de intenciones, una fusión con el entorno mediante la ausencia. De la ausencia de tonalidad. Volúmenes fantasmas que permiten una unión particular con el ambiente desde el interior y el exterior. Las tres cabañas —todas distintas— mantienen un mismo lenguaje visual y pertenecen a un mismo campo semántico que genera armonía en vez de redundancia. La transición entre dentro y fuera se logra a través de un empleo estratégico de las ventanas. En algunas partes, las paredes ocupan solo el área necesaria para sujetar las cristaleras, que ayudan a que el terreno colindante penetre en la estancia. La orientación hacia el lago Correntoso y la pendiente facilitan la panorámica sobre el ramaje. Y para más intimidad, a modo de cortinas, las copas de los árboles.
La técnica Shou Sugi Ban en Casa Gallareta
Al ingresar, nos topamos con tres medias plantas en un espacio abierto con revestimiento de madera de lapacho, tan cálida como la de los arrayanes que componen la foresta; también casi dorada, en contraposición al negro frío de la madera quemada con la técnica Shou Sugi Ban que envuelve a las construcciones. Tanto dentro como fuera, el material nos rodea desde las ramas hasta los muebles, provocando una sensación inmersiva de continuidad, de estar habitando un tronco.
Ahora, con el edificio en mente, hablemos de la fantasía que nos persigue a tantos urbanitas: huir de la ciudad y vivir en una cabaña alejados de todo. Casa Gallera ofrece una posibilidad que trasciende la experiencia física de estar en un sitio. Por medio de los ventanales observamos el horizonte y nos sentimos diminutos, absurdos, irrelevantes ante ese despliegue inmenso de naturaleza. Esa impresión de irrelevancia nos da la medida de nuestra existencia y redimensiona cualquier preocupación, nos libera ante la revelación de lo poco que podemos hacer como individuos. Este boscaje, estos árboles y estas piedras ya estaban aquí cuando llegamos y seguirán aquí cuando nos marchemos.
¿Cómo consigue esto Casa Gallareta? Podemos decir que en ella no vivimos en el bosque, sino con el bosque. La diferencia que marca un simple artículo en la escritura de un enunciado a nivel de diseño se plasma desde el mismo planteamiento del proyecto: no se trata de estar, si no de ser.
En este enlace puedes leer otros artículos sobre cabañas de madera en medio de la naturaleza.