Siempre que en un festival de arquitectura efímera alguien señala que en un barrio faltan lugares de reunión, en alguna parte del mundo un arquitecto se frota las manos. En el contexto del festival Forma da Vizinhança (Braga), y con la ayuda de sus alumnos de la universidad de Cornell AAP, Manuel Bouzas ha concebido Atlas: una cubierta que realza el espacio público dentro de una villa en ruinas. ¿Cómo se diseña una plaza dentro de otra?
Atlas. Una cubierta con nombre de fuente
La plaza de Fontainhas toma el nombre de la fuente de Atlas, que aún se conserva entre los muros de la antigua villa. El proyecto hace lo propio con la escultura, ya que los restos suponen una brecha en un espacio nivelado en dos plataformas, siendo el acceso más directo entre las dos zonas. Se trata de un elemento lleno de identidad que, además, resuelve el desnivel de la manera más eficaz. Esto, junto a una charla con los vecinos en la que solicitaron una zona pública de reunión, fue el punto de partida para convertir este espacio de trinchera en el epicentro de la nueva plaza.

Para ello, Manuel Bouzas apostó por cubrir este foso, probablemente para aumentar el número de días de uso al año, para mejorar la acústica o para atraer la notoriedad que necesita un lugar de encuentro. Quizá fuese una combinación de todos estos motivos —o de alguno más que se haya quedado en el tintero—, pero en ese momento solo quedaba tomar la gran decisión: ¿qué aspecto puede tener una cubierta nueva en un entorno tan sensible?


La intervención de Manuel Bouzas
La solución que el arquitecto gallego ha hallado para resguardar la fuente de Braga parece bastante clásica en esencia: una bóveda de medio cañón que recuerda a las galerías renacentistas. El planteamiento parece que busca manipular esta idea, proponiendo una cúpula que se percibe más ligera por estar enteramente ensamblada en madera. Una acción que permite la entrada de luz hacia dentro o que vuela más allá de la huella del volumen sobre el que se apoya.



Es interesante cómo estructura y cerramiento se resuelve con un mismo detalle —una unión de piezas patentada en Alemania a principio del siglo pasado—; cómo la curvatura de la bóveda asoma tímidamente por encima del segundo nivel o cómo la combinación de acabados en un mismo material soluciona el interior y el exterior de la envoltura. Clásico en esencia, pero con amor por los problemas de su época.


Arquitectura efímera del festival de Braga
Muchas veces se achaca a los festivales de arquitectura efímera el gasto —en recursos y emisiones— que supone pensar, construir y movilizar intervenciones para una ciudad; sobre todo con el fin de obtener un resultado que, en el mejor de los casos, pueda permanecer unos meses. Y, aunque en varios se defiende una política de circularidad o de consumo material de cercanía, puede existir debate sobre si se podría neutralizar toda esa inversión.


A pesar de ello, lo que sí ofrecen estos eventos es la oportunidad de tener a grupos de arquitectos de prestigio que, durante semanas o incluso meses, piensan en cómo resolver una problemática particular de vecinos, sin otro particular interés que lograrlo de la forma más seductora posible. Vemos en Atlas esa intención. Un trabajo que proyecta la sencillez sin renunciar al efectismo, y que quiere gustar para atraer a las personas hacia el espacio público.

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Atlas es una intervención pensada para el festival Forma da Vizinhança que se celebra en Braga como parte de la celebración de la ciudad como capital portuguesa de la cultura 2025.
En la plaza existen unas ruinas de una antigua villa que conserva dentro una fuente con la escultura de Atlas, el titán condenado por los dioses griegos a sujetar el peso de la bóveda celeste.









