En este contexto de vivienda precaria y costosa, intervenciones como la de JJ+ poseen un valor añadido por resolver con rigor y belleza lo que otros parchean con prisas. Casa Cromática se convierte así en una rehabilitación bien ejecutada y en una muestra de cómo la arquitectura puede devolverle orden, sentido y alegría a los espacios pequeños y fragmentados.
Una labor de joyería doméstica en una reforma
Quien se haya mudado recientemente a una gran ciudad probablemente habrá sentido ese entusiasmo vertiginoso de empezar una nueva etapa; pero también habrá tenido que enfrentarse a una aventura menos deseada: la búsqueda de una vivienda digna. Una especie de yincana urbana, donde el mejor premio puede ser un esquema cuadrado, con ventilación cruzada y algo de luz natural.
Sin caer en la romantización de la crisis habitacional actual, hay que reconocer la complejidad de obrar en espacios pequeños y mal distribuidos. Apéndices arquitectónicos que muchas veces son resultado de procesos sucesivos de compartimentación, orientados únicamente a la rentabilidad. En estos casos, el trabajo del arquitecto se parece más al de un joyero que al de un escultor. Así lo presenciamos en Casa Cromática, donde el estudio madrileño JJ+ ha condensado su planta, comprimiéndola hasta llegar a una especie de esqueleto habitable donde se aprovecha cada centímetro.
La casa —caótica y desarticulada— se ha transformado en una serie de estancias concatenadas que respetan las preexistencias sin dejarse intimidar por ellas. Como ejemplo de esta praxis, el precioso solado de baldosa hidráulica original —conservado y realzado— marca las trazas de una nueva lógica geométrica funcional: tres volúmenes de color, tres cuerpos que no son muros ni tabiques ni muebles. En palabras del estudio, “son dispositivos servidores” que organizan el nuevo conjunto.
Tres colores como sistema de diseño
¿Y si entendemos la arquitectura como una composición de planos cromáticos? Si algo distingue esta intervención es su uso radical del color como estrategia y elemento vertebrador. El rojo estructura la zona social, integrando cocina, comedor y zona de estar como una sola isla escénica. El azul da servicio al ambiente de lectura y baño, con acabados en madera y espejo que aportan equilibrio. El verde guía hacia el dormitorio, sirviendo como umbral y filtro, y en su interior aparece el amarillo: inesperado, íntimo y vibrante.
Lejos de aplicar la neutralidad, JJ+ ha apostado por una cromática valiente. Una decisión arriesgada, pero uno de los grandes aciertos del proyecto, junto con la manera de relacionarse con lo que ya existía. El solado inicial —recuperado bajo capas de pavimento olvidado— se ha convertido en una especie de tapiz fundacional sobre el que se construye toda la propuesta. El apartamento se vuelve una superposición de tiempos, donde lo antiguo se potencia por contraste y lo nuevo gana profundidad al no partir de cero.
Los cerramientos móviles —abatibles, correderos y pivotantes— contribuyen a mantener esta continuidad espacial, como si el hogar pudiera cambiar de configuración sin perder nunca su coherencia. Y lo que podría haber sido un grupo de decisiones arbitrarias se vuelve un sistema arquitectónico consciente, capaz de ofrecer un lugar real donde vivir sin habitar un mundo gris.
En este enlace puedes leer más artículos sobre otras reformas de viviendas.
La vivienda ha sido rehabilitada por el estudio JJ+ (Jotajotamás) con sede en Madrid y dirigida por los arquitectos Javier Onrubia y Jorge Gabaldón.
