Inaugurada el pasado 10 de junio, Bonne Chance es un brindis que esconde una crítica feroz. La primera exposición retrospectiva del dúo Elmgreen & Dragset en tierras francesas y, más concretamente, en el Centro Pompidou-Metz.
La genealogía queer de Elmgreen & Dragset
Dos figuras masculinas con el torso desnudo, pantalones verde militar, botas negras y cabello rubio mean de manera sincrónica en un riachuelo rodeados de un frondoso paisaje vegetal. Esa fue la imagen con la que Michael Elmgreen e Ingar Dragset inauguraron su colaboración artística a mediados de los años noventa, convirtiendo esa fotografía en un hito de la genealogía queer y en una referencia, siempre presente para aquellos que desde aquellos años siguen pensando en las posibles alianzas entre la producción cultural contemporánea y los movimientos LGTBQI+.
Más de veinticinco años después, el dúo noruego/danés Elmgreen & Dragset siguen siendo una piedra en el zapato para la sociedad del bienestar. Son unos de los pocos artistas que, formando parte del sistema del arte y de sus estructuras de poder, han logrado hacer porosa la crítica institucional a los extramuros del entorno del arte, llegando hasta el felpudo de nuestras puertas y al interior de nuestras habitaciones de hotel.
Desde que en 2014 inaugurasen Biography en el Astrup Fearnley Museet —su primera retrospectiva en Oslo a la que siguió su hermana gemela en el propio Museo Nacional de Dinamarca años después—, Elmgreen&Dragset han venido presentando diferentes relecturas sobre su trabajo en las últimas décadas, alterando los espacios expositivos y, con ellos, el propio relato que sus piezas van construyendo; jaqueando esa idea de que las obras poseen un significado para potenciar el propio sentido de la exposición como un relato que el visitante tiene que ir componiendo.
La buena suerte en el Centro Pompidou-Metz
Para su primera exhibición en tierras francesas, han escogido el título de Bonne Chance y el Centro Pompidou-Metz como lugar con el que trabajar para alterar su propia estructura, así como la visita del asiduo espectador del museo en una nueva experiencia. Un hecho que, desde trabajos como The One and the many (2011) en el Submarine Wharf de Rotterdam o retrospectivas como Trying to Remember What We Once Wanted to Forget (2009) en el Musac leonés, se ha convertido en una de las estrategias del dúo. De esa manera, en cada muestra elaboran algo así como un relato de misterio que reconstruir, siguiendo las pistas que van dejando en cada una de esas salas. Un crimen perfecto. Un asesinato a la sociedad biempensante.
Inaugurada el pasado 10 de junio, Bonne Chance es un brindis que esconde una crítica feroz hacia nuestra sociedad contemporánea. Y por primera vez en la historia del Centro Pompidou-Metz, se ocupa el ambiente del Grand Nef para una exposición individual a la que, además, se añaden el del Forum y la galería superior. Esta última cuenta con el comisariado de Chiara Parisi, que tuvo como aperitivo la instalación de Looking back en la fachada del edificio de Shigeru Ban: un enorme agujero en el muro tras el cual aparece un ojo que no parpadea, ese que nos escruta y que hace que la vida que pasa fuera de la institución se cuele en el interior. Una potente metáfora de cómo la práctica de estos artistas opera dentro de la crítica al cubo blanco.
Al acceder al interior, todo se trastoca y se inicia un dislocado itinerario por el auditorio de un teatro, un baño público, un laboratorio, una sala de conferencias, una morgue, un centro de control de cámaras de vigilancia o una desolada sala de oficinas que componen ese paisaje feliz de nuestra cotidianeidad. Paisajes en los que la figura humana se muestra mediante réplicas de plástico de efigies humanas que nos interrogan sobre cuestiones políticas (What’s left, 2011) o dejan al desnudo las ficciones que erigen esa imagen de mundo ideal ( All dressed up, 2022) que vivimos a diario.
Elmgreen & Dragset han vuelto a conseguirlo. Un brindis por ellos. Bonne chance.
En el siguiente enlace puede ver otras exposiciones en el Centro Pompidou-Metz