La Sala de Bóvedas del Centro Cultural Conde Duque acoge hasta el próximo mes de abril la exposición colectiva Bajo la superficie (miedos, monstruos, sombras). En ella se han reunido 17 artistas españoles en torno a una idea: afrontar el desastre y abordar las perturbaciones más íntimas.
El espacio subterráneo sirve de soporte a una serie de piezas, mayoritariamente escultóricas, firmadas por Carlos Aires, Elena Bajo, Karmelo Bermejo, Patricia Dauder, Marco Godoy, Carlos Irijalba, Cristina Lucas, Mateo Maté, Asunción Molinos Gordo, Ester Partegás, Sara Ramo, Rodríguez-Méndez, Bernardí Roig, Paula Rubio Infante, Teresa Solar, Julia Varela y Zoé T. Vizcaíno.
El recorrido transcurre entre objetos y materiales más o menos cotidianos que plantean en muchos casos situaciones incómodas; sucede al tropezar con los 34 cinturones de cuero y los 64 espejos de la obra de Julia Varela, o ante la tela raída y cubierta de polvo que parece amortajar una silueta, iluminada frente a los cubos de cemento de Elena Bajo, que encapsulan nuestros residuos plásticos.
Arena, piedra y arcilla. Muchas de estas creaciones recurren al uso de materiales primarios y apelan con ellos a la condición menos artificiosa de nosotros mismos. Algunas miran hacia atrás, un atrás estético y político. Lo hace Mateo Maté con la escultura mitad hombre, mitad caballo, en su búsqueda de la ruptura del canon; pero también Marco Godoy llevando hasta allí el molde del muro de una iglesia catalana que aún conserva los disparos de la guerra civil.
Otras se remontan a los orígenes fijándose en la naturaleza y en su aspecto permanente, silencioso, redundante. Al llegar, nos recibe la imagen en movimiento de los dos remolinos marinos más fuertes del mundo, obra de Zoé T. Vizcaíno. Un poco más adelante las formas fósiles de Teresa Solar se vinculan a aquello que estuvo antes ahí vivo, alojado. En general apenas hay rastro de la rutina virtual que habitamos. Hay tierra, cemento y papel rasgado. Tonos cálidos y grises que acentúan el carácter enigmático de la selección de las propuestas.
Los monstruos, las sombras y los miedos acostumbran a permanecer ocultos. Afloran en la intimidad (en la casa, el cuerpo y la mente) y pocas veces se ponen en común. Quizá después de todo hayamos normalizado estas sombras como un síntoma colectivo.
El relato que conecta las piezas se relaciona con la incertidumbre y el temor con que nos ha fumigado la crisis de los últimos meses. Frente a esto y tras el aura oscura de los tiempos, se espera con cierta ilusión la actividad de varios jóvenes de entre 16 y 18 años que en el marco del programa Rendija—llevado a cabo por el colectivo Desmusea— interpretarán el contenido de la exposición con sus propias creaciones.
Visita la página de la exposición en la web del Centro Cultural Conde Duque