Red Sol Resort, en la costa albanesa, es una oda al imaginario arquitectónico de Ricardod Bofill: una kasbah contemporánea que reinterpreta La Muralla Roja, fusionando comunidad, color y geografía en un complejo que revive su legado con renovada intensidad.
La utopía arquitectónica de Ricardo Bofill
Ricardo Bofill fue una de esas personas que se mantuvo deslumbrantemente vital y radical hasta el último instante de su vida. “Aún estoy intentando constantemente cambiar la arquitectura”, decía en 2020, a los 80 años. Encontrarse ante una hoja en blanco y arrancar un proyecto seguía siendo su razón para vivir. A lo largo de todas las décadas que abarcó su carrera, transitó por diferentes lenguajes, nuevos vocabularios que anhelaban materializar el camino hacia la realización de utopías y guiar la evolución del futuro.


Posiblemente, el tramo de su obra que conserve más potencia sea el que recorre el final de los años 60 y el comienzo de los 70. El periodo al que pertenecen edificios como Walden 7, el Castillo Kafka, Xanadú, La Muralla Roja y la transformación de una antigua usina de cementos en La Fábrica: su estudio y hogar. Abrumadoramente subversivos y osados, en cada uno de ellos Bofill exploró algún tipo de concepto específico.


El Castillo Kafka (1968) representaba “una expresión matemática de crecimiento en altura, pura y llana”. La Fábrica —en constante creación desde 1975— es el sublime manifiesto de la compleja y profundísima sensibilidad y conocimiento del arquitecto. Walden 7 fue la gran propuesta idealista de un Bofill conocedor de los movimientos contraculturales estadounidenses y de la intelectualidad francesa del 68. Una nueva forma constructiva, desarrollada junto a sociólogos, filósofos, matemáticos… y destinada a albergar a otros arquetipos de familia.


En palabras del propio Bofill: “Un modelo que partía de grandes libertades personales y de la aceptación del otro”, y que se anticipaba visionariamente varias décadas a la tipología familiar y de convivencia actuales. Él lo consideraba un fracaso, puesto que, aunque permitía una vida comunitaria de gran calidad, no llegó a albergar aquel ideal social para el que fue gestado. Mientras que Xanadú (1971) y La Muralla Roja (1973) se convirtieron en sus proyectos destinados a generar paradigmas de vivienda turística.


Un resort amurallado en la costa albanesa
El equipo activo que prosigue el legado de Ricardo Bofill tras su fallecimiento en 2022 ha regresado, podría decirse que sin disimulos y con total orgullo, a la arquitectura de ese periodo. Y ha propuesto justamente un conjunto turístico en Dhërmi, localidad en la costa de Albania. Al igual que La Muralla Roja, Sol Resort se inspira en un esquema tradicional mediterráneo muy concreto, el de la kasbah: un sentimiento fortificado o ciudad posicionada estratégicamente en el paisaje.

Próxima a la costa, su particular y protectora morfología arquitectónica se distingue por una intricada disposición de espacios interconectados; y es esta interconexión la que posibilita aquí la creación de zonas y recursos comunes, que buscan originar relaciones entre los residentes. Con una superficie de 12 750 m2, Red Sol Resort acogerá 19 villas y 20 apartamentos que se organizarán a través de volúmenes de arcilla roja, planteados como “una extrusión en un terreno rocoso”.

Las villas se dispondrán sobre un diseño en cuadrícula, compuesto a su vez por una secuencia de cuadrados idénticos recuperados de La Muralla Roja, donde se planteaban como ecos del rigor racionalista del constructivismo ruso. El precedente de este trabajo introducía otras tonalidades, pero aquí la intensidad cromática vendrá marcada por el contraste entre el rojo y el blanco. En este caso se elabora de nuevo el fascinante juego —cuasilaberíntico— de pasadizos, escaleras y elementos conectores. Una estrategia que cohesiona orgánicamente el edificio y que ya estaba en La Muralla Roja o también en el fascinante Walden 7.


Sería un insultante error decir que el actual equipo del estudio RBTA ha ido a desenterrar viejas ideas del gran arquitecto. Más bien, Sol Resort debería leerse como una confirmación de la necesidad de volver insistir sin cesar en Ricardo Bofill.

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