Año tras año, Casa Decor mantiene intacta su capacidad de generar sorpresa: ya sea por el edificio elegido, la zona o las fechas de celebración. En esta ocasión, son los tres motivos los que auguran una edición única para 2018. Casa Decor 2018 vuelve al barrio de Chamberí, una de las zonas más emblemáticas y castizas de Madrid, para decorar un magnífico edificio de principios del siglo XX, con trazos modernistas, cedido por la promotora The Corner Group.
Además, abren sus puertas el 15 de febrero y clausurando el 25 de marzo. Sabemos que Casa Decor es un reto distinto cada año, y por ello es también una oportunidad única para que profesionales muestren su mejor hacer y las empresas sus productos más punteros. Tendencias estéticas, tecnología, innovación, soluciones habitacionales o materiales de última generación son algunos de los ingredientes que contiene esta caja mágica que es Casa Decor.
Pero no es solo eso, es mucho más que decoración: es arte, diseño e interiorismo en estado puro. Es contacto directo, posibilidad de negocio, proyectos a futuro, proyección y visibilidad. Todo lo que ocurre durante esos 40 intensos y fructuosos días de Exposición marcan un antes y un después en la vida profesional de los participantes, que pueden corroborar los más de 6.000 interioristas y empresas que han participado durante los últimos 25 años. Es estimulante constatar que, tras 53 ediciones, Casa Decor sigue siendo un evento sorprendente, único y extraordinario.
En esta edición se ha escogido un magnífico edificio de viviendas, de 3.100 m2, que hace esquina con las calles Francisco de Rojas y Sagasta. Construido entre 1901 y 1903, el proyecto fue un encargo de los marqueses de Velilla del Ebro al arquitecto catalán Antonio Farrés Aymerich. De los tres edificios que hiciera Farrés Aymerich en Madrid, éste es, sin duda, el más interesante, tanto por sus dimensiones como por su ubicación. Aunque se podría decir que el edificio responde a las corrientes eclécticas de aquella época, donde confluyen elementos de modelos franceses, belgas o italianos, es, no obstante, la influencia del modernismo catalán lo más apreciable en los ornamentos arquitectónicos de la fachada. Destaca en especial el trabajo de la rejería de los balcones, de curiosas líneas ondulantes y volutas de inspiración vegetal, propias del modernismo catalán, aunque en este caso, menos exuberantes y más moderadas que en otros edificios adscritos a esta corriente. También llaman la atención el friso y el coronamiento de la fachada, así como los adornos seriados de los miradores del chaflán.