En Bétera, urbanización Torre en Conill, rgb arquitectos transformamos la normativa en oportunidad. Una cubierta curva redefine la vivienda, dando lugar a dos volúmenes que generan dinamismo visual y un interior abierto al paisaje, donde la luz y los materiales contrastados marcan la identidad del proyecto.
A veces la normativa condiciona de manera estricta un proyecto. En el proyecto de la casa NAT sin embargo, se convirtió en una oportunidad: la regulación que permite no computar la última planta de vivienda, normalmente pensada para cubiertas a dos aguas, fue reinterpretada con una cubierta curva que, ajustándose a los parámetros legales, aportó un nuevo giro estético y contemporáneo. De este modo, lo que en principio podía parecer una limitación, terminó convirtiéndose en un detonante creativo capaz de dar identidad propia a la vivienda.
Una vez aprobada la propuesta por el ayuntamiento, el reto fue conjugar esta solución formal con el programa funcional planteado por el cliente. La planta baja se diseñó como un espacio fluido, con la cocina-comedor como núcleo central de la vida familiar, acompañada de un salón, una sala de juegos y un despacho independiente. La planta superior, reservada íntegramente a las habitaciones, se resolvió mediante dos grandes volúmenes curvados, separados y a la vez conectados por un espacio central que articula el acceso y la comunicación vertical de la vivienda.
El resultado es una imagen arquitectónica potente, marcada por el contraste entre los volúmenes desiguales en longitud y posición. Esta disposición genera un dinamismo visual singular, que se percibe tanto desde el exterior como en la propia experiencia interior del usuario. La planta superior se enfatiza con el uso del mortero blanco, en clara oposición al porcelánico de gran formato empleado en la planta baja, reforzando así la lectura diferenciada entre ambos cuerpos.
En el interior, el vestíbulo de acceso se concibe como un espacio a doble altura donde la escalera se convierte en elemento protagonista. Desde este punto, la casa se despliega hacia el exterior: cocina, salón y sala de juegos se abren mediante un plano continuo de vidrio hacia la piscina y el jardín. La transparencia diluye los límites entre dentro y fuera, generando una comunicación visual constante y potenciando la sensación de amplitud que buscamos en todo momento.
La luz natural desempeña aquí un papel esencial, fue una de las claves del proyecto. Las superficies curvas de la cubierta permiten que la incidencia solar cambie a lo largo del día, proyectando sombras suaves y aportando un dinamismo atmosférico al interior. La arquitectura no solo responde a una normativa, sino que aprovecha su condicionante para reinterpretar el habitar cotidiano.
Esta vivienda se convierte así en un ejercicio de síntesis entre necesidad normativa, programa funcional y voluntad estética. Una casa que no se limita a ofrecer espacios prácticos, sino que propone una experiencia donde cada estancia está conectada con el exterior, cada volumen dialoga con el otro y cada línea curva invita a entender la norma como punto de partida para la creación.
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