Martin Parr presenta hasta el 24 de septiembre la exposición Life’s a beach en el Quai de la Photo de París. Hace 30 años que Parr comenzó a trabajar en esta serie fotografiando a bañistas en playas de todo el planeta. Y en ella comparte su visión sobre la globalización y el turismo de masas, un ámbito donde lo grotesco está estrechamente ligado a la banalidad de lo cotidiano.
Los colores saturados de Martin Parr
Lo que se anunciaba a bombo y platillo en los medios locales como el gran nuevo museo de París dedicado a la fotografía no es más que una sesión de fuegos artificiales mojados. El Quai de la Photo —algo así como el muelle de la fotografía, en español— es más bien un restaurante sofisticado emplazado en un péniche —casa flotante— atracado en el Sena, con un reservado en la planta baja donde se presentan algunas fotografías. Lo que sí hay que alabar es que la entrada es gratuita.
Life’s a Beach parece el contenido de un viejo álbum vacacional encontrado en el desván de una casa familiar o en el fondo de un baúl polvoriento. La mirada curiosa y ligeramente burlona, así como los colores saturados se han convertido en el sello de identidad de Martin Parr. En este proyecto, el fotógrafo habla de los hábitos y tics de la sociedad a través del prisma de la playa. Desde el principio, el británico se declaró «fascinado» por este espacio donde los bañistas exponen tanto su anatomía como sus tradiciones bizarras.
“Se puede aprender mucho de un país observando sus playas; de una cultura a otra, son uno de los pocos espacios públicos donde se encuentran las rarezas y excentricidades que caracterizan a una nación”. Por medio de una óptica aguda y maliciosa, Parr inmortaliza a los veraneantes con cinismo y cierta sorna, usando primeros planos insólitos y encuadres deliberadamente imperfectos para desvelar las peculiaridades del microcosmos costero.
La sociedad de consumo en el Quai de la Photo de París
Fiel a su enfoque documental y crítico, Martin Parr señala y recoge los excesos de la sociedad de consumo con el estilo de un antropólogo. A primera vista, el resultado se advierte superficial, pero al estudiarlo más de cerca se percibe hasta qué punto la visión del autor nos muestra tal y como somos. Parr lleva décadas inmortalizando la vida playera con todos los aspectos de esta tradición, tanto en el Reino Unido como en países tan dispares como China, Argentina, España y Tailandia.
Esta exhibición demuestra su compromiso con una temática cotidiana, en la que el absurdo y los comportamientos estrafalarios conectan a la perfección. Y es que de esa manera es su imaginario: grotesco, exhibicionista, sensual y de estética dudosa.
La estética de lo cutre
Su perspectiva documental —que alterna el primer plano y el plano general— nos enseña la exagerada variedad de prácticas sociales que se dan en un entorno público. En algunas piezas, la gente juega a la pelota en grupo, lee la prensa sensacionalista en solitario, compra baratijas, bebe zumo o incluso improvisa una barbacoa. En otras, se dan masajes en los pies, ven pasar vacas por la orilla o posan recién casados. Bajo la apariencia de un álbum de vacaciones, el artista describe y proyecta el turismo de masas, al mismo tiempo que sus imágenes transmiten con humor el dolce far niente en la playa.
Martin Parr considera su obra como una telenovela donde espera que el reparto adecuado encaje en su sitio para representar la historia que él quiere plasmar. Sus armas son la crítica, la seducción y el humor, pero también la frescura, la novedad y la socarronería. Con su ojo ácido —casi cínico— esboza un panorama de todas extravagancias del turista global en un conjunto de instantáneas dignas de su reputación de cronista de los tiempos modernos.
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Martin Parr (1952 en Epsom, Surrey, Reino Unido) ha presentado sus fotografías en numerosas exhibiciones en todo el mundo. En 2004 fue nombrado profesor de fotografía en la Universidad de Gales. Ha trabajado como director artístico en festivales de fotografía o como comisario de exposiciones de arte. Paralelamente a sus constantes proyectos, también ha cooperado en la edición y publicación de fotolibros propios y ajenos.
Cuando era niño, su abuelo, fotógrafo aficionado, fomentó su incipiente interés por esta modalidad artística. Así que acabó estudiando fotografía en el Manchester Polytechnic (1970-1973). Aunque comenzó su carrera explorando el blanco y negro, se pasó a la fotografía en color inspirado por los fotógrafos estadounidenses William Eggleston y Stephen Shore.
Otra fuente de inspiración fueron las nostálgicas postales de colores saturados de los años setenta del fotógrafo John Hinde. En 1994, Martin Parr se convirtió en miembro de la célebre agencia fotográfica Magnum, a pesar de la oposición del ala más conservadora de la empresa. Parr se hizo rápidamente un nombre, pero también ha sido duramente criticado por la forma en que ridiculiza a la sociedad.