El Loewe Foundation Craft Prize reivindica lo manual, lo imprevisible y lo profundamente humano. Y tras la celebración de esta octava edición del certamen, el Museo Thyssen reúne 30 piezas donde los materiales respiran memoria, técnica y asombro, recordando que la creación auténtica surge del margen, no del foco.
El material toma la palabra en el Loewe Foundation Craft Prize
Inmersos en la dictadura de la imagen, resulta sencillo dejarse atrapar por la tendencia. Pero el valor de los objetos, a veces, no reside tanto en su morfología como en la manera en que han sido hechos. Con la mirada puesta en los focos que captan nuestra atención, olvidamos que existe un margen creativo: ese lugar extrañamente transitado que suele traer un soplo de aire fresco. Un rincón donde se gesta lo que todavía no se ha transmitido en masa.

Desde 2016, el Loewe Foundation Craft Prize pone delante de nosotros esa frontera simbólica para observar cómo la herencia artesanal traza caminos en nuestro presente. Todavía hay quien no desdeña el trabajo lento, ese que sustituye la creatividad algorítmica por la confianza ciega en las manos humanas. Y hasta el 29 de junio, los 30 seleccionados de esta octava edición del certamen exhiben sus trabajos en el Museo Nacional Thyssen – Bornemisza.



“La magia del premio es ser testigo, año tras año, de la capacidad de la artesanía para sorprender, innovar y evolucionar”, afirma Sheila Loewe, presidenta de la fundación. Entre las obras presentadas encontramos la ganadora, Realm of Living Things 19, de Kunimasa Aoki; además de las dos menciones de honor: Monument, de Studio Sumakshi Singh, y TM Bench with Bowl, de Nifemi Marcus-Bello. Tres proyectos donde se reinterpretan de un modo innovador el uso de los materiales, y que han sido escogidas por un jurado de renombre basándose en un criterio único: identificar creaciones donde fuesen palpables “las virtudes técnicas, el mérito artístico, la innovación y la visión”.

Una escenografía tangible en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza
En una escenografía límpida y silenciosa, las diversas piezas descansan sobre pedestales y trazan un murmullo híbrido al contemplarlas. Algo nos habla desde un periodo lejano, algo nos susurra manifestaciones familiares. La escultura de Kunimasa Aoki se erige como un tótem anamórfico: realizada en terracota, en ella se han comprimido finas bobinas de arcilla en capas, rematadas con un acabado a base de tierra y marcas de lápiz. La pieza es bruta, contundente, y transmite un mensaje tenaz: ondea la complejidad de estar vivo y, aun así, el ahínco de seguir a toda costa.

Por su parte, la columna textil Monument, de Studio Sumakshi Singh, reproduce mediante trenzado, laceado y bordado una estructura arquitectónica del complejo Qutab Minar, en Delhi. La maestría reside en reproducir en 2D este pilar histórico —del siglo XI— empleando únicamente cobre zari (una mezcla de cobre y nailon puro), disolviendo la dimensión corpórea y ofreciendo una nueva visión sobre aquello que soporta el peso de la memoria. De lo etéreo, Nifemi Marcus-Bello asienta la multifunción robusta en su TM Bench with Bowl: un mueble con tinte vernáculo, hecho de aluminio industrial recuperado y soldado por piezas hasta formar un banco que parece explorar las múltiples caras del consumismo.


Tradiciones de antaño desfilan por los distintos espacios, como la torre escultórica en gres esmaltado trenzada por Anina Major. Titulada Sandcastle, esta fortaleza rinde homenaje a las generaciones de esclavos del África Occidental que transmitieron esta técnica, todavía vigente hoy. También la madera plegada y tallada a mano de Didi NG Wing Yin: su vasija Pleats Vase No. 7 es un recipiente en el que el abeto se repliega revelando la belleza intrínseca de la textura, la forma y el propio dinamismo, como si la corteza hubiese sido siempre tela y no árbol. La francoandaluza Marie-Isabelle Poirier-Troyano toma de Japón el tinte shibori, el teñido ori nui y la forja mokume para confeccionar Feelings, un ente textil volumétrico y orgánico que parece respirar entre las intrincadas bandas de naranja y bordados azules y amarillos. Incluso el papel hanji se torna elemento clave en A Soft Landscape, de Jungin Lee, donde una silla —hecha con estas hojas de papel y pasta de harina— se transforma en nube.


“Debemos llegar a sentir que el material con el que trabajamos es parte de nosotros, y nosotros parte de él”, decía Anni Albers, una de las grandes teóricas de la Bauhaus. En cada edición del Loewe Foundation Craft Prize, lo inesperado queda retratado en cómo los diversos artistas nos transportan a territorios inéditos mediante obras con componentes impredecibles. Una poética profunda de lo táctil, donde el diseño se vuelve descubrimiento y el material una absoluta revelación.

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