En el centro histórico de Milán, Mario Cucinella Architects MCA ha desarrollado el Nuovo Museo dell’ Arte. Una propuesta de la Fondazione Luigi Rovati que ha dado lugar a un centro expositivo de objetos etruscos.
Arte etrusco en un palacio de Milán
La intrahistoria de un edificio es casi tan importante como su propia arquitectura. Ya sea en una construcción histórica como en un proyecto reciente, materiales, formas o estructura hablan de la biografía de sus usuarios y, sobre todo, de sus formas de habitar el espacio. En el centro histórico de Milán, Mario Cucinella Architects MCA ha desarrollado un proyecto que reflexiona sobre la estratigrafía en la rehabilitación de un palacete al que han anexado áreas adicionales, respondiendo a las necesidades que exige hoy día el programa de renovación de un museo contemporáneo.
La propuesta partió de la Fondazione Luigi Rovati: crear un centro expositivo dentro del Palazzo Bocconi-Rizzoli-Carraro del siglo XIX, donde exhibir una importante colección de objetos etruscos. Al hilo de los anhelos del cliente, MCA planteó un trabajo en el que abundan las referencias a las tumbas etruscas de la ciudad de Cerveteri. Las nuevas salas—inspiradas en el hipogeo— se insertaron en el sótano y se extendieron también bajo el jardín. Entre ellas hay tres habitáculos abovedados, que proporcionan una atmósfera de suspense y misticismo. En otras palabras, MCA ha ideado un museo como un sepulcro.
La gruta de Mario Cucinella Architects
La singular angulación de esta cárcava ha tratado de definir un posicionamiento en las confusas tesis sobre lo que implica restaurar un monumento. La de Cucinella es una intervención con un sentido y una lectura de la historia desinhibida, sin soberbia, respetuosa. Cuando MCA excava y entierra estas galerías, disecciona el espacio como si fuese una gruta. Cincelando hacia abajo, presenta una arquitectura que persigue la sublimación del gesto, integrando lo orgánico dentro de un orden múltiple y armónico. Cucinella consigue materializar su trazo artístico mediante unas geometrías curvas a las que acopla un módulo radial, que le permite ir generando el crecimiento de techumbres y muros.
Si algo se puede dirimir de lo que MCA ha querido hacer en el Nuovo Museo dell’ Arte, es descubrir su carácter epidérmico. La energía contenida en el escenario de este palacio afecta directamente a la vista, al tacto y al oído: son paisajes matéricos. Es el tacto el que da a la vista la melodía de la acción, y —lo fundamental— es la piel el elemento definidor del este museo. Un detalle que invita al visitante a plegarse en la sensualidad de una arquitectura calidoscópica.
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