Si el diseño tiene algo único, es que resulta casi imposible que dos diseñadores se enfrenten a la misma problemática con perspectivas similares. Eventos como el Marbella Design Fair son una especie de ventana donde los profesionales pueden experimentar y arriesgarse para generar soluciones sorprendentes, con la ventaja de que el riesgo asumido tiene fecha de caducidad.
De la calma a la pasión
Tras visitar el festival marbellí, hemos podido comprobar cómo ha surgido una tendencia a la hora de entender el espacio. Las atmósferas calmadas y reflexivas de remates neutros y materiales locales han dado paso a otras más dinámicas, llenas de cromatismo y luz. Un cambio lento y progresivo, en el que todavía cohabitan —de manera más o menos respetuosa— estas dos aproximaciones.
El sosiego empieza a dejar resquicios a la pasión y a la acción. Precisamente, La Casa Abierta, de Laura Carillo para Besform, pivotaba sobre estos dos ejes. Los paramentos y el mobiliario mantenían una estética y unos acabados más naturales, pero funcionaban como un gran lienzo salpicado por una intervención artística, donde los cuadros parecían derramarse sobre el entorno doméstico, trufando todas las superficies con una mácula colorida.
También había otras instalaciones vanguardistas, como Eclipse, de la firma Escenium: una cocina basada en un cuento de Dora María Torres Candelero. En esta escenografía enigmática, la piedra y la luz se plasmaban como elementos fundamentales del conjunto, ambos enmarcados en la isla central. Nada quedaba ya de ambientes tranquilos, solo magia.
Materia y forma en la Marbella Design Fair 2022
Concebir un pabellón para una feria de diseño permite explorar los límites creativos y jugar con nuevos componentes, estirándolos como si fueran un chicle hasta encontrar el límite en el que estalla la pompa. En esta edición, descubrimos un amplio abanico de soluciones en las que se hallaban dos denominadores comunes: la sostenibilidad y la experimentación formal y matérica.
Como si fuese una especie de objet trouvé, la propuesta de Cosentino, planteada por el estudio Paco Lago Interioriza, experimentaba con el modo de presentarnos las nuevas colecciones de Dekton: Onirika y Kraftizen. Una escenografía casi marciana, un pequeño planeta rojo por el que indagar sobre la propia naturaleza de la piedra a través de un recorrido sensorial muy estudiado.
Asimismo, la firma Uecko, junto a Devesa & Agenjo, mostró en Nara cómo el uso del baño puede ser un acto casi divino. Así, un vestidor y un aseo se compartimentaba mediante armarios roperos translúcidos: separadores que originaban una amplitud expandida, donde los reflejos dorados de las carpinterías metálicas y el velado del vidrio tintado lograban afianzar una perspectiva barroca.
La espacialidad híbrida
Investigar, deformar e incluso mezclar para generar estancias sorprendentes y llamativas. El trabajo de Simona Garufi, Modus in Rebus, era una galería artística inspirada en la obra manierista de Carlo Scarpa: un gabinete de curiosidades por el que el arte va articulando el recorrido. Este paseo se iba transformando de una exposición —más o menos clásica— a una especie de club privado —más desenfadado y sorpresivo— en el que reunirse y compartir opiniones.
En esta línea espacial, se hallaba el pabellón ideado por Única para la marca Ascale by Tau. A modo de cocina completamente híbrida, Ascale Skin recogía las piezas de gran formato moldeando sus infinitas posibilidades, en una configuración donde las texturas y la luz lo impregnaban todo con elegancia.
Además, el mundo de la artesanía también tuvo cabida en Ahora, ya fue, de Worn Studio. Una oda a la tradición castellano-manchega en la que no solo se exhibían objetos tradicionales, sino que el uso de ese conocimiento heredado se adaptó a una línea estética más contemporánea, reinterpretándose desde el minimalismo.
Reflexión universal desde la personalización
Igualmente, Marbella Design Fair ha servido como un lugar para llevar a cabo reflexiones sobre problemáticas actuales, como el estilo de vida, la sociedad hiperconectada o la costumbre de ir con prisa a todas horas. En ese contexto, Goldem Glam, de Soledad Ordóñez y Douglas Vacilotto, se erigía como un oasis de relax inmersivo repleto de oropel. Esta composición geométrica e hipnótica ocasionaba un complejo juego de brillos, dirigiendo el punto focal a un inmenso espejo que encuadraba el lavabo de Bathco.
Con relación a las intervenciones más personales, capaces de capturar el espíritu ingenioso de sus diseñadores, se hallaba Midnight Everywhere de Welcome Design con Wever & Ducré. Un salón de tonos oscuros, con pinceladas fluorescentes, motivaba una atmósfera única bajo las luminarias de la firma belga. En él, los wallpapers —inspirados en las clásicas boiseries—inundaban todos los rincones y se presentaban muchas veces como una superposición de estratos.
Siguiendo ese enfoque, el trabajo de Javier Escobar para Sixty Pro estaba a caballo entre arte y diseño. ALMA aunaba y canalizaba el imaginario artístico del interiorista por medio del empleo de los muebles de cocina, y lo sincretizaba todo en una concepción más arquitectónica.
Y en el centro del Palacio de Congresos de Marbella, el bar Medusa, con los textiles de Tapicerías Barberá y proyectado por los directores creativos de Marbella Design Fair, Sergio Sánchez y David Jiménez. De inspiración marítima, este restaurante operaba como el corazón de la feria: ese epicentro en el que se volcaban todos los pabellones. Un entorno de remanso donde encontrarse, refrescarse y comentar todas las impresiones del evento.
En definitiva, iniciativas como Marbella Design Fair son muy necesarias para que el diseño se ponga a prueba. Un empujón ineludible para que este se adentre en un futuro posible e incierto y pueda evolucionar al proponer nuevos materiales y nuevas formas de habitar los espacios.
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