Lo futurista y lo primitivo se fusionan en el último proyecto de Halleroed para Acne Studios. Situada en los grandes almacenes SKP Chengdu, la nueva tienda de moda de la firma juega al impacto visual y lo transmite por medio de la arenisca de los muros, los ledes espaciales de Benoit Lalloz y los muebles escultóricos de Max Lamb.
Una tienda de moda llena de futurismo
Muchos de nosotros hemos guardado en nuestra retina las imágenes de dunas rocosas que suelen fotografiar los rovers en sus misiones a Marte. El descubrimiento de esos escenarios terrosos nos habla de viajes espaciales y de un vínculo inquebrantable entre la tecnología y la grava. Y esa antítesis es la que el estudio Halleroed ha decidido trasladar a la nueva tienda de Acne Studios en los almacenes SKP Chengdu. Aunque, curiosamente, no es la primera vez que la marca de moda trabaja junto al equipo estocolmense.
En los distintos locales que han proyectado han puesto de manifiesto una fórmula que casa a la perfección con el argumentario de Acne Studios: apostar por lo unisex como forma de expresión futura. Estocolmo, Melbourne, Shanghái, Hangzhou, Pekín, Nandjing y Chengdu son algunas de las ubicaciones donde la alianza entre el estudio de interiorismo y el sello textil han establecido sus sinergias. Siempre con el minimalismo como bandera y el uso del color de modo inteligente. Desde el rojo intenso en el estucado hasta el rosa pálido en la fachada o la moqueta, incluyendo el flúor en los muebles, pero siempre usando el blanco como fondo. Y en esta nueva ocasión, el resultado sigue manteniendo su estela previa.
La nave de Acne Studios
La intervención de Halleroed en estos 338 m2 tiene un propósito claro: “jugar estéticamente con el diseño de las décadas de 1980 y 1990 y la visión con la que se miraba hacia el futuro”. Una amalgama constituida por las máquinas retro de la época, la efervescencia de la ufología y la cultura de la ciencia ficción. Y es que ya desde la entrada se advierte el futurismo que va a impregnar esta “nave” de Acne Studios: las letras en led rojo sobre la puerta lo atestiguan.
El destino de esta cosmonave retail se desconoce, pero el ambiente tech nos asegura un cambio de era o, más bien, de galaxia. Dentro, las paredes inclinadas de arenisca en tonalidades nude dialogan con la iluminación de Benoit Lalloz empotrada en el techo. Sus rieles lumínicos perfectamente podrían servir para la famosa Discovery 1 de 2001: A Space Odyssey.
Pero la atmósfera grisácea y neutral se ve invadida por un agente marciano: el mobiliario escultórico de Max Lamb. Realizado en tejido batik e impregnado de colores tierra, estos asientos y pantallas se dispersan por el espacio como menhires alienígenas.
Al igual que sucede con Lalloz y Halleroed, las piezas ávidamente rupturistas del diseñador británico vuelven a ocupar un sitio protagónico en los establecimientos de Acne Studios. Como si la coalición de estos tres equipos —sumado a los maniquíes lúdicos de Daniel Silver— lograse siempre confeccionar un interiorismo sagaz para la firma o, en este caso, un viaje a la superficie exterior de un extraño planeta sin necesidad de poner un pie fuera del hangar.
En este enlace puedes leer sobre la última tienda en Estocolmo de Acne Studios proyectada por Arquitectura-G
En los almacenes SKP Chengdu realizados por Sybarite.