Son muchas y variadas las exhibiciones que se han dedicado al surrealismo y a sus autores. Desde sus inicios, este movimiento artístico y literario se ocupó, justamente, de dar amplia difusión a sus ideas y de acercar sus provocaciones al público. Pero esta exposición, presentada por CaixaForum—primero en Barcelona y ahora en Madrid—, no es una muestra más sobre esta vanguardia.
Además de retomar ese afán por la subversión y la fantasía, consolidado en el Manifiesto del surrealismo (1924) de André Breton, también enfatiza la relación entre arte y diseño. Dos disciplinas diferentes, pero que muchas veces rozan la delgada línea entre una y otra.
Exposición de diseño surrealista en CaixaForum
Precisamente en las últimas décadas, el llamado art design ha suscitado una importante atención de productores y distribuidores, galeristas y coleccionistas por jugar sin prejuicio a sobrepasar los límites de lo práctico y lo racional. En su dinámica ha ido apelando a la poesía, a la emoción y, en muchos casos, a la contestación social, superando lo que a primera vista puede parecer banal o simplemente lúdico. Un universo en el que el metalenguaje toma la palabra y en el que prima el imaginario de lo inusual y el desplazamiento de sentido. Aunque siempre teniendo en cuenta al usuario.
Ya lo señalan Julien Lombrail & Loic Le Gaillard, los responsables de la Carpenters Workshop Gallery, cuando plantean que su interés se centra en buscar y vender “objetos que tengan la misma vibración y el impacto que tiene una obra artística” y que ellos llaman “esculturas funcionales o mobiliario escultural”, y que hoy se cotizan como un patrimonio.
De elemento cotidiano a diseño surrealista
La representación del objeto subvertido campea a lo largo de todo el trayecto de la exposición. En ella se recoge, a modo de gabinete de curiosidades y en una profusión de soportes, piezas emblemáticas e iconos del surrealismo. Pero también obras que ya son parte de los clásicos—por el uso de materiales o lo arriesgado de su apariencia— y que han entrado, por derecho propio, en museos y galerías.
La liberación del dogma funcionalista, según el cual “la forma sigue a la función”, hizo que los acólitos del surrealismo plasmaran mucha de su originalidad en los útiles cotidianos. Sin duda, la creación contemporánea ha bebido de esas fuentes para alcanzar hoy propuestas cada vez más singulares y atrevidas, apoyadas por la exploración y la investigación en recursos y componentes que fuerzan los márgenes de la existencia. Lo imposible es posible, es la consigna. Pero, además, puede ser provechoso y estar en el salón de casa o en el hall de un edificio.
Libertad, dar rienda suelta a la imaginación, dejarse llevar por el subconsciente, sorprender y transgredir son premisas del surrealismo. Al aporte conceptual y al desafío de las ideas se suma el proceso, la investigación y la producción en edición limitada o de más alcance. Sin embargo, siempre posee una remanencia de usabilidad, con el horizonte de “resolver un problema” o “llegar a un resultado”. Y si el surrealismo además de estética es actitud, el diseño también lo es.
Juli Capella, que formará parte, junto a Oscar Tusquets, de una de las charlas del ciclo de actividades planteadas para acompañar la exposición cree que “todo el tiempo hay operaciones surrealistas, cambio de escalas, transgresiones y lo que las facilita es que el surrealismo es popular, le encanta a la gente. El diseño y el surrealismo van a estar unidos para siempre porque siempre habrá ganas de fantasía, de libertad”.
Creadores del subconsciente en Objetos de deseo. Surrealismo y diseño, 1924-2020
Objetos de deseo. Surrealismo y diseño, 1924-2020, coorganizada por la Fundación “La Caixa” y el Vitra Design Museum, incluye piezas de colecciones y museos de autores todo el mundo: Salvador Dalí, Man Ray, Lee Miller, Giorgio de Chirico, René Magritte, Joan Miró, Marcel Duchamp o Meret Oppenheim, y de diseñadores y arquitectos como Gae Aulenti, Le Corbusier, Antoni Gaudí, Carlo Mollino, Ray Eames o Achille Castiglioni, Andrea Branzi o Maarten Baas, entre otros tantos. Son un total de 279 obras de arte que generan un vínculo entre ambas disciplinas desde hace un siglo.
En ellas, la creatividad, como afirma Mateo Kries, comisario de la exposición y director del Vitra Museum, “apela al subconsciente, los sueños, el erotismo, las obsesiones, el azar y lo irracional”. La muestra hace hincapié en ese “pequeño conflicto entre el objeto y su función. Una funcionalidad que tienes que descubrir, por lo que interviene un atisbo de sorpresa y de irritación”. André Breton hablaba de una “belleza convulsa” y Salvador Dalí de “objetos de funcionamiento simbólico”.
Sueños de modernidad
La exposición, está dividida en cuatro ámbitos temáticos y temporales. Sueños de modernidad se centra en el surrealismo desde la década de los años 20 hasta la década de los 50. En este periodo, podemos ver cómo los ready-madede Marcel Duchamp fueron referentes de inspiración para artistas como Meret Oppenheim o Salvador Dalí, que elaboraron útiles ilógicos a partir de materiales y objetos encontrados.
No faltan aquí las formas orgánicas de la silla Calvet de Antoni Gaudí para Casa Calvet o los muebles e interiores exuberantes de la casa Dalí en Portlligat, como el Mae West Lips Sofa (1938). Más tarde, Studio65 lo adaptó con su famoso sofá de labios, Bocca (1970), volviéndose superventas. A Estados Unidos llegó la inmigración y los ecos de este movimiento, encarnado por Ray Eames, Isamu Noguchi o Frederick Kiesler, proyectista de la galería Art of this Century, de la mecenas Peggy Guggenheim. El propio Dalí vislumbra los escaparates de los almacenes Bonwit Teller de Nueva York y crea tejidos, anuncios e incluso escenografías para la película Recuerda, de Alfred Hitchcock. Como se advierte en la exposición, “el lenguaje de diseño biomórfico del surrealismo se convirtió en una fuente importante para la expresión del diseño orgánico de la posguerra”.
Imagen y arquetipo
El bloque Imagen y arquetipo reflexiona sobre el absurdo, el significado de las cosas y la correspondencia entre ficción y realidad. Si René Magritte encierra en una quesera de vidrio un pequeño óleo con el símbolo de un trozo de queso, Achille Castiglione propone un taburete con sillín de bicicleta o un sombrero que recuerda a un molde para tartas. Aquí nos topamos con la maravillosa mesa Tour(1993), de la gran arquitecta Gae Aulenti, que sin duda hace alusión a la famosa mesa Rueda de bicicleta (1913) de Marcel Duchamp. En esta sala, con piezas de gran tamaño, se recoge a Roberto Matta con la silla MAgriTTA (1970), un homenaje a Magritte.
Desde los años sesenta, la producción de numerosos tipos de plásticos permitió establecer muebles con cualquier forma concebible. En este marco, compiten en monumentalidad la Hand Chair (1965) de Pedro Friedeberg y la increíble Horse Lamp (2006), para la firma Moooi que realizó el team sueco Front Design. Una aproximación al estilo de este estudio, que busca como constante las cualidades no esperadas y despertar la curiosidad por lo que se ve; sobre todo “que el objeto no se entienda a en primera instancia, sino que sea algo distinto, que la gente tenga pensar y decir, ¿esto qué es, de qué está hecho?”, como ha explicado a ROOM en otra ocasión Sofía Lagerkvist, una de sus integrantes.
Surrealismo y erotismo
En el área de Surrealismo y erotismo, la moda tiene un papel preponderante. Dalí y Elsa Schiaparelli colaboraron en prendas como el Vestido esqueleto(1938) y el Vestido langosta(1937), así como en su conocido Sombrero zapato(1937-1938). Rei Kawakubo recoge ese testigo con una pieza que ideó para la colección de otoño/invierno (2007-2008) de la marca Comme des Garçons. Junto a ellos, el sofá con silueta de mujer voluptuosa, La Mamma(1969) de Gaetano Pesce. Y que conste que esto es solo un resumen de lo que vamos a ver.
El pensamiento salvaje
La última parte, llamada El pensamiento salvaje, está dedicada a lo que el etnólogo Claude Lévi-Strauss denominaba “pensamiento salvaje”: el interés por lo arcaico y lo fortuito, el sinsentido. En esta zona se hace evidente el camino recorrido por diseñadores contemporáneos que han planteado nuevos modelos con una poética propia y un imaginario singular que define sus trayectorias. Entramos de lleno en el mundo de “lo raruno”, la teatralidad, lo simple-complejo.
Entre ellos, los hermanos brasileños Fernando y Humberto Campana, con su estantería Cabaña (2010), de influencia africana. Ejemplo del “hecho a mano brasileño” con toda clase de materiales: telas, fibras, lianas, maderas, trozos de plástico, muñecos de peluche, cintas, cuerdas y reciclados para otorgar una renovada lógica a los objetos. También otros dos hermanos, los franceses Ronan y Erwan Bouroullec. Estos adoptan en sus dibujos la técnica del flujo libre de la conciencia, lo que conduce a una nueva percepción de los objetos. Vemos su ya clásica Silla Vegetal (2009), que incorpora el proceso de “diseño orgánico” y una deliciosa serie de bocetos que plasman el desarrollo del trabajo. Todo un hit de crítica y ventas.
Ilusión orgánica y otros conceptos
En nombre de la representación nacional, Nacho Carbonell es un exponente que no podía faltar. Su objetivo es sentir y pensar, descubrir el rol de la materia y “crear diseños que te lleven a distintos estados de la mente”. Más ligado al surrealismo, imposible. La exposición incluye su Table Cocoon 8 (2015), un ejemplo de cómo el valenciano radicado en Eindhoven concibe los objetos como organismos vivos, evocando perfiles de una fauna y una naturaleza extraña.
Junto a él, una lírica y elegante estantería de Andrea Branzi, Árbol pequeño (1991), que introduce la naturaleza en casa; o la explosiva lámpara Porca Miseria! (1994) de Ingo Maurer y el maravilloso vestido de Iris van Herpen, Syntopia, look 9, F/W (2018). Pero también el azar de los algoritmos es motivo de exhibición. Lo demuestran el jarrón TP-TS-12. Mocap (2018), de Audrey Large o la Silla Sketch (2015) de Front Design, nacidas de la impresión digital 3D.
Finalmente, entre los trabajos más conceptuales, que entran en el diseño crítico, se ha incluido la obra Diseños para un planeta superpoblado: los recolectores (2009), de Dunne & Raby. Con ella se juntan varios elementos inteligentes del siglo XXI para un futuro distópico. Este dúo inglés utiliza esta disciplina como medio para estimular el debate sobre las implicaciones sociales, culturales y éticas de las tecnologías ya existentes y de las emergentes. Su propuesta dentro de esta exposición señala otro acercamiento del pensamiento proyectual, muy futurible, dado los tiempos que corren.
En resumen, este conjunto de piezas que podemos ver ahora como un todo, en conversación aparente, es solo un recorte de un amplio, rico y cada vez más asiduo panorama. Certifican que la radicalidad y el desafío a lo convencional del diseño surrealista están más vivos que nunca, que la puerta abierta por los maestros sigue siendo inspiración para interpretar el mundo desde una mirada capaz de generar un diálogo reflexivo con el espectador-usuario. Realidad y ficción pueden permanecer de la mano para continuar soñando, enfrentando la rutina y agitando nuestro entorno con ánimo “deconstructor”. El diseño puede seguir siendo revolución. Más allá de surrealismo. Más allá de la razón.