Desde el pasado 5 de octubre de 2022 hasta el próximo 15 de enero de 2023, Amaneceres domésticos presenta casi 30 ejemplos —siete de ellos a escala 1:1— de cómo la vivienda colectiva se ha convertido en un tótem actual de cooperación habitacional en Europa, con un énfasis importante en la reflexión de sus diferentes aspectos climáticos y sociales.
La vivienda colectiva en Europa
El yacimiento de Çatalhöyük —al sur de la península de Anatolia— supuso uno de los mayores descubrimientos del siglo pasado. Para muchos historiadores, ese asentamiento de adobe fue la primera aldea de la historia del mundo. Casas unidas, como un todo agrupado. Más de 8000 años después, los espacios que habitamos siguen siendo, o pueden ser, un vínculo con quien está a nuestro lado.
Europa lo ha entendido. Y cada vez son más los países que apuestan por la vivienda colectiva. Es por ello que el madrileño Museo ICO ha presentado la exposición Amaneceres domésticos. Temas de vivienda colectiva en la Europa del siglo XXI. En ella, a partir de obras ya construidas, se moldea una idea de cómo en los últimos 20 años ha arraigado la idea de que un derecho fundamental no debe estar exento de una labor social y climática.
Comisariada por Carmen Espegel, Andrés Cánovas y José María de Lapuerta, en la exhibición se han reproducido 28 ejemplos paradigmáticos de lo que significa este tipo de residencia. Todos ellos proceden de diez países europeos —entre ellos Francia, Dinamarca, Italia, Finlandia, Suecia, Suiza, Austria o Alemania— y han sido proyectados y edificados durante los años 2000 y 2021. Además, cinco de dichos inmuebles son españoles: Life Reusing Posidonia, en Formentera; Complejo de Viviendas en Caramoniña, en Santiago de Compostela; Fabra i Coats, Torre Juliá y Cooperativa de viviendas La Borda, ubicándose estás tres en Barcelona.
El amanecer doméstico en el Museo ICO
La nueva habitabilidad, en un contexto de precios en alza e imposibilidad de acceso a una vivienda digna, es el centro del debate que busca crear la exposición. Pero no solo se vertebra en torno a un presente en el que ciertos planteamientos ya tienen su solución adjudicada, sino que también instiga la participación ciudadana para descubrir cómo estos lugares comunitarios requieren preocupaciones —valga la redundancia— comunes a todos.
La urgencia radical de esta tipología, debido a la pandemia del coronavirus, divide la muestra en siete categorías: Conciencia climática, Recargas activas, Cuidados domésticos, Nueva gestión, Contextos urbanos, Vivir y compartir e Identidades icónicas.
Una arquitectura que dialogue con el paisaje natural, que impulse los mecanismos de un reciclaje sistemático, en el que los ambientes acondicionados para el teletrabajo o los cuidados a la tercera edad estén pensados desde su concepción, al igual que nuevos modelos de gestión y propiedad. Una urbanidad renacida cuyo epicentro sea la optimización, una sociabilidad lejana del localismo y enfocada en las comunidades, interconectadas y erigidas sobre los valores que hoy nos incumben. Una Telépolis que no diste en su mismidad de aquella primera aldea del mundo.
En este enlace puedes ver otras exposiciones que se he han presentado en el Museo ICO.
Hasta el 15 de enero de 2023.