El fin del mundo es ese lugar desconocido que aún pensamos que existe, un paisaje misterioso que históricamente ha estimulado la imaginación de sus observadores. Aquí hay dragones.
Biotope nos invita a sentarnos a la entrada del ártico
En uno de los puntos menos occidentales de la costa noruega se encuentra Domen Viewpoint para avisarnos de que aún estamos a tiempo de volver hacia la tierra firme y seca. Los arquitectos de Biotope proponen un proyecto para sentarse a reflexionar y a medir fuerzas. El final de un camino o el comienzo de la verdadera aventura.
En una mezcla de arquitectura y naturaleza, la línea de trabajo del estudio queda marcada por una intuición casi espontánea para relacionarse con el entorno. En este caso han propuesto una pieza partida en tres trozos para observar las migraciones de una especie de pato del ártico. En un prisma vacío, cuidadosamente colocado sobre la roca se construyen dos huecos. Cuatro bordes y cuatro orientaciones: una panorámica completa.
Un mirador de madera
La madera lo es todo en esta mezcla de arquitectura y naturaleza. Por fuera una piel de camuflaje con todas las cualidades necesarias para serlo: resistente, duradera, invisible como los forros de los animales árticos. Por dentro todo lo demás: un asiento, un escondite, una madriguera. El objeto se convierte en guarida al incorporar las protecciones en vidrio tintado. Una barrera traslúcida para permitir la vista a través del interior del túnel y aliviar momentáneamente la embestida del viento de la costa sobre un caminante cansado.
El refugio aprende del nómada que debe llevar únicamente lo que se pueda cargar encima. Algo tan depurado como el propio diseño escandinavo. Fruto de un carácter forjado por un clima despiadado o por una cultura basada en la doctrina de Lutero, pero tan sobrio que no puede resultar más auténtico.
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