En las nuevas oficinas de Federico Giner (FG), Clap Studio ha diseñado un paisaje de trabajo con estructuras verdes, cortinas móviles y superficies níveas. Un espacio que traduce los valores de la firma en una escenografía fluida, lúdica y marcada por el presente.
Geometría blanda: la huella de Clap Studio
El hecho de toparnos con estudios que poseen una identidad tan marcada no significa que estos hayan perdido el don de la experimentación. De hecho, actualmente no hay nada más atrevido que mantener la coherencia con uno mismo; y en el terreno creativo es algo indispensable si se pretende hacer escuela. Desde 2017, Jordi Iranzo y Àngela Montagud han ido aderezando la idiosincrasia de Clap Studio con varios ingredientes principales: monocromía, texturas sencillas y estética geometrizada. Sus proyectos suelen distanciarse del ideario mediterráneo evidente relativo a su procedencia valenciana, y ahondan en costumbres estilísticas con otras sensibilidades. Por ello recibieron el Premio Nacional de Diseño en 2023, donde destacaron su capacidad para “crear conceptos únicos que apelan a las emociones con una mirada internacional, interdisciplinar e innovadora”.

Con un argumentario bien construido, para el tándem fue sencillo conectar con la histórica marca de mobiliario escolar Federico Giner. En pie desde 1910, el rebranding que la firma presentó en Orgatec 2024 —con un stand diseñado precisamente por Clap Studio— ha marcado la línea de su catálogo, donde abundan los colores estimulantes y la preocupación ergonómica. El ejemplo de su galardonada silla Dida, planteada por Alegre Design, resume claramente la iconicidad atemporal de sus colecciones. Y como su nueva imagen de frescura global debía impregnar también sus recientes oficinas —ubicadas en Tavernes de la Valldigna— extendieron su colaboración con Clap Studio, que trasladó todo este imaginario para modelar, desde esta sede, las aulas del siglo XXI.


El nuevo lenguaje de Federico Giner
Con una superficie de 600 m2, el trabajo de Clap Studio continúa esa visión de paseo inmersivo que ya puso en práctica en Orgatec. Y, siendo fieles a su filosofía, el dúo ha acudido a la famosa estructura de malla metálica que ya emplearon en propuestas como su instalación The Sea, para Valencia Capital Mundial del Diseño 2022 en el edificio Veles e Vents. La función de este nuevo armazón blanco materializa el “concepto de nube” que Clap Studio ha usado como leitmotiv para segmentar los ambientes sin perder la conexión entre ellos. El diseño general apuesta por lo diáfano sin desdeñar el recogimiento, de ahí que la división de sus departamentos se produzca con recursos sutiles —como cortinajes pesados y lisos para fomentar zonas de concentración o exhibición— que modifican la configuración espacial instantáneamente.


El interiorismo está cimentado dejando al descubierto la crudeza de los detalles constructivos: pilares estructurales, elementos verticales de carga e incluso las escaleras de corte industrial se tiñen de verde para convivir con la paleta nívea y beige de los componentes decorativos. Una intervención creativa que refuerza el enfoque corporativo de la empresa FG, aportando una atmósfera límpida y, a la vez, con un carácter monocromo —un sello muy propio de Clap Studio—.


Además, este verdor no se diluye de forma puntual, sino que se expande en la planta de arriba con azulejos zellige, introduciendo brillo y rompiendo la uniformidad mural del ladrillo cerámico en la cantina y en el área de esparcimiento. El conjunto resultante reinterpreta muy bien el vocabulario formal de Federico Giner, traduciéndolo en una escenografía laboral etérea, pero también marcada por el juego, como anticipa el porfolio de Clap Studio. Una lección sin pizarra donde la oficina se transforma en un cielo de malla blanca desde el que poder dibujar el futuro del entorno educativo.

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