Encarnando la cultura underground, la firma PMW ha inaugurado una nueva tienda conceptual en Hangzhou. Diseñado por All Design Studio, el interior muestra una escenografía de encierro y expresión a través de la crudeza urbana propia del hiphop. Y es que el streetwear, además de vestir, también comunica, significa y, ante todo, libera.
PMW: el espíritu oriental del hiphop
Nacido en tierra humilde y profundamente excluida, el hiphop no puede entenderse sin sus raíces suburbiales y sin la postura contracultural. A través del arte, la danza y la dicción musical, estalló una rebelión desde el extrarradio que exponía la injusta verdad de lo subterráneo; una poética sonora auténtica que hizo de la indumentaria urbana un arma reveladora del espíritu de quien la lleva puesta. Y con esta filosofía tan poderosa, el streetwear de Harlem llegó para quedarse, transformando nuestra manera de narrar la identidad y convirtiendo la vestimenta en lenguaje y lucha.
Aunque cultivada en un entorno distinto, la marca china PMW —siglas de “Pure Means Wealth”— sigue esta estela estética, estimando el tipo de fortuna obtenida de un modo genuino. Su concepción de la riqueza no se limita a lo material, sino también a la abundancia introspectiva y la autoexpresión. Y en sus prendas refleja ese diluvio interior para la liberación, pues no entiende la pureza como ausencia sino como un blanco de infinitas posibilidades. De alma oriental y genética hiphop, esta mística sincrética se manifestó en su reciente apertura en Hangzhou, China.
La celda streetwear de All Design Studio
El diseño del espacio fue realizado por el estudio All Design Studio, que logró capturar la naturaleza de PMW al proyectar un interiorismo conceptual visualmente impactante. En él plasmaron una reinterpretación sensacional del género musical urbano, el streetwear y su consigna protestante. Por eso la tienda fue concebida como una especie de “caja o jaula explosiva”, resultado de la batalla dolorosa entre la opresión y la ruptura con lo establecido. Rebelde y áspera, alegaba sobre el acto necesario de liberarse.
Para dibujar la escena de encierro, All Design Studio recurrió a una apariencia underground donde la texturización se depura a la vez que se maximiza: el suelo y las paredes de ladrillo en epoxi blanco, las grietas artesanales, los acabados envejecidos o desgastados y el techo central fragmentado en una película de mosaico suave. Una tensión controlada que se sostiene en tonalidades anaranjadas aplicadas en pequeñas pinceladas, ya sea como parte de la iluminación, partiendo un espejo en dos, en los tiradores de tela de las islas expositivas o en las correas que envuelven los asientos up-cycled, hechos con retazos reciclados de tejido oscuro.
La metáfora de esta celda imaginaria se halla en la hamaca colgante conformada por cadenas: algo tan carcelario —como el sonido metálico de la condena— declara su libre albedrío desenvolviéndose aquí en un gesto mecido y relajado. Pero nada tiene que envidiar la experiencia inmersiva del probador. Las manijas de su puerta, inspiradas en esposas, dan acceso a un interior pavimentado con ladrillos metálicos plateados, donde un espejo infinito colocado en el techo parece indicar “la salida de fuga”. Y es ahí en su reflejo donde se nos insinúa que, a veces, el refugio más seguro se encuentra en uno mismo.
