Teniendo siempre presente lo que nos deparará el futuro, el Festival Flora ha anunciado su séptima edición del 14 al 25 de octubre. Todo un despliegue de instalaciones, actividades y exposiciones que nos invitan a pensar en las plantas como una fuente inspiracional de resiliencia.
Festival Flora: aprender de las plantas para sobrevivir
El futuro será multiespecie o no será. Esta frase puede parecer un eslogan, pero desde hace más de dos décadas el planeta está expresando signos de agotamiento. Ante un mundo al borde del colapso, han sido muchos los pensadores y activistas que nos han advertido sobre ser conscientes del contexto que nos rodea. Porque solo estando interconectados a esa materia vibrante de la que hablaba Jane Bennett, podremos sobrevivir en las postrimerías de este modelo antropocénico, posnatural y multiespecie.
Y aprendiendo de las plantas, de sus maneras de conectarse y de su resiliencia frente a los desastres, Flora ha anunciado que su séptima edición se celebrará del 14 al 25 de octubre. Con ello amplía la oferta paralela de otros eventos pasados y también los días del festival, convirtiendo a Córdoba en un punto de encuentro —durante una semana— para aquellos interesados en la botánica contemporánea y en las intervenciones vegetales. Un año más serán cinco los artistas de fama internacional que crearán instalaciones de gran formato, en un íntimo diálogo con emblemáticos patios cordobeses. Una invitación a pensar en imaginarios sobre la naturaleza y en formas nuevas de relacionamos con ella.
Un repaso por los artistas florales
Ruina salvaje y minimalismo
Desde Canadá, la artista Lauren Sellen —fundadora de la marca Coyote Flowers— pondrá en juego la lógica minimalista de “menos es más”. A partir de sus propuestas monocromáticas —con cierta tendencia al movimiento y a conceptos como la imperfección—, distintos elementos conversarán con la geometría y la historia de un sitio tan singular como los patios del Palacio de Viana.
Igual de singular es también el acercamiento a lo salvaje que se observa en los trabajos de la norteamericana Emily Thompson. Su interés por la ruina y la naturaleza silvestre se insertará en uno de los patios más complejos de la ciudad: el de la Mezquita Catedral. Un enclave con una escala y una historia desafiante, provocando que sea todo un reto que las intervenciones funcionen.
Teniendo en cuenta la fragilidad y la vulnerabilidad que habita en los restos arqueológicos, la alemana Carolin Ruggaber —ganadora del concurso Patio Talento— se enfrenta a los contornos del Palacio de Orive desde una estética más formalista. Todavía algunos recordamos instalaciones anteriores, como Trabajo de campo de Mary Lennox: uno de esos momentos que se quedan grabados en la memoria olfativa y visual.
Memoria y simbolismo en Festival Flora 2024
Hablando de memoria, es difícil olvidar una imagen como la del patio de butacas del Liceu de Barcelona tras la crisis de la covid-19. Allí se presentó, ante una audiencia compuesta por árboles pequeños, el Concierto para el Bioceno (2020) organizado por Eugenio Ampudia como apertura del teatro. En esta ocasión —y tras cambios recientes en la localización—, esperamos con mucho interés lo que traerá a Flora en un lugar como el patio de acceso a la sala Vimcorsa. Un nuevo punto que se incorpora este 2024 a la ruta tras haber perdido como escenario el del Museo Arqueológico.
Cerrando la nómina de participantes, sin duda sorprenderá la apuesta del colectivo This Humid House para uno de los rincones más bellos de Córdoba: el patio del reloj del Palacio de la Merced. Ubicación en la que el estudio asiático —con sede también en París— desplegará sus intereses sobre el simbolismo de las plantas desde un acercamiento a la botánica local y a la convivencia con otras especies.
Asimismo, como actividades paralelas, el C3A acogerá una exposición con obras de Cristina Iglesias, Adolfo Schlosser y Chema Lumbreras; y, dentro del programa oficial del festival, podremos disfrutar de nuevos proyectos como Flora Mini o las Raíces del Fonoceno. En este último, Miguel Álvarez Fernández nos incitará a escuchar activamente todo aquello que existió en el antiguo huerto que hoy lleva por nombre Jardín de Orive. Un auténtico despliegue de los cinco sentidos que posiciona a Córdoba como un destino más que visitable para vivir una semana entre las flores, inventando opciones de futuro para sobrevivir en este planeta herido.
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