En Requena, en la Comunitat Valenciana, se levantan las bodegas Cavas Marevia, que se sirven de años de tradición viticultora para producir sus espumosos. En paralelo a su herencia, la firma ha apostado por la innovación ecológica como forma de cuidar y devolver al territorio aquello que le proporciona su materia prima esencial.
Cavas Marevia: de Requena al mundo
La enología, desde la raíz, tiene acervo terroso vinculado al subsuelo, algo que congrega en sus invisibles capas la historia efervescente de su región. Y nada de ello impide que el resultado —el líquido—, lejos de ser frugal, concentre respeto por el fruto, por el proceso, por el azúcar y por el aroma, situando en cualquier paladar un lugar concreto del mapa de los sabores. Pongamos que hablamos de Requena, una zona que ha demostrado reunir condiciones excepcionales para la elaboración de espumosos de calidad.

La altitud, el clima y el carácter del suelo dan lugar a uvas con una acidez natural y una carga aromática especialmente adecuadas para el cava. Este equilibrio se ha convertido en una seña de identidad de la región y ha contribuido a que el cava de Requena haya ganado prestigio. Allí, en el interior más occidental de la provincia de Valencia, se levanta Cavas Marevia, la bodega que la familia Hevia Ferrer adquirió en 2019 con los ojos puestos en un objetivo ampliamente conseguido: consolidarse como uno de los 10 principales productores de cava en España, exportando la mayor parte de sus productos y siendo una presencia constante en las copas de clientes más allá de nuestras fronteras.

A ello ha contribuido uno de sus mejores símbolos: la uva Chardonnay, ejemplo de una filosofía tan cercana a la tierra que encarna en su jugo la diferencia moderna con otras tipologías, tanto nacionales como internacionales. De ahí la Gran Medalla de Oro en el Concours Mondial de Bruxelles a su Reserva Chardonnay 100%. O su nueva colección, Marevia Gran Cuvée —Brut y Brut Rosé—, en la que los sabores orgánicos conviven con una atención consciente al lenguaje visual del presente. Prueba de ello son las etiquetas inspiradas en el mural de estilo clásico que creó la artista Lula Goce en 2023 para la marca.


La pureza de un sabor puro
La raigambre de su trabajo, explican, se apoya en cuatro pilares. El primero es la calidad. Le siguen la apuesta por los espumosos ecológicos, la vinculación total con Requena —y con el territorio que sustenta las vides— y una viticultura responsable que no pervierta el frescor y la acidez natural en el resultado. Todo ello encuentra en el clima mediterráneo el marco idóneo para desarrollarse. En este paisaje, el papel del agricultor es determinante por su forma de trabajo atenta y responsable, basada en la prevención, la observación constante del viñedo y una gestión diferente de la fertilización y las plagas. Este enfoque proactivo no solo mejora la salud de la tierra, sino que repercute directamente en la calidad de la uva.


Por eso ha sido esencial para la bodega Cavas Marevia haber integrado una estrategia de una enología ecológica. Una sostenibilidad pensada, tanto a corto como a largo plazo, que trascienda y exprese una coherencia profunda con el planeta y con el suelo del que depende su oficio. Y como un refuerzo a esta idea de preocupación medioambiental, la eficacia de Cavas Marevia se ha construido, literalmente, placa solar a placa solar.

A ello se suman otras medidas como la adaptación de los procesos al uso de vidrio ligero, la iluminación interior mediante focos led y el consumo de electricidad procedente exclusivamente de fuentes renovables. Y como gesto de identidad enológica, han reducido al mínimo el empleo de pesticidas, lo que multiplica la preservación pura de los sabores. Una gestión que también ha dado fruto, pues Cavas Marevia ha obtenido la certificación Sustainable Wineries for Climate Protection: el sello más completo de sostenibilidad para bodegas.
Marevia: un concepto contemporáneo de cava
Un cava moderno es aquel que está pensado para disfrutarse sin esperar una fecha marcada en el calendario. Los de Marevia nacen con una vocación clara: acompañar la mesa y formar parte del día a día, sin quedar relegados a un acontecimiento excepcional. Su armonía entre acidez viva y expresión frutal permite un maridaje amplio, flexible y contemporáneo; funcionan con pescados, arroces, verduras, carnes blancas o cocina mediterránea sin artificio, pero también pueden disfrutarse sin comida, en una terraza o en un momento distendido. Una capacidad de adaptación —lejos de los códigos ceremoniales— que redefine la forma de entender el cava y lo sitúa en un registro abierto y accesible para los paladares más exigentes.
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