Artchimboldi. Diseño y sensibilidad para un nuevo espacio de trabajo y retiro en Menorca

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Anna Truyol y Emma Martí conceptualizan y diseñan un nuevo espacio de trabajo en Sant Lluís, Menorca. Una arquitectura que promueve una noción renovada del arquetipo de oficina y demuestra una sensibilidad hacia el patrimonio arquitectónico de la isla.

Un nuevo concepto de espacio de trabajo colectivo

Cuenta Anna Truyol que, tras quince años acogiendo empresas en sus dos sedes de Barcelona, ha sido testigo de la evolución dentro del mundo corporativo. Relata cómo estructuras rígidas y jerárquicas han pasado a tener sinergias más transversales, con roles más difuminados que potencian la cercanía y el espíritu de equipo. Una vez testado su proyecto en el contexto barcelonés, Artchimboldi ha trasladado su concepto de espacio de trabajo al marco geográfico menorquín, dentro de un lugar que ambiciona aglutinar con su diseño valores como la sensibilidad, la sencillez, la funcionalidad y la belleza.

espacio de trabajo. Artchimboldi
Foto: Pol Viladoms
espacio de trabajo. Artchimboldi
Foto: Pol Viladoms

No es de extrañar que, para la traducción de ese universo creativo, Truyol se haya fijado en la obra de la arquitecta menorquina Emma Martí. Este tercer espacio de trabajo se ha ubicado en un edificio que poseía un estado de completo abandono: la primera escuela para niñas de Sant Lluís, una pequeña población al sudeste de la isla. El resultado refleja la ruina preexistente mimetizada con la naturaleza, que ha contado con una intervención mínima. Así, lejos de aterrizar en una propuesta invasiva, Artchimboldi apuesta por conservar la historia y la pátina patrimonial de este complejo de 1900.

espacio de trabajo. Artchimboldi
Foto: Pol Viladoms

El respeto del patrimonio por Artchimboldi

Esta acción queda retratada en las imperfecciones mostradas en las paredes de marés, ya que se han dejado con su aspecto inicial para mantener las texturas de los muros. “De este modo continúan teniendo vida”, nos explican. Asimismo, el volumen diáfano prescinde de cualquier elemento superfluo y se eliminan aquellos que no son parte de la arquitectura original. De esta manera, aparecen dos grandes salas a lo largo y ancho de sus dos niveles. Gracias a esta síntesis espacial, las habitaciones gozan de unos alzados amplios y luminosos, en los que se introducen detalles esenciales para los usos derivados de las diferentes actividades empresariales.

espacio de trabajo. Artchimboldi
Foto: Pol Viladoms
espacio de trabajo. Artchimboldi
Foto: Pol Viladoms

La disposición se divide en una planta baja con una cocina de madera lacada que ventila a un gran patio exterior. Colindante a él, un ambiente plagado de mesas en distintos formatos, también diseñadas por la firma Artchimboldi. Su combinación conforma una alfombra móvil como una superficie para albergar comidas y reuniones. Tras ella, destaca una gran pizarra de cuatro metros de ancho por cuatro metros de alto proyectadas por Truyol y Martí junto con una gran estantería y algunas butacas bajas. Fuera del abrigo de sus paredes y una vez superada la cocina, se vislumbra un patio colmado de naturaleza y una piscina de color blanco roto.

espacio de trabajo. Artchimboldi
Foto: Pol Viladoms
espacio de trabajo. Artchimboldi
Foto: Pol Viladoms

Por otro lado, en el piso superior se advierte una gran área destinada al descanso, compuesta por ocho pequeños dormitorios disgregados por toda la zona. Esta idea encapsula ocho futones de algodón y lana ecológica en microhabitaciones —dos dobles y seis individuales— fabricadas con madera de Flandes. Una esbelta escalera da acceso a la cubierta para las mentadas cápsulas, que también se concibe como un sitio para la relajación y el sueño.

espacio de trabajo. Artchimboldi
Foto: Pol Viladoms
espacio de trabajo. Artchimboldi
Foto: Pol Viladoms

Un retiro empresarial con historia

Todo el esfuerzo de este planteamiento está pensado para provocar una sensibilidad especial con el patrimonio ya existente. Lejos de establecer falsos históricos, se han limpiado las superficies, se han reforzado las vigas del forjado y se han respetado los pavimentos que caligrafiaban las estancias de antaño. Lo único distinto es la cubierta, que se ha rehabilitado por completo para impermeabilizarla, aislarla térmicamente y generar entradas de luz. Todo se ha basado en la recuperación y potenciación del carácter primigenio de la construcción: en cerramientos, pavimentos, techos, agujeros de fachadas, carpinterías y los vidrios azules de los rosetones; eso sí, llevando a cabo una intervención totalmente diferenciada y utilizando la madera de pino como textura.

espacio de trabajo. Artchimboldi
Foto: Pol Viladoms
espacio de trabajo. Artchimboldi
Foto: Pol Viladoms

La dicotomía entre el pasado y el presente es producto de un proceso de desobstrucción y reordenamiento. La eliminación de los tabiques conduce a una nueva jerarquización del interior en conexión con su envolvente. Entre los lugares de trabajo y de descanso, iluminados por la continuidad horizontal, se constituye toda una gama de situaciones a partir de la relación entre una nueva partición —más virtual que construida— y la inmutable noción histórica que nos enseña la arquitectura de Artchimboldi en Menorca.

También en Menorca se ubica Ca’n Terra, una cueva completamente habitable.

¿Dónde se ubica Artchimboldi?

En la primera escuela para niñas de Sant Lluís, una pequeña población al sudeste de la isla.

¿Quiénes han desarrollado este proyecto?

Anna Truyol, fundadora de Artchimboldi, y Emma Martí, arquitecta menorquina.

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