El estudio español mecanismo se adentra en el Spazio de Vbospagna para sumergirnos de lleno en un largo viaje concentrado en el más pequeño de los espacios. Con él, nos hacen testigos de lo que han denominado The Shape of Light, uno de los elementos naturales más estudiados y analizados. Y es que, aunque su halo sea invisible, es gracias a ella que percibimos todo lo que nos rodea, sus geometrías, colores y tamaños. Sus cuatro fases principales—nacimiento, desplazamiento, reflexión y percepción— han sido materializadas y representadas en esta instalación tan atrayente, que será inevitable no ir hacia la luz.
La belleza de The Shape of light
Tras atravesar unas embocaduras blancas, abandonamos lo ordinario y centramos la mente en la expectación. Llegamos a un lugar cuyos límites nos confunden y teletransportan a un entorno sensorial repleto de reflejos y matices, como si se condensara todo el brillo de Studio54 en apenas 8 m2. Una incursión completamente atemporal en el que los estímulos nos hipnotizan de tal manera que cada ángulo, cada paso, cada punto de vista suscita un resultado diferente. Bienvenidos a la belleza del asombro.
Degradados mágicos en el Spazio de Vbospagna
Una vez dentro, cuelgan sobre el visitante más de 2000 cintas textiles semitransparentes. Estas, tomando algunos colores propios del espectro visible que Newton marcó en el siglo XVII, son alumbradas por varios focos de destellos cálidos y generan una imagen con unas variedades cromáticas y degradados mágicos. Así, el trayecto ya ha pasado por los dos primeros ciclos y se dirige al tercero, la reflexión. Causado por múltiples planos espejados, que plantean un diente de sierra perimetral circundante, nos permite vislumbrar las huellas que han ido marcando la ruta.
El caleidoscopio de Estudio Mecanismo
Es precisamente la conjunción de estos tres fenómenos: belleza, imagen y observación la que, trasladada al griego—kalós, éidos y scopéo, respectivamente—, describe a la perfección lo que ocurre ante nuestros ojos: un caleidoscopio a escala humana. Ese juguete, inventado en 1816 por David Brewster, y con el que todos hemos coqueteado en algún momento de la infancia, se reproduce a una dimensión que sugiere una experiencia inagotable.
La unión hace la luz: Viabizzuno, Kvadrat y Formica
El tubo o volumen cilíndrico unido a la emisión de luz lo aporta Viabizzuno, que con sus modelos micromen, zero y trentotto consigue una iluminación acogedora y suave. Las cintas de telas, ligeras, transparentes, dinámicas y que permiten filtrar y recrear las múltiples tonalidades de este mosaico, corresponden al tejido Zulu 2 de Kvadrat. Por último, aquellos espejos, que originalmente constituían ángulos de 45º, ahora son tableros con revestimiento de espejo de Formica – Homapal, que posibilitan hacer infinitas las miradas. Una unión de cuatro fuerzas que, por un instante, logran introducirnos en un ambiente inimaginable.