El paisaje agrícola portugués frente al río Nabão ha servido al equipo de Bruno Dias para proyectar la Casa Chouso: una vivienda con un lenguaje minimalista y algo escultural que trata de abarcar, con una planta en forma de “L”, la mirada más amplia hacia el entorno.
La visión compartida de Bruno Dias y Pierre Koenig
Se dice que la familia Stahl cerró el acuerdo de compra de la parcela que más tarde ocuparía su residencia en algo más de dos horas, y por un precio asequible para una familia joven americana a finales de la década de los 50. Más tarde, el solar albergaría el hogar con el voladizo más famoso del cine: la casa Stahl. La premisa con la que Pierre Koenig diseñó esta vivienda parece similar a la que llevó a Bruno Dias a plantear su diseño en la sierra portuguesa. Ambos arquitectos se sirvieron de una distribución en forma de “L” para abarcar una vista total del paisaje, y en los dos proyectos se pensaba mirar más allá de sus propios límites.
Planta en “L” para mirar al paisaje portugués
Esta distribución se empleó en los dos trabajos para enfatizar la fuerza de la esquina que surge al combinar dos volúmenes ortogonalmente. Sin embargo, en el de Dias la pieza se ve interrumpida por un patio que separa un garaje y genera una circulación por la parte trasera del edificio. A pesar de esto, el bloque principal sigue prestando toda su atención a la presencia del entorno, y el trampantojo se disimula con una cubierta que dibuja de nuevo, con cierta monumentalidad, la figura en “L”.
Es quizá en el interior donde mejor se aprecia el paso de los 60 años que separan a ambas propuestas. Los arquitectos portugueses mantienen los grandes ventanales de suelo a techo en toda la extensión, continuándolos a dos de los lados en uno de los extremos para ampliar la vista por encima de los 180º. No obstante, hay ciertas decisiones —como el retranqueo de la estructura respecto al cerramiento o la protección solar mediante cortinas por dentro y viseras por fuera— que hablan del comportamiento bioclimático al que cualquier construcción contemporánea debe someterse en nuestro tiempo. Pierre Koenig no tuvo que preocuparse por el consumo energético de la Casa Stahl, ¿estamos ante el final de la arquitectura icónica?
La evolución de la tipología de los iconos
Esta visión descafeinada de una época gloriosa no debería desalentarnos. Es interesante ver cómo pueden avanzar las tipologías a lo largo de las épocas. La artesanía y el oficio en la Villa Mairea (1938) de Alvar Aalto pudieron convertirse en la industrialización de la Casa Stahl en los años 50, hasta evolucionar como un modelo bioclimático para esta década como en la obra de Bruno Dias. Desde luego, Ni Aalto, ni Koenig habrían desperdiciado la oportunidad.
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Frente al río Nabão a su paso frente a la sierra portuguesa de Sicó.
El equipo de Bruno Dias desarrolla una planta en “L” para poder sacar el máximo provecho de las vistas.