En un área suburbana de Ashiya (Hyōgo), caracterizada por estrictas normativas y diminutos solares, se levanta la casa japonesa Sculpt. Esta debe su nombre a la fachada de hormigón ciego, que esculpe sus quiebros para acomodar la presencia de un árbol de la calle. Eso sí, manteniendo una relativa simetría que se magnifica en el interior.
Un volumen monolítico en hormigón
El estudio Maniera Architects & Associates lleva bajo el brazo un currículo de unas 150 residencias en suburbios de las prefecturas de Hyōgo y Osaka. Kazuo Oe, Terumi Oe y Taisuke Oe son especialistas en la realización de viviendas contemporáneas y han venido a demostrarlo una vez más con Sculpt.
La casa de hormigón, consciente del árbol existente y acompañado de nueva vegetación, atrae al viandante precisamente por su afán de ocultar el interior. Una ancha y oscura puerta conduce al hall de entrada, iluminado de manera natural, ocupado por una zona de descanso y una escalera que remite al leitmotiv del proyecto. “Inspirándonos en el arquitecto Carlo Scarpa, queremos retarnos en el uso de hormigón para crear una apariencia tridimensional compleja”, comenta el equipo.
Esculpir una casa de hormigón a la japonesa
Los niveles de esta casa de hormigón están muy diferenciados entre sí. En el primero, nos encontramos una planta en forma de cruz, con las salas comunes dispuestas a ambos lados de un pasillo delineado por cuatro columnas del omnipresente material —rugoso esta vez—. Este se extiende por el pétreo exterior, mientras un espejo nos devuelve el reflejo de las escaleras por las que hemos llegado. Tanto el salón como la cocina-comedor son espacios que se vuelcan al patio, privado y luminoso.
El segundo piso de esta casa de hormigón es más amable para los sentidos; de un lado el dormitorio principal, laminado en roble, del otro, dos cuartos con tatamis, techo de bambú y paredes verde oliva oscuro, separados por una pequeña terraza y un área ajardinada. Las vistas —pese a lo que dicen los arquitectos— son, sobre todo, al delicado jardín del patio posterior y a los vergeles que horadan el terreno, como el íntimo karesansui de rocas al que mira el baño. Y para poder disfrutar del Monte Rokkō en todo su esplendor, hay que subir a la azotea extrañamente cubierta con césped artificial.
Un lugar para el contraste
Pero nos hemos dejado una estancia por visitar. En esta casa de hormigón simétrica, de reducidas dimensiones, elegante y contemporánea se esconde una joya kitsch. En el acceso hay un bar, para recrearse, con una barra de bronce oxidado, un Mercedes clásico, ladrillo antiguo, cortinas de terciopelo y espejos oscuros. Todo muy años 70 como contrapunto perfecto a un hogar minimalista que ha exprimido el hormigón como textura, estructura y escultura.
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El italiano Carlo Scarpa, famoso por su búsqueda continua de la perfección en los detalles.
Los arquitectos quisieron dar acomodo a un árbol que estaba en la calle previo a la construcción de la casa.