En el imaginario automático del hábitat contemporáneo, la flexibilidad se asocia a la continuidad: amplitudes indeterminadas que pueden compartimentarse de maneras cambiantes (véase Rietveld); o bien espacios difusos que asumen como por ósmosis la mutación funcional de muebles-mecanismo que se activan y desactivan, como quien enciende y apaga la luz (véase Joe Colombo). Yo Shimada, cabeza visible de Tato Architects, estudio establecido en Kobe, se ha ganado en los últimos años una justa reputación como explorador de nuevas fórmulas en el jugoso panorama de la arquitectura doméstica japonesa. Shimada busca el envés de las convenciones modernas y obtiene soluciones sorprendentes. En su casa en Miyamoto, por ejemplo, unas singulares plataformas-estantería conectan diversos niveles en una curiosa variante del raumplan loosiano, todo sección.
En esta casa japonesa de Hokusetsu, en cambio, todo se basa en la geometría de la planta. Una retícula de doce cuadrados de casi tres metros de lado se transforma al virarlos hasta formar una malla dinámica en la que estos se articulan por medio de rombos. Esta malla se ajusta al máximo a los límites de la parcela, optimizando las limitaciones de la alta densidad edificatoria característica del país. Los cuadrados acogen las funciones principales, mientras que las charnelas espaciales en forma de rombo permanecen como lugares indefinidos, de tránsito, pero igualmente utilizables. A los doce cuadrados se añaden otros seis en el piso superior: ¡dieciocho ámbitos distintos, amplios y luminosos, en 150 m2, y en Japón!
Esta fragmentación es, en realidad, una continuidad fluida, un sinfín de ejes quebrados, vistas a través, escaleras estratégicamente situadas para cambiar de nivel, itinerarios que invitan a la exploración constante, al encuentro imprevisto con otros miembros de la familia. Dos patios interiores, seis perimetrales y una sabia iluminación por medio de claraboyas permiten apurar la parcela sin comprometer la privacidad.
Uno piensa en la casa fundacional de Gehry en Santa Mónica, pero aquí la variedad es una función permanente de la sencillez, empezando por la estructura de madera. En palabras de su autor: “Esta casa japonesa se llena de espacios autónomos que pueden asumir cambios en el estilo de vida; es un laberinto cristalino donde sus diferentes áreas se reflejan repetidamente en figuras prismáticas”.
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