La Casa Tres Alturas nació para completar una cabaña que volaba sobre un terraplén en las afueras de Zapallar (Chile). Con esta propuesta, el estudio de Ignacio Correa ampliaba un volumen que se había construido en forma triangular; una geometría difícil pero que posibilitaba abarcar la mayor cantidad de vistas posibles hacia el paisaje costero. Y el proyecto debía trepar por la pendiente de un terreno muy escarpado sin desvirtuar la esencia del edificio original.
Desde la cabaña a la Casa Tres Alturas
Los ángulos agudos de un espacio triangular son difíciles de justificar. Cuesta aprovecharlos, a veces incluso construirlos, y resultan en volúmenes agresivos. La cabaña que el estudio de Ignacio Correa convertiría en la Casa Tres Alturas decidió pagar este precio para tener un ventanal amplio hacia la costa. La pregunta venía cuando años más tarde quisieron ampliarla con dos dormitorios. ¿Tenía sentido volver a forzar la geometría?

La primera decisión —que ha dado nombre al encargo— parece la primordial. En vez de ampliar el esquema original, los arquitectos buscaron un lugar apartado donde proyectar los dormitorios en dos niveles. Una pieza que quedaría conectada con la preexistente mediante unas pasarelas que pudieran salvar el desnivel con comodidad. Pero un cuerpo nuevo significaba concretar si había que replicar las formas, los materiales o si se debía seguir los sistemas constructivos anteriores o diferenciarse de ellos. Pero en un contexto en el que el volumen se mimetiza de forma tan sutil con las texturas del paisaje, lo más lógico parece continuar con esa dirección.


Hormigón, madera y un talud
El diseño se inclinó por utilizar una estructura de hormigón revestida por una madera muy similar a la de la primera propuesta. Por eso, a primera vista, parece difícil trazar la línea de separación entre las dos épocas. Con esta idea en el horizonte, el estudio chileno encajó una planta que no desvirtuara el legado previo, continuando con una geometría marcada a la vista, pero sin hacer imposible su aprovechamiento, que ampliara los usos sin aumentar la percepción del tamaño, que salvara el desnivel pero que quedara oculta en la vegetación.


El equipo de Ignacio Correa ha logrado descomponer una vivienda en pequeñas escenas domésticas, que ayudan a que el conjunto se pueda encajar con facilidad en una parcela con una pendiente tan abrupta. Es interesante la versatilidad de una arquitectura que es capaz de crecer y cambiar o ampliar su uso. Un ecosistema con una topografía tan compleja hace que solo pueda sobrevivir un ambiente mutante. Las cualidades del proyecto se deben al trabajo de los diseñadores y a las limitaciones del punto de partida. Sin talud, no existiría Casa Tres Alturas.

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En una parcela con una pendiente pronunciada en la población costera de Zapallar (Chile).
Los arquitectos chilenos propusieron para la ampliación de un edificio existente un nuevo volumen que albergara los nuevos usos del proyecto.